Hasta hace unos pocos años, la calle de la Palla, a muy poca distancia de la plaza de la Catedral, en Barcelona, era seudónimo de galerías de arte, especialmente por la presencia durante muchos años del centro que dirigía Artur Ramon y que ahora está en otra rincón de la ciudad. Desde esta semana, esta vía –en los números 19-21– cuenta con un nuevo vecino, un museo que ofrece a todos una de las más interesantes colecciones privadas de la capital catalana, un centro con obras maestras que van del arte religioso medieval a algunos de los indiscutibles genios de la figuración entre los siglos XIX y XX.. El antiguo Hospital de Sant Sever, un edificio de cinco siglos que ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo de su historia, estuvo hasta hace poco a punto de convertirse en una especie de hotel de lujo. Desde el pasado lunes tiene como huéspedes de honor no a turistas sino a una selecta selección de piezas propiedad de la familia Casacuberta Marsans.. Estos coleccionistas, ahora propietarios del inmueble, han decidido mostrar una parte del fondo que están reuniendo. En esta primera presentación se han recogido 46 piezas, entre objetos religiosos, escultura y pintura, con la presencia de grandes nombres como Lluís Borrassà.,Alonso Cano, Luis de Morales, Juan Bautista Maino, Isidre Nonell, Ramon Casas, José Gutiérrez Solana, Darío de Regoyos o María Blanchard, entre otros.. «Esta es una colección transversal y que se muestra ahora al público con la voluntad de divulgar conocimiento. Es un proyecto propio que tiene la vocación de compartir», explicó a este diario Álvaro Casacuberta Marsans, en nombre de la familia de coleccionistas. «Hace más de treinta años que nos dedicamos a coleccionar arte y hemos querido presentar las obras en este espacio que durante mucho tiempo ha estado abandonado», apuntó.. Los responsables de este centro recuerdan que las algunas de las piezas han formado parte de exposiciones temporales, por lo que siempre han estado dispuestos a colaborar con museos tanto públicos como privados. A ello se le suma la voluntad de estudiar cada obra hasta el mínimo detalle, algo que se se quiere expresar en las visitas guiadas que se realizan a los visitantes.. El centro se encuentra en uno de los lugares de la ciudad que ha conocido una mayor y exageradísima masificación turística. Pese a ello, el Hospital de Sant Sever aguanta como una suerte de remanso de paz, aislado de los visitantes ruidosos. Esto es gracias a una política de reservas que lo convierte en una especie de museo oculto. En el exterior no hay nada que indique que estamos ante un nuevo museo. Para poder conocerlo por dentro y recorrer el espacio de lo que fue su iglesia y dependencias eclesiásticas, el claustro y sus estancias anexas, hace falta entrar en la página web (www.hospitalstsever.com) para poder hacer la visita que son siempre para grupos reducidos.. Entre las piezas más importantes que se pueden ver, brilla con especial fuerza el imponente Tríptico de la Lamentación, original del conocido como Maestro de la Leyenda de Santa Lucía, de entre 1480 y 1485. Poco se sabe de su autor, salvo que fue un pintor flamenco, posterior a Rogier van der Weyden y Jan van Eyck. Precisamente junto al tríptico, con la voluntad de crear diálogo, se ha expuesto una pequeña piedad del granadino Alonso Cano.. Uno de los pintores con una mayor representación en esta primera salida pública es José Gutiérrez Solana, el conocido maestro de la España negra. De su pincel surgen óleos extraordinarios como «Procesión con dos pasos» y «Procesión en Toledo», así como dos telas de temática taurina: «Capea en Ronda» y el retrato del diestro Isidro Carmona, también llamado «El Lechuga».. Precisamente esa imagen tenebrista o, mejor dicho, «troppo vero», es plasmada con ecos del Velázquez de los enanos de la corte en «El juez de Zamarramala», una fascinante composición de Ignacio Zuloaga. En esta misma sala también se presenta un nada habitual paisaje parisino e invernal de Santiago Rusiñol y que contrasta con el duro retrato de Elisa Casas, viuda de Josep Codina, por Ramon Casas.. No es habitual ver en un museo catalán alguna pintura de María Blanchard. Hablamos de una artista excepcional, probablemente la mujer que más hizo con su pincel con el cubismo. Autora de una sólida producción que la convierte en uno de los pilares del arte español del siglo XX, fue admirada y reivindicada por paladares literarios y artísticos tan exigentes como Federico García Lorca o Ramón Gómez de la Serna. En el Hospital de Sant Sever se presenta una impresionante tela de Blanchard de 1924, «La bordadora», una pieza en la que se constata su delicadeza, su manejo de la luz, para pintar un cuadro que abrió una puerta por la que pasó el mismísimo Dalí.
La colección Casacuberta Marsans muestra sus tesoros en la calle de la Palla
Hasta hace unos pocos años, la calle de la Palla, a muy poca distancia de la plaza de la Catedral, en Barcelona, era seudónimo de galerías de arte, especialmente por la presencia durante muchos años del centro que dirigía Artur Ramon y que ahora está en otra rincón de la ciudad. Desde esta semana, esta vía –en los números 19-21– cuenta con un nuevo vecino, un museo que ofrece a todos una de las más interesantes colecciones privadas de la capital catalana, un centro con obras maestras que van del arte religioso medieval a algunos de los indiscutibles genios de la figuración entre los siglos XIX y XX.. El antiguo Hospital de Sant Sever, un edificio de cinco siglos que ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo de su historia, estuvo hasta hace poco a punto de convertirse en una especie de hotel de lujo. Desde el pasado lunes tiene como huéspedes de honor no a turistas sino a una selecta selección de piezas propiedad de la familia Casacuberta Marsans.. Estos coleccionistas, ahora propietarios del inmueble, han decidido mostrar una parte del fondo que están reuniendo. En esta primera presentación se han recogido 46 piezas, entre objetos religiosos, escultura y pintura, con la presencia de grandes nombres como Lluís Borrassà.,Alonso Cano, Luis de Morales, Juan Bautista Maino, Isidre Nonell, Ramon Casas, José Gutiérrez Solana, Darío de Regoyos o María Blanchard, entre otros.. «Esta es una colección transversal y que se muestra ahora al público con la voluntad de divulgar conocimiento. Es un proyecto propio que tiene la vocación de compartir», explicó a este diario Álvaro Casacuberta Marsans, en nombre de la familia de coleccionistas. «Hace más de treinta años que nos dedicamos a coleccionar arte y hemos querido presentar las obras en este espacio que durante mucho tiempo ha estado abandonado», apuntó.. Los responsables de este centro recuerdan que las algunas de las piezas han formado parte de exposiciones temporales, por lo que siempre han estado dispuestos a colaborar con museos tanto públicos como privados. A ello se le suma la voluntad de estudiar cada obra hasta el mínimo detalle, algo que se se quiere expresar en las visitas guiadas que se realizan a los visitantes.. El centro se encuentra en uno de los lugares de la ciudad que ha conocido una mayor y exageradísima masificación turística. Pese a ello, el Hospital de Sant Sever aguanta como una suerte de remanso de paz, aislado de los visitantes ruidosos. Esto es gracias a una política de reservas que lo convierte en una especie de museo oculto. En el exterior no hay nada que indique que estamos ante un nuevo museo. Para poder conocerlo por dentro y recorrer el espacio de lo que fue su iglesia y dependencias eclesiásticas, el claustro y sus estancias anexas, hace falta entrar en la página web (www.hospitalstsever.com) para poder hacer la visita que son siempre para grupos reducidos.. Entre las piezas más importantes que se pueden ver, brilla con especial fuerza el imponente Tríptico de la Lamentación, original del conocido como Maestro de la Leyenda de Santa Lucía, de entre 1480 y 1485. Poco se sabe de su autor, salvo que fue un pintor flamenco, posterior a Rogier van der Weyden y Jan van Eyck. Precisamente junto al tríptico, con la voluntad de crear diálogo, se ha expuesto una pequeña piedad del granadino Alonso Cano.. Uno de los pintores con una mayor representación en esta primera salida pública es José Gutiérrez Solana, el conocido maestro de la España negra. De su pincel surgen óleos extraordinarios como «Procesión con dos pasos» y «Procesión en Toledo», así como dos telas de temática taurina: «Capea en Ronda» y el retrato del diestro Isidro Carmona, también llamado «El Lechuga».. Precisamente esa imagen tenebrista o, mejor dicho, «troppo vero», es plasmada con ecos del Velázquez de los enanos de la corte en «El juez de Zamarramala», una fascinante composición de Ignacio Zuloaga. En esta misma sala también se presenta un nada habitual paisaje parisino e invernal de Santiago Rusiñol y que contrasta con el duro retrato de Elisa Casas, viuda de Josep Codina, por Ramon Casas.. ►No es habitual ver en un museo catalán alguna pintura de María Blanchard. Hablamos de una artista excepcional, probablemente la mujer que más hizo con su pincel con el cubismo. Autora de una sólida producción que la convierte en uno de los pilares del arte español del siglo XX, fue admirada y reivindicada por paladares literarios y artísticos tan exigentes como Federico García Lorca o Ramón Gómez de la Serna. En el Hospital de Sant Sever se presenta una impresionante tela de Blanchard de 1924, «La bordadora», una pieza en la que se constata su delicadeza, su manejo de la luz, para pintar un cuadro que abrió una puerta por la que pasó el mismísimo Dalí.
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