Donald Trumpregresa a la Casa Blanca y nada lo va a impedir. Ni los 34 cargos criminales por los que ha sido condenado en Nueva York, ni las tres causas penales que tiene pendientes en tres estados del país, ni los dos juicios políticos que ya enfrentó, ni las causas civiles con las que todavía tiene que lidiar, ni las sentencias por abuso sexual y difamación por las que debe pagar una multa de más de 88 millones de dólares a E. Jean Carroll. Nada parece importarle a los más de 74 millones de estadounidenses que han votado por él hasta ahora (con el 94% de los votos escrutados al cierre de esta edición).. En contra del pensamiento internacional, en Estados Unidos la victoria del republicano no ha sido una gran sorpresa, las señales estaban claras, otra cosa es que el mundo y el «establishment» demócrata quisieran verlas. La población llevaba tiempo cansada de la situación actual y una nueva opción como Kamala Harris no iba a ser suficiente para mitigar el hartazgo general por una economía castigada por la alta inflación y una crisis migratoria que va en aumento. A esto hay que sumar la valoración de los candidatos. ¿Qué hacía pensar al partido demócrata que una candidata que los votantes habían descartado en las elecciones primarias del partido iba a contar ahora con su beneplácito?. En el otro lado, la figura de un hombre con un historial que en cualquier lugar del mundo ya lo habría acabado con su carrera política, pero en este país le ha servido para empoderarse. Histriónico donde los haya, con salidas de tono y mensajes sin filtro, insultos y ataques personales difíciles de asimilar en una democracia sana, Trump consiguió que nada de esto importara el martes por la noche. El republicano no solo convenció a los votantes con el contenido, también los cautivó con su forma. ¿Qué tendrá el presidente electo que tanto engancha? «Magnetismo personal», explica a LA RAZÓN José Luis Martín Ovejero, abogado y experto en comunicación no verbal. «Las personas que transmiten muchas emociones a través de su comunicación no verbal no dejan a nadie indiferente», dice. Martín lleva 8 años analizando los movimientos del ahora presidente electo y su entorno, y lo describe como una persona cuyo gran valor «es la comunicación no verbal, que es muy activa. No es fría y distante como puede parecer la de Kamala Harris». A la demócrata la ve como una «política a la vieja usanza, que sonríe cuando tiene sonreír y se enfada cuando toca», y eso no parece haber movilizado el voto.. Donald Trump conoce perfectamente el apoyo incondicional que le profesan sus seguidores, «podría pararme en mitad de la Quinta Avenida y disparar a gente y aun así no perdería votos», dijo durante un mitin en Iowa. «¡Claro!», coincide Martín, «es que a la gente le gusta Trump por Trump, por él», y esto puede ser una ventaja, pero también un problema a la hora de conquistar a los votantes más indecisos. «Yo he visto mucho desprecio en expresiones faciales y eso también asusta a muchos seres humanos, les genera rechazo». Pero el republicano es consciente de su fuerza y la celebra, «tiene mucha subida de barbilla, algo que hacemos los seres humanos cuando estamos orgullosos de lo que hemos conseguido», aunque según revela Martín, en esta «campaña electoral se le ha visto menos ese gesto, por eso te digo que coincido con Kamala Harris cuando decía que lo veía cansado, lo veo más flojo. Hace 4 años era un lanzado de mucho cuidado, todo el tiempo con la barbilla alta, muy expansivo, no tiene nada que ver con el de ahora», Martín asegura que perder las elecciones del 2020 fue un golpe duro para el magnate de 78 años que «nunca pudo superar».. En contra de lo que todos los medios de comunicación defienden, «yo no lo he visto exultante, todo lo contrario, y lo he analizado miles de veces». La pregunta es necesaria, ¿es el imprevisible Donald Trump realmente capaz de controlar sus emociones? Martín no tiene dudas de que sí, un ejemplo lo vemos en su discurso de victoria el martes por la noche, «ya no quiere dar una imagen agresiva como en otras comparecencias, está muy moderado para lo que es él, y no es cansancio, porque hace lo mismo en 2016 tras proclamarse vencedor de la contienda electoral». Tan controlado estaba en el discurso de este año, «que se olvidó por completo de su egocentrismo y se centró más en el agradecimiento».. Todo estaba medido, menos una parte, «cuando habló de Elon Musk, ahí las manos se le iban arriba, abajo, movimientos muy marcados, me sorprendió porque estaba rompiendo la pauta que había llevado hasta ese momento para hablar de Elon Musk, así que creo que él va a tener un papel bastante importante a su lado». El reconocido multimillonario ha sido un gran apoyo para la campaña del republicano, le ha ayudado a atraer a millones de jóvenes, sobre todo varones, que ven en él la máxima expresión del sueño americano. Un inmigrante llegado de Sudáfrica, que trabajó ilegalmente durante sus inicios en el país y está a punto de ocupar un destacado puesto en la futura administración. Su valor es tal, que Trump lo unió a la llamada telefónica que mantuvo esta semana con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Toda una declaración de intenciones de lo que le espera al país los próximos cuatro años.. La importancia de Melania y la familia. Sobre el escenario el martes por la noche, Trump también se preocupó mucho de la imagen, algo con lo que el político está muy obsesionado. Fiel a su corbata roja, que es «el color más llamativo para el ser humano, porque es el color de la sangre y venimos predispuestos a mirar hacia el rojo», además se rodea «de sus familiares y gente importante a nivel personal y político, y sus palabras fueron de agradecimiento, sobre todo a Melania». La futura primera dama ha sido la gran ausente durante gran parte de la campaña, siempre ha dejado claro que no se siente cómoda en el papel que le espera. «Él está totalmente entregado a ella». La busca en el escenario o en los eventos sociales, promociona las primeras memorias que publicó Melania, «hay cariño sincero de él para ella, de Melania a él es mucho más distante, pasa de él, y le he visto echarle unas miradas incluso despreciativas a su marido». Cuál es el verdadero sentimiento quizá es algo que podamos descubrir los próximos cuatro años.
Donald Trump regresa a la Casa Blanca y nada lo va a impedir. Ni los 34 cargos criminales por los que ha sido condenado en Nueva York, ni las tres causas penales que tiene pendientes en tres estados del país, ni los dos juicios políticos que ya enfrentó, ni las causas civiles con las que todavía tiene que lidiar, ni las sentencias por abuso sexual y difamación por las que debe pagar una multa de más de 88 millones de dólares a E. Jean Carroll. Nada parece importarle a los más de 74 millones de estadounidenses que han votado por él hasta ahora (con el 94% de los votos escrutados al cierre de esta edición).. En contra del pensamiento internacional, en Estados Unidos la victoria del republicano no ha sido una gran sorpresa, las señales estaban claras, otra cosa es que el mundo y el «establishment» demócrata quisieran verlas. La población llevaba tiempo cansada de la situación actual y una nueva opción como Kamala Harris no iba a ser suficiente para mitigar el hartazgo general por una economía castigada por la alta inflación y una crisis migratoria que va en aumento. A esto hay que sumar la valoración de los candidatos. ¿Qué hacía pensar al partido demócrata que una candidata que los votantes habían descartado en las elecciones primarias del partido iba a contar ahora con su beneplácito?. En el otro lado, la figura de un hombre con un historial que en cualquier lugar del mundo ya lo habría acabado con su carrera política, pero en este país le ha servido para empoderarse. Histriónico donde los haya, con salidas de tono y mensajes sin filtro, insultos y ataques personales difíciles de asimilar en una democracia sana, Trump consiguió que nada de esto importara el martes por la noche. El republicano no solo convenció a los votantes con el contenido, también los cautivó con su forma. ¿Qué tendrá el presidente electo que tanto engancha? «Magnetismo personal», explica a LA RAZÓN José Luis Martín Ovejero, abogado y experto en comunicación no verbal. «Las personas que transmiten muchas emociones a través de su comunicación no verbal no dejan a nadie indiferente», dice. Martín lleva 8 años analizando los movimientos del ahora presidente electo y su entorno, y lo describe como una persona cuyo gran valor «es la comunicación no verbal, que es muy activa. No es fría y distante como puede parecer la de Kamala Harris». A la demócrata la ve como una «política a la vieja usanza, que sonríe cuando tiene sonreír y se enfada cuando toca», y eso no parece haber movilizado el voto.. Donald Trump conoce perfectamente el apoyo incondicional que le profesan sus seguidores, «podría pararme en mitad de la Quinta Avenida y disparar a gente y aun así no perdería votos», dijo durante un mitin en Iowa. «¡Claro!», coincide Martín, «es que a la gente le gusta Trump por Trump, por él», y esto puede ser una ventaja, pero también un problema a la hora de conquistar a los votantes más indecisos. «Yo he visto mucho desprecio en expresiones faciales y eso también asusta a muchos seres humanos, les genera rechazo». Pero el republicano es consciente de su fuerza y la celebra, «tiene mucha subida de barbilla, algo que hacemos los seres humanos cuando estamos orgullosos de lo que hemos conseguido», aunque según revela Martín, en esta «campaña electoral se le ha visto menos ese gesto, por eso te digo que coincido con Kamala Harris cuando decía que lo veía cansado, lo veo más flojo. Hace 4 años era un lanzado de mucho cuidado, todo el tiempo con la barbilla alta, muy expansivo, no tiene nada que ver con el de ahora», Martín asegura que perder las elecciones del 2020 fue un golpe duro para el magnate de 78 años que «nunca pudo superar».. En contra de lo que todos los medios de comunicación defienden, «yo no lo he visto exultante, todo lo contrario, y lo he analizado miles de veces». La pregunta es necesaria, ¿es el imprevisible Donald Trump realmente capaz de controlar sus emociones? Martín no tiene dudas de que sí, un ejemplo lo vemos en su discurso de victoria el martes por la noche, «ya no quiere dar una imagen agresiva como en otras comparecencias, está muy moderado para lo que es él, y no es cansancio, porque hace lo mismo en 2016 tras proclamarse vencedor de la contienda electoral». Tan controlado estaba en el discurso de este año, «que se olvidó por completo de su egocentrismo y se centró más en el agradecimiento».. Todo estaba medido, menos una parte, «cuando habló de Elon Musk, ahí las manos se le iban arriba, abajo, movimientos muy marcados, me sorprendió porque estaba rompiendo la pauta que había llevado hasta ese momento para hablar de Elon Musk, así que creo que él va a tener un papel bastante importante a su lado». El reconocido multimillonario ha sido un gran apoyo para la campaña del republicano, le ha ayudado a atraer a millones de jóvenes, sobre todo varones, que ven en él la máxima expresión del sueño americano. Un inmigrante llegado de Sudáfrica, que trabajó ilegalmente durante sus inicios en el país y está a punto de ocupar un destacado puesto en la futura administración. Su valor es tal, que Trump lo unió a la llamada telefónica que mantuvo esta semana con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Toda una declaración de intenciones de lo que le espera al país los próximos cuatro años.. La importancia de Melania y la familia. Sobre el escenario el martes por la noche, Trump también se preocupó mucho de la imagen, algo con lo que el político está muy obsesionado. Fiel a su corbata roja, que es «el color más llamativo para el ser humano, porque es el color de la sangre y venimos predispuestos a mirar hacia el rojo», además se rodea «de sus familiares y gente importante a nivel personal y político, y sus palabras fueron de agradecimiento, sobre todo a Melania». La futura primera dama ha sido la gran ausente durante gran parte de la campaña, siempre ha dejado claro que no se siente cómoda en el papel que le espera. «Él está totalmente entregado a ella». La busca en el escenario o en los eventos sociales, promociona las primeras memorias que publicó Melania, «hay cariño sincero de él para ella, de Melania a él es mucho más distante, pasa de él, y le he visto echarle unas miradas incluso despreciativas a su marido». Cuál es el verdadero sentimiento quizá es algo que podamos descubrir los próximos cuatro años.
El magnetismo personal del magnate ha sido un ingrediente clave a la hora de conectar con votantes en todos los sectores de la población
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