Castilla y León puede presumir, y de hecho lo hace, de una historia milenaria forjada a lo largo de los siglos desde los antiguos reinos de Castilla y de León y de su importancia en la construcción de lo que hoy es España, pero también de contar con un patrimonio único que sigue asombrando al mundo desde sus ciudades o pueblos, incluso hasta el más pequeño.. Hace no mucho, en estas mismas líneas de LA RAZÓN poníamos en valor la recuperación del retablo mayor de la iglesia parroquial de Santiago Apóstol de la localidad segoviana de Anaya, del siglo XVI y con clara estética renacentista, pero, sobre todo, de un alto valor artístico.. Una obra que cuenta con un atractivo calvario de bulto redondo, realizado en madera policromada, junto al que sobresale, ambos lados del mismo y en dos sugerentes tondos, un relieve de la Anunciación. En la calle central se dispone un magnífico alto relieve de Santiago a caballo, dedicación de la iglesia y en el banco se distribuyen relieves de los evangelistas y Padres de la Iglesia. Una magnífica obra que se atribuye a Diego de Aguilar, uno de los mejores pintores de los talleres segovianos del siglo XVI junto a Gabriel de Sosa y Alonso de Herrera, en la que destacan también la representación del Nacimiento, la Santa Faz y la Adoración de los Mago, en el primer cuerpo, o la Subida al Calvario y San Pedro llorando ante Cristo atado a la columna, en el segundo.. Pero hoy, queremos detenernos en una las obras de arte cumbres de España de estilo renacentista, que luce en su esplendor en una de las ciudades más importantes de Castilla y León y con un pasado romano que hace las delicias de los amantes de la historia y del imperio romano.. Un municipio de algo más de diez mil habitantes que es conocido también como la ciudad del chocolate, por el Museo que abrió sus puertas hace tres décadas en el que se muestra como el cacao se transforma en uno de los alimentos favoritos de casi todo el mundo y la historia de unas familias del lugar que se hicieron con el control de la fabricación del chocolate en el pasado siglo XX llegando a ser proveedoras oficiales de la Casa Real.. Nos estamos refiriendo a Astorga, la Asturica Augusta en la época romana, una ciudad fundada en torno al año 14 antes de Cristo como campamento de la Legio X Gemina, y que a principios del siglo I se desarrolló como núcleo civil y fue capital del convento Asturicense, dentro de la provincia Tarraconense.. Una localidad que es Villa Espiscopal por cuanto en ella sobresale su espectacular catedral. Un edificio que nació gótico, pero que creció como renacentista y barroco hasta llegar al neoclásico, según las distintas rehabilitaciones y ampliaciones llevadas a cabo a lo largo de los tres siglos que tardaron en terminarla, aunque se suele hablar de ella como un ejemplo de gótico-tardío.. Y dentro de esta magnífica Seo se encuentra una de las obras maestras del Renacimiento español: el retablo de la Capilla Mayor, que asombra a cualquiera que visita el lugar no solo por sus majestuosas dimensiones, sino porque aúna en su conjunto arquitectura, escultura y pintura.. Un retablo que es la obra indispensable para entender a Gaspar Becerra, el artista jienense de Baeza conocido como el “El Miguel Ángel español”, que se trajo de la Italia del Cinquecento, la cuna del Renacimiento, el clasicismo de este estilo artístico y el patrón estético del genio italiano.. De hecho, a este retablo le consideran como el mejor manifiesto del «nuevo estilo” y, como curiosidad, Becerra esculpió previamente el grupo de la Asunción como muestra para que lo examinara el Cabildo, y para que se tomara como modelo de lo que vendría después.. La pintura, el dorado, el estofado y las encarnaciones completan para mejor esta maravilla arquitectónica y escultórica que se organiza con cinco calles, entre las que sobresale la central, con protagonismo para La Asunción, patrona de la Catedral.. Una figura de proporciones llenas en las que destaca la composición de La Coronación, y a la que se añaden Las Virtudes como la caridad, la fe, la religión o la vigilancia, que están en el banco con actitudes forzadas y violentas, típicas de Miguel Ángel, y cuerpos enormemente musculosos que recuerdan a la tumba de los Médicis o las Sibilas de la Capilla Sixtina.. Qué ver en Astorga. Aparte de la catedral o el Museo del Chocolate o el Romano, Astorga ofrece al viajero muchos otros lugares que hay que visitar y conocer alguna vez en la vida.. Lo primero es pasear por sus calles y por su famosa ruta del arte urbano al aire libre orientada a la tradición y la historia de la ciudad que atrae a muchos turistas que quedan seducidos por la calidad de los murales.. La Plaza Mayor, del siglo XVII, está levantada justo sobre el antiguo foro romano del que aún quedan algunos restos en el subsuelo, es parada obligatoria en Astorga. En el ágora maragato sobresale la Casa Consistorial, del mismo siglo y uno de los más ejemplos de barroco civil más importantes de España, donde sobresalen las dos torres gemelas y la pareja de maragatos, Juan Zacunda y Colasa, ataviados con el traje regional típico, junto al reloj.. También hay que visitar el Palacio Episcopal de Gaudí, el genio modernista, que diseño un complejo neogótico como homenaje a la Catedral en un espacio en el que se mezcla lo viejo con lo nuevo y no deja indiferente a nadie, tampoco por su similitud a un castillo de Playmobil, que ahora acoge el Museo de los Caminos.. Muy cerca se encuentra la Casa Granell, de Antonio Palacios, en la que sobresale su icónica torre.. Y para finalizar la visita, en los alrededores de Astorga hay varios municipios que merecen muy mucho la pena conocer, como Castrillo de los Polvazares, peculiar municipio característico por sus casas de piedra típica de la zona, o por el cocido maragato de sus numerosos restaurantes. Cerca está también Val de San Lorenzo, Turienzo de los Caballeros, Rabanal del Camino, Hospital de Órbigo o Tabuyo del Monte, lugares aconsejables para visitar y empaparse de la cultura y tradiciones de esta zona de la provincia de León.
Es una de las creaciones cumbre del Renacimiento en España y destaca por sus grandes dimensiones así como por aunar arquitectura, escultura y pintura
Castilla y León puede presumir, y de hecho lo hace, de una historia milenaria forjada a lo largo de los siglos desde los antiguos reinos de Castilla y de León y de su importancia en la construcción de lo que hoy es España, pero también de contar con un patrimonio único que sigue asombrando al mundo desde sus ciudades o pueblos, incluso hasta el más pequeño.. Hace no mucho, en estas mismas líneas de LA RAZÓN poníamos en valor la recuperación del retablo mayor de la iglesia parroquial de Santiago Apóstol de la localidad segoviana de Anaya, del siglo XVI y con clara estética renacentista, pero, sobre todo, de un alto valor artístico.. Una obra que cuenta con un atractivo calvario de bulto redondo, realizado en madera policromada, junto al que sobresale, ambos lados del mismo y en dos sugerentes tondos, un relieve de la Anunciación. En la calle central se dispone un magnífico alto relieve de Santiago a caballo, dedicación de la iglesia y en el banco se distribuyen relieves de los evangelistas y Padres de la Iglesia. Una magnífica obra que se atribuye a Diego de Aguilar, uno de los mejores pintores de los talleres segovianos del siglo XVI junto a Gabriel de Sosa y Alonso de Herrera, en la que destacan también la representación del Nacimiento, la Santa Faz y la Adoración de los Mago, en el primer cuerpo, o la Subida al Calvario y San Pedro llorando ante Cristo atado a la columna, en el segundo.. Pero hoy, queremos detenernos en una las obras de arte cumbres de España de estilo renacentista, que luce en su esplendor en una de las ciudades más importantes de Castilla y León y con un pasado romano que hace las delicias de los amantes de la historia y del imperio romano.. Un municipio de algo más de diez mil habitantes que es conocido también como la ciudad del chocolate, por el Museo que abrió sus puertas hace tres décadas en el que se muestra como el cacao se transforma en uno de los alimentos favoritos de casi todo el mundo y la historia de unas familias del lugar que se hicieron con el control de la fabricación del chocolate en el pasado siglo XX llegando a ser proveedoras oficiales de la Casa Real.. Nos estamos refiriendo a Astorga, la Asturica Augusta en la época romana, una ciudad fundada en torno al año 14 antes de Cristo como campamento de la Legio X Gemina, y que a principios del siglo I se desarrolló como núcleo civil y fue capital del convento Asturicense, dentro de la provincia Tarraconense.. Una localidad que es Villa Espiscopal por cuanto en ella sobresale su espectacular catedral. Un edificio que nació gótico, pero que creció como renacentista y barroco hasta llegar al neoclásico, según las distintas rehabilitaciones y ampliaciones llevadas a cabo a lo largo de los tres siglos que tardaron en terminarla, aunque se suele hablar de ella como un ejemplo de gótico-tardío.. Y dentro de esta magnífica Seo se encuentra una de las obras maestras del Renacimiento español: el retablo de la Capilla Mayor, que asombra a cualquiera que visita el lugar no solo por sus majestuosas dimensiones, sino porque aúna en su conjunto arquitectura, escultura y pintura.. Un retablo que es la obra indispensable para entender a Gaspar Becerra, el artista jienense de Baeza conocido como el “El Miguel Ángel español”, que se trajo de la Italia del Cinquecento, la cuna del Renacimiento, el clasicismo de este estilo artístico y el patrón estético del genio italiano.. De hecho, a este retablo le consideran como el mejor manifiesto del «nuevo estilo” y, como curiosidad, Becerra esculpió previamente el grupo de la Asunción como muestra para que lo examinara el Cabildo, y para que se tomara como modelo de lo que vendría después.. La pintura, el dorado, el estofado y las encarnaciones completan para mejor esta maravilla arquitectónica y escultórica que se organiza con cinco calles, entre las que sobresale la central, con protagonismo para La Asunción, patrona de la Catedral.. Una figura de proporciones llenas en las que destaca la composición de La Coronación, y a la que se añaden Las Virtudes como la caridad, la fe, la religión o la vigilancia, que están en el banco con actitudes forzadas y violentas, típicas de Miguel Ángel, y cuerpos enormemente musculosos que recuerdan a la tumba de los Médicis o las Sibilas de la Capilla Sixtina.. Aparte de la catedral o el Museo del Chocolate o el Romano, Astorga ofrece al viajero muchos otros lugares que hay que visitar y conocer alguna vez en la vida.. Lo primero es pasear por sus calles y por su famosa ruta del arte urbano al aire libre orientada a la tradición y la historia de la ciudad que atrae a muchos turistas que quedan seducidos por la calidad de los murales.. La Plaza Mayor, del siglo XVII, está levantada justo sobre el antiguo foro romano del que aún quedan algunos restos en el subsuelo, es parada obligatoria en Astorga. En el ágora maragato sobresale la Casa Consistorial, del mismo siglo y uno de los más ejemplos de barroco civil más importantes de España, donde sobresalen las dos torres gemelas y la pareja de maragatos, Juan Zacunda y Colasa, ataviados con el traje regional típico, junto al reloj.. También hay que visitar el Palacio Episcopal de Gaudí, el genio modernista, que diseño un complejo neogótico como homenaje a la Catedral en un espacio en el que se mezcla lo viejo con lo nuevo y no deja indiferente a nadie, tampoco por su similitud a un castillo de Playmobil, que ahora acoge el Museo de los Caminos.. Muy cerca se encuentra la Casa Granell, de Antonio Palacios, en la que sobresale su icónica torre.. Y para finalizar la visita, en los alrededores de Astorga hay varios municipios que merecen muy mucho la pena conocer, como Castrillo de los Polvazares, peculiar municipio característico por sus casas de piedra típica de la zona, o por el cocido maragato de sus numerosos restaurantes. Cerca está también Val de San Lorenzo, Turienzo de los Caballeros, Rabanal del Camino, Hospital de Órbigo o Tabuyo del Monte, lugares aconsejables para visitar y empaparse de la cultura y tradiciones de esta zona de la provincia de León.
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