Unas 600 toneladas de parafina fueron vertidas el pasado 1 de noviembre a las aguas del Estrecho de Gibraltar tras chocar el granelero «Louisa Bolten» con el buque cisterna «Southern Puma». El suceso tuvo lugar a unas 20 millas de Punta Europa, en Gibraltar, y a 15 de Ceuta, provocando un «grave daño a cientos de especies marinas que frecuentan esta zona del Estrecho y el Mar de Alborán», según advirtió Verdemar-Ecologistas en Acción. Lo cierto es que este enclave se ha convertido en un punto caliente de vertidos contaminantes a causa del incesante tráfico de petroleros y otros buques con cargas peligrosas, al calor del limbo administrativo de las aguas de la Roca y por la ingente actividad que registra el Puerto de Algeciras, el que más mercancías mueve de toda España.. «El trasiego de buques con combustible en este enclave es estresante», apunta a LA RAZÓN Antonio Muñoz, portavoz del colectivo ecologista en el Campo de Gibraltar, la zona «donde más accidentes de este tipo están ocurriendo en los últimos años». Muñoz recuerda que, tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el posterior conflicto bélico, la UE prohibió comprar cualquier tipo de combustible de procedencia rusa, por lo que los barcos de este país cruzaban el Atlántico y hacían el traspaso de fuel frente a la costa de Ceuta, con el consiguiente peligro medioambiental.. En esta ocasión el buque accidentado transportaba parafina, un material altamente contaminante que se extrae del petróleo crudo destilado. El portavoz ecologista subraya que su organización denunció la presencia de ese barco ante Capitanía Marítima. Salió del puerto de Amberes y desde el Canal de la Mancha «venía sin el sistema de identificación automática (AIS)». «Pensamos que el granelero impactó en el costado del buque cisterna por la niebla, ya que navegaba sin AIS», asegura Muñoz, dudando en todo momento de la versión de Capitanía, que apunta que el buque iba a descargar a una refinería ubicada en la Bahía de Algeciras.. La parafina es un material que en contacto con el agua fría se cristaliza y a altas temperaturas adquiere una textura chiclosa. «Capitanía dice que se ha volatilizado», apunta Muñoz, además de denunciar que «600 toneladas son muchas y alguien debería haber dicho algo más, puesto que las corrientes lo mismo llevan el vertido hacia Marruecos que hacia la costa de Algeciras y La Línea». El «Southern Puma» atracó finalmente en el Puerto de Algeciras, donde permanece a la espera de que haya disponibilidad de astillero para reparar su casco.. En la memoria de muchos vecinos de los municipios del Campo de Gibraltar quedan otros accidentes de este tipo que acabaron con vertidos de gran envergadura. Tal es el caso del buque chatarrero «New Flame», que chocó con un petrolero en agosto de 2007 que portaba casi 60.000 toneladas de combustible. El buque ocasionó varios vertidos en el litoral del Campo de Gibraltar. Los dos más importantes se registraron en la Navidad de aquel año, tiñendo de negro las dos playas de Algeciras, la de Getares y El Rinconcillo. Se recogieron toneladas de «chapapote» y, tras algo más de una semana, operarios de diversas administraciones devolvieron a la costa su mejor aspecto.. Un año después, el granelero con bandera de Liberia «Fedra» encalló en Punta Europa durante uno de los mayores temporales que se recuerdan en el Estrecho. Las autoridades de Gibraltar confirmaron que el barco partido en dos perdió al menos la mitad del combustible que transportaba –unas 150 toneladas–. Uno de los sucesos más recientes lo protagonizó en septiembre de 2022 el granelero OS35, que quedó encallado en Gibraltar tras chocar con el buque metanero «Adam LG». Las autoridades de la Roca colocaron una barrera anticontaminación, pero el fuerte temporal dio al traste con esta solución y las bolas de hidrocarburos aparecieron en la playa de Levante de La Línea.. Muñoz apunta que España «es uno de los países donde más inspecciones se están haciendo en los buques de esta tipología», siguiendo las directrices del Memorandum de París (PMOU). «Si Capitanía Marítima te retiene el barco porque no cumple la normativa, te vas a aguas en litigio y allí haces el avituallamiento», apunta, por lo que el trasiego de buques en esa zona es constante.. ¿Cuáles son los efectos de estos vertidos? El portavoz ecologista advierte de sus consecuencias en el turismo, sobre todo en enclaves con un gran desarrollo hotelero como Sotogrande y la Costa del Sol. La pesca tradicional «se ve amenazada» y también queda dañado el medio ambiente. «Hablamos de una zona protegida, que va desde el parque de los Alcornocales hasta el Estrecho, un paso importante de aves y cetáceos».
El limbo administrativo de las aguas de Gibraltar y el incesante trasiego de buques en el Puerto de Algeciras disparan el riesgo de accidentes con efectos en el medio ambiente
Unas 600 toneladas de parafina fueron vertidas el pasado 1 de noviembre a las aguas del Estrecho de Gibraltar tras chocar el granelero «Louisa Bolten» con el buque cisterna «Southern Puma». El suceso tuvo lugar a unas 20 millas de Punta Europa, en Gibraltar, y a 15 de Ceuta, provocando un «grave daño a cientos de especies marinas que frecuentan esta zona del Estrecho y el Mar de Alborán», según advirtió Verdemar-Ecologistas en Acción. Lo cierto es que este enclave se ha convertido en un punto caliente de vertidos contaminantes a causa del incesante tráfico de petroleros y otros buques con cargas peligrosas, al calor del limbo administrativo de las aguas de la Roca y por la ingente actividad que registra el Puerto de Algeciras, el que más mercancías mueve de toda España.. «El trasiego de buques con combustible en este enclave es estresante», apunta a LA RAZÓN Antonio Muñoz, portavoz del colectivo ecologista en el Campo de Gibraltar, la zona «donde más accidentes de este tipo están ocurriendo en los últimos años». Muñoz recuerda que, tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el posterior conflicto bélico, la UE prohibió comprar cualquier tipo de combustible de procedencia rusa, por lo que los barcos de este país cruzaban el Atlántico y hacían el traspaso de fuel frente a la costa de Ceuta, con el consiguiente peligro medioambiental.. En esta ocasión el buque accidentado transportaba parafina, un material altamente contaminante que se extrae del petróleo crudo destilado. El portavoz ecologista subraya que su organización denunció la presencia de ese barco ante Capitanía Marítima. Salió del puerto de Amberes y desde el Canal de la Mancha «venía sin el sistema de identificación automática (AIS)». «Pensamos que el granelero impactó en el costado del buque cisterna por la niebla, ya que navegaba sin AIS», asegura Muñoz, dudando en todo momento de la versión de Capitanía, que apunta que el buque iba a descargar a una refinería ubicada en la Bahía de Algeciras.. La parafina es un material que en contacto con el agua fría se cristaliza y a altas temperaturas adquiere una textura chiclosa. «Capitanía dice que se ha volatilizado», apunta Muñoz, además de denunciar que «600 toneladas son muchas y alguien debería haber dicho algo más, puesto que las corrientes lo mismo llevan el vertido hacia Marruecos que hacia la costa de Algeciras y La Línea». El «Southern Puma» atracó finalmente en el Puerto de Algeciras, donde permanece a la espera de que haya disponibilidad de astillero para reparar su casco.. En la memoria de muchos vecinos de los municipios del Campo de Gibraltar quedan otros accidentes de este tipo que acabaron con vertidos de gran envergadura. Tal es el caso del buque chatarrero «New Flame», que chocó con un petrolero en agosto de 2007 que portaba casi 60.000 toneladas de combustible. El buque ocasionó varios vertidos en el litoral del Campo de Gibraltar. Los dos más importantes se registraron en la Navidad de aquel año, tiñendo de negro las dos playas de Algeciras, la de Getares y El Rinconcillo. Se recogieron toneladas de «chapapote» y, tras algo más de una semana, operarios de diversas administraciones devolvieron a la costa su mejor aspecto.. Un año después, el granelero con bandera de Liberia «Fedra» encalló en Punta Europa durante uno de los mayores temporales que se recuerdan en el Estrecho. Las autoridades de Gibraltar confirmaron que el barco partido en dos perdió al menos la mitad del combustible que transportaba –unas 150 toneladas–. Uno de los sucesos más recientes lo protagonizó en septiembre de 2022 el granelero OS35, que quedó encallado en Gibraltar tras chocar con el buque metanero «Adam LG». Las autoridades de la Roca colocaron una barrera anticontaminación, pero el fuerte temporal dio al traste con esta solución y las bolas de hidrocarburos aparecieron en la playa de Levante de La Línea.. Muñoz apunta que España «es uno de los países donde más inspecciones se están haciendo en los buques de esta tipología», siguiendo las directrices del Memorandum de París (PMOU). «Si Capitanía Marítima te retiene el barco porque no cumple la normativa, te vas a aguas en litigio y allí haces el avituallamiento», apunta, por lo que el trasiego de buques en esa zona es constante.. ¿Cuáles son los efectos de estos vertidos? El portavoz ecologista advierte de sus consecuencias en el turismo, sobre todo en enclaves con un gran desarrollo hotelero como Sotogrande y la Costa del Sol. La pesca tradicional «se ve amenazada» y también queda dañado el medio ambiente. «Hablamos de una zona protegida, que va desde el parque de los Alcornocales hasta el Estrecho, un paso importante de aves y cetáceos».
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