Son ya tres décadas el tiempo que este músico y compositor, que se ha movido siempre con solvencia y brillo entre el pop y la canción de autor, lleva en el alambre de la música, con un saldo de diez discos de estudio a lo largo de dos etapas. Sus cinco primeros trabajos (el primero y el segundo grabados en inglés) los firmó entre 2001 y 2008 bajo el nombre de Deluxe, y fue con «Atlántico» (2012) cuando empezó a defender su repertorio con su nombre real, Xoel López. No obstante, él establece el inicio de la segunda etapa en el 2007, con los dos últimos discos de Deluxe: «Estuve bastantes años buscando mi personalidad –afirma–. Bueno, buscándola no, porque no era un objetivo, sino encontrándola sin querer, porque me fui encontrando con lo que soy ahora hace ya muchos años. Al principio estaba más con la cosa de aprender a tocar, de encontrar un sonido y mezclar todo lo que me gustaba. Era como un friki melómano que aprendía de los maestros y copiaba de todas partes, y me metí en la producción. Y luego ya apareció el autor, que trascendió todo eso. Digamos –prosigue– que mis siete últimos discos me explican y son los que me gustaría que me representasen. Creo que he ido respondiendo coherentemente a cada momento y que nunca me he traicionado a mí mismo. Y si descarto lo primero es porque lo veo más embrionario, como la fase del pintor que pinta retratos y paisajes, una época de aprendizaje. Pero es que empecé a componer y a publicar muy pronto, con 17 años». Al abordar esa etapa primigenia del músico es inevitable entrar en el indie, que se convirtió en una marca y parecía un pozo sin fondo, y que, sin embargo, no ha resistido con dignidad la prueba del tiempo: «Tendríamos que definir primero el concepto de indie –advierte–, que está muy en el aire. Nadie lo puede definir claramente porque tampoco es algo que se haya hecho nunca. Puedes verlo desde el lado positivo, que sería la independencia de hacer realmente lo que quieres, pero luego es verdad que se ha convertido en algo… Todos sabemos lo que es, más o menos, un estilo indie. Se habla mucho del “pijindie”, que es como un fondo de postureo. Hay gente que lo ve como una filosofía musical y otra lo ve como un estilo. Depende de qué hablemos, tendría una opinión u otra. Yo coqueteé con el estilo indie –reconoce–, pero nunca fui parte motor como sí fueron Los Planetas, por ejemplo, en cuanto a sonido. Sin embargo, salvo un par de discos, siempre estuve en discográficas independientes y Los Planetas estaban en multinacionales».. wf_cms.rss.read_more. ]]>
Con diez discos de estudio en su haber, el músico coruñés, de 47 años, habla de los aspectos cruciales de su vida y obra
Son ya tres décadas el tiempo que este músico y compositor, que se ha movido siempre con solvencia y brillo entre el pop y la canción de autor, lleva en el alambre de la música, con un saldo de diez discos de estudio a lo largo de dos etapas. Sus cinco primeros trabajos (el primero y el segundo grabados en inglés) los firmó entre 2001 y 2008 bajo el nombre de Deluxe, y fue con «Atlántico» (2012) cuando empezó a defender su repertorio con su nombre real, Xoel López. No obstante, él establece el inicio de la segunda etapa en el 2007, con los dos últimos discos de Deluxe: «Estuve bastantes años buscando mi personalidad –afirma–. Bueno, buscándola no, porque no era un objetivo, sino encontrándola sin querer, porque me fui encontrando con lo que soy ahora hace ya muchos años. Al principio estaba más con la cosa de aprender a tocar, de encontrar un sonido y mezclar todo lo que me gustaba. Era como un friki melómano que aprendía de los maestros y copiaba de todas partes, y me metí en la producción. Y luego ya apareció el autor, que trascendió todo eso. Digamos –prosigue– que mis siete últimos discos me explican y son los que me gustaría que me representasen. Creo que he ido respondiendo coherentemente a cada momento y que nunca me he traicionado a mí mismo. Y si descarto lo primero es porque lo veo más embrionario, como la fase del pintor que pinta retratos y paisajes, una época de aprendizaje. Pero es que empecé a componer y a publicar muy pronto, con 17 años». Al abordar esa etapa primigenia del músico es inevitable entrar en el indie, que se convirtió en una marca y parecía un pozo sin fondo, y que, sin embargo, no ha resistido con dignidad la prueba del tiempo: «Tendríamos que definir primero el concepto de indie –advierte–, que está muy en el aire. Nadie lo puede definir claramente porque tampoco es algo que se haya hecho nunca. Puedes verlo desde el lado positivo, que sería la independencia de hacer realmente lo que quieres, pero luego es verdad que se ha convertido en algo… Todos sabemos lo que es, más o menos, un estilo indie. Se habla mucho del “pijindie”, que es como un fondo de postureo. Hay gente que lo ve como una filosofía musical y otra lo ve como un estilo. Depende de qué hablemos, tendría una opinión u otra. Yo coqueteé con el estilo indie –reconoce–, pero nunca fui parte motor como sí fueron Los Planetas, por ejemplo, en cuanto a sonido. Sin embargo, salvo un par de discos, siempre estuve en discográficas independientes y Los Planetas estaban en multinacionales».. Las mayores referencias de Xoel son dos colosos, los Beatles y, sobre todo, Dylan, a quien considera un autor fundamental en su evolución: «Desde muy joven he sido dylaniano. Es, de hecho, una de mis grandes influencias, un pilar. Creo que está presente en la mitad de mi repertorio. Pero es curioso –revela–, primero descubro a los Beatles, con 12 o 13 años, y leyendo e investigando sobre ellos me enteré de que eran muy fans de Dylan, a quien empiezo a escuchar con la intención de que me influyese como influyó a los Beatles. Me lo ponía aunque no me gustase mucho. Creo que ha sido la única vez en mi vida que me obligué a que algo me gustara, era como si lo estudiase. Luego me compré un recopilatorio en vinilo y me influyó mucho el disco “Desire”, que no es de los más valorados y que me compré por la portada, literalmente, porque me pareció muy chula [Dylan de perfil sonriendo, con sombrero, abrigo con cuello de pelo y bufanda al viento]. El caso es que mi padre –prosigue– me sorprendió escuchando a Dylan y me dijo: “Ah, muy bien, ven aquí”, y me puso a Woody Guthrie, a Peter, Paul and Mary, a Pete Seeger…, y no sólo me lo contextualizó, sino que ahí me di cuenta de que todo el mundo, incluso los grandes autores, vienen de otra cosa. Porque se romantiza mucho en la música y muchos dicen “es que no sé quién no tenía influencias”, y eso es imposible, no existe». Reconoce este músico que la mayoría de sus canciones son autobiográficas: «El que dice que habla de algo que no es él está mintiendo –sentencia–. Tenemos una gran aliada, la metáfora, y a veces yo he cambiado nombres para no caer en la pornografía emocional. Porque a nadie le importa si la persona que te abandonó o abandonaste se llamaba Pepita o Rosalía. Y también ha habido algún ajuste de cuentas, como en “Todo lo que merezcas”, una de las favoritas del público. Era un hombre que me había jodido bastante a nivel laboral, pero creo que había mucha gente ahí metida. Es decir, que en mi cabeza no había una sola persona, sino que era como un sentimiento que yo había guardado durante muchos años y esa persona fue el resorte. Pero mis letras son muy autobiográficas, sí. Aunque empiezas hablando de una persona –añade–, en el fondo siempre hablo de mí. Porque hasta cuando te cagas en alguien estás definiéndote a ti. El otro, al final, es lo de menos. Las emociones, los sentimientos, son sagrados, ¿y quién no ha sentido despecho u odio en algún momento? Es un sentimiento totalmente lícito. Otra cosa es que cojas una pistola y mates a alguien, eso no se puede hacer. Pero sí cagarte en la puta y desahogarte en tu casa y darle un puñetazo al sofá».. Y aborda aquí dos temas esenciales en la vida y en su profesión, el amor y la fama: «Siempre he dicho que el amor mueve el mundo y nos da sentido. Son los momentos más gratificantes. Sentir amor es lo que justifica la vida. Hay otras cosas, como realizarse laboralmente, pero no es comparable. Para mí –continúa–, mi carrera, en muchos sentidos, es secundaria, y mucha gente que me conoce lo sabe. La pongo siempre en segundo plano: por delante está mi vida, absolutamente. En eso creo que he sido certero y he renunciado a los cantos de sirena. Y he entendido algo que tiene que ver con la fama, que a partir de un punto es pobreza. Eso que para mucha gente es un lugar a alcanzar, para mí es una pequeña o una gran estafa. Lo de la famosa jaula de oro. Yo lo he visto porque he tenido compañeros que estaban en eso y he pensado: “Ahí no quiero estar”, y he tratado de estar en un lugar más o menos intermedio que tenga lo bueno de cada cosa. Aun así, tienes que pagar ciertos peajes». Y termina hablando de su último trabajo, «Caldo espírito» (2023), que considera uno de los más logrados de su carrera: «En mi último disco es curioso que hayan vuelto cosas de ese principio más experimental, porque de repente me veo mezclando cositas y siendo un poco juguetón otra vez. Yo ese disco lo veo muy de voz. Con el tiempo te vas permitiendo hacer cosas distintas. La voz es lo que mejor nos representa, es el espejo del alma, y quería que la voz y las letras estuvieran en un primer plano. En el fondo siempre tengo a ese cantautor ahí, jugando y negociando con los elementos», concluye.. Javier Menéndez Flores. Levantaste tu casa entre un huracán y un campo de fresas. A un costado, una ciudad demacrada de Minnesota; al otro, un suburbio de Liverpool. Bob no lo sabe y John nunca lo supo, pero ese es un detalle menor. Hay veces en las que el oro del pasado nos visita sin perder un gramo de sus atributos, como cuando a la primavera le da por aporrear tu puerta en el arranque del invierno. Y lo único que importa es que ahí, en esos lugares tan distantes de la Torre de Hércules y en ese tiempo anterior a tu primer aliento, se gestó el veneno resucitador de la música y la palabra.. En el corazón de La Coruña el lamento del mar invadía hasta el último rincón de tu cabeza y la vida caminaba tratando de no encorvar la espalda entre la disciplina del Eusebio da Guarda, el pellizco intelectual del ajedrez y el festín de hombría del fútbol. Pero a Ángela y a José Ramón les dio por llenar la casa de libros y discos, por meter bajo su techo a una tropa de locos e inadaptados de distintas épocas, y si a esa pólvora le acercas el fósforo de una curiosidad con mucho filo, el incendio de la creación es inevitable. Y es de ese sitio de donde vienen las versiones y los primeros pasos de elefante.. (Qué lujo, López, poder matar al padre con el estilete de un perfecto caballero inglés, que es tanto como decir que las tablas de la ley de los mayores están para incumplirlas o ignorarlas. Quizá habría que apelar a Freud para que nos explique ciertas decisiones que fueron los pies de un cuerpo que aún no tenía cabeza, pero pase lo que pase te prometo que te veré en Londres).. Cree Xoel que escribe sobre laberintos, balas, cataratas, peces globo, glaciares y ochomiles, y resulta que el amor es el zumo único que habita sus canciones y que ni siquiera el tiempo, sicario supremo, ha logrado erosionar eso. Y en el país de las maravillas de la literatura hay que mentir mucho, muchísimo, todo lo que se pueda y un poco más. Pero ay de ti y ay de ella si os miráis a los ojos y perjuráis que no es cierto lo que los dos sabéis que ocurrió absolutamente.. (Qué lujo, López, tener para ti solo todas las dudas de Bowie –¿hay vida en Marte?–, la historia sin fin de Limahl y aquel Álbum Rojo que sonó hasta combarse y que aún alberga todas las respuestas. Y el día que decidiste exhumar el cadáver del padre te sorprendió descubrir que esos autores de gesto atrabiliario y una guitarra por toda orquesta eran tus hermanos. Y cuando creías que ya lo habías visto todo y nada te podía sorprender, la sola presencia de McCartney te devolvió de golpe toda tu biografía y una lluvia de emoción caló tus ojos).. A la misma hora, en todo el mundo, desde un ático de Sídney hasta un patio derramado de geranios en Tarifa, han explotado todos los cristales. ¿Pero qué le importa eso a un asaltante de estaciones? Les diré a todos los viernes de junio que vayan reservando mesa frente al mar porque tienes una guitarra que asesina inviernos y un bloc en donde dibujas los ojos azules del verano y una sed que podría batir todos los récords. Les diré que no hagan planes porque ya estás en camino y llegarás a tiempo. Qué lujo, López. Qué lujo, joder.
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