A los 34 años, Rocío fue diagnosticada de un cáncer de mama metastásico. Ahora, a los 42 años, está completamente volcada con la fundación Contigo, que trabaja para ayudar a las víctimas de esta enfermedad.. Todo comenzó con una caída de moto, cuando pensó que se le había movido una prótesis de pecho, pero, al hacerse una revisión, el médico fue tajante: «Me dijo: ‘Tienes cáncer’. Sin tapujos ni nada». Entonces, Rocío le pidió que fuera «un poco más empático». Poco después, la mujer conoció al médico que le salvó la vida, Javier Cortés: «Fue mi salvador y, en la primera consulta, me dijo: ‘Ocúpate de vivir, que ya me ocupo yo de tu salud'».. Asimismo, Rocío ha señalado que en lo primero que pensó es cómo se lo iba a contar a su madre, que ya había vivido de cerca el Alzheimer de su padre: «Aunque sea una tontería, en ese momento no lo ves así». Ante la enfermedad, su madre se trasladó de Sevilla a Madrid para vivir con ella: «Esto se cura con mucho amor».. «Hasta que Javier investigue y encuentre algo para nosotras, esto es una cadena continua que nunca acaba», ha agregado Rocío, que también ha destacado la importancia de la investigación de la enfermedad, pues si su médico no hubiera inventado el último medicamento con el que se está tratando ahora, su probabilidad de vivir sería mucho menor: «Tendría un veintialgo y ahora estoy en un ochenta y pico por cierto».. «Intento apagar el botón de la enfermedad y no llegar a casa y pensar que estoy mala», ha sentenciado Rocío que, tras 140 sesiones de quimioterapia, múltiples recaídas e innumerables revisiones, ahora asegura que tiene calidad de vida.
Rocío ha insistido en la necesidad de investigación de la enfermedad.
20MINUTOS.ES – Televisión
A los 34 años, Rocío fue diagnosticada de un cáncer de mama metastásico. Ahora, a los 42 años, está completamente volcada con la fundación Contigo, que trabaja para ayudar a las víctimas de esta enfermedad.. Todo comenzó con una caída de moto, cuando pensó que se le había movido una prótesis de pecho, pero, al hacerse una revisión, el médico fue tajante: «Me dijo: ‘Tienes cáncer’. Sin tapujos ni nada». Entonces, Rocío le pidió que fuera «un poco más empático». Poco después, la mujer conoció al médico que le salvó la vida, Javier Cortés: «Fue mi salvador y, en la primera consulta, me dijo: ‘Ocúpate de vivir, que ya me ocupo yo de tu salud'».. Asimismo, Rocío ha señalado que en lo primero que pensó es cómo se lo iba a contar a su madre, que ya había vivido de cerca el Alzheimer de su padre: «Aunque sea una tontería, en ese momento no lo ves así». Ante la enfermedad, su madre se trasladó de Sevilla a Madrid para vivir con ella: «Esto se cura con mucho amor».. «Hasta que Javier investigue y encuentre algo para nosotras, esto es una cadena continua que nunca acaba», ha agregado Rocío, que también ha destacado la importancia de la investigación de la enfermedad, pues si su médico no hubiera inventado el último medicamento con el que se está tratando ahora, su probabilidad de vivir sería mucho menor: «Tendría un veintialgo y ahora estoy en un ochenta y pico por cierto».. «Intento apagar el botón de la enfermedad y no llegar a casa y pensar que estoy mala», ha sentenciado Rocío que, tras 140 sesiones de quimioterapia, múltiples recaídas e innumerables revisiones, ahora asegura que tiene calidad de vida.