¿Querrías cabalgar un tiburón volando por las calles de tu pueblo? Admítelo, sería maravilloso. Además podrías aparcar donde quisieras, a ver quién es el listo que le pone una multa a un tiburón. Igual te muerde.. Si crees que voy a hablar de Sharknado, estás en lo correcto, pero no es el tema principal. La verdadera razón de esta temática es un demonio motosierra. Dicho así igual es hasta peor excusa, pero tanta barrabasada ficticia tiene su aquel. En el manga Chainsaw Man hay tiburones cayendo del cielo, como en la saga de serie Z, Sharknado. En el primero, un personaje monta un tiburón aéreo como si fuera un corcel marino que surca nubes en lugar de olas; en la segunda, Hollywood decide que tornados cargados de escualos pueden arrasar Los Ángeles con un ataque coordinado de dientes y aletas. Son exageraciones tan desmesuradas que nos hacen sonreír, pero también despiertan una pregunta genuina: ¿podría un fenómeno meteorológico extremo realmente lanzar a un tiburón por los aires?. Flying free, Baby Shark. En Chainsaw Man, obra de Tatsuki Fujimoto, se nos presenta un imaginario donde demonios conviven con humanos y la lógica física queda aparcada en un rincón, llorando y pataleando porque nadie la respeta. En ese universo, un personaje llamado Beam es, literalmente, el Demonio Tiburón, capaz de nadar tanto en agua como en superficies sólidas y, llegado el caso, dejarse montar como si fuera un vehículo aéreo. Una imagen potente, surrealista y, para muchos fans, inolvidable: el protagonista cabalgando sobre un tiburón que atraviesa los cielos con el sonido atronador de las motosierras entre edificios japoneses. Ni un sueño febril es tan alocado. El estreno de su nueva película Chainsaw Man: El arco de Reze es el momento adecuado para hablar de esta locura sin parangón.. En paralelo, a este lado del globo, la saga Sharknado hizo escuela en el género de la serie B televisiva. La premisa es tan absurda como efectiva: tornados que se forman sobre el océano arrastra tiburones y los depositan en las calles de ciudades estadounidenses. Con cada entrega, la idea escalaba en locura: tiburones cayendo sobre la Casa Blanca, sobre Londres o en viajes en el tiempo. Una auténtica fantasmada que acabó convirtiéndose en fenómeno viral y, a decir verdad, no tan descabellado.. Hay fenómenos meteorológicos que transportan animales: lluvias de peces, ranas o incluso pequeños crustáceos están documentados en la literatura científica. El mecanismo suele ser el mismo: trombas marinas o corrientes intensas que succionan criaturas acuáticas y las depositan en tierra firme. Pero esos casos suelen involucrar organismos ligeros, de pocos gramos, no depredadores que pueden pesar entre 200 y 1000 kilos y llevarte medio pecho con un mordisco… Por eso resulta interesante mirar hacia los registros meteorológicos más extremos de la historia. Tornados como el de El Reno (Oklahoma, 2013), con un tamaño récord de 4,2 km de ancho y ráfagas medidas de hasta 500 km/h, o el de Moore (Oklahoma, 1999), con picos de 517 km/h, son auténticas bestias atmosféricas. Fuera de Estados Unidos, destaca el de San Justo en Argentina (1973), capaz de arrancar techos y lanzar tractores a cientos de metros. Si alguno pudiera ser candidato a “sharknado real”, serían estos, si no fuera porque no portaban tiburones consigo. Bueno, si se llevaron volando tractores igual podía hacerse un spin-off llamado “Trac-nado”, pero igual no tendría tanto tirón a no ser que fuera un DLC para el Farming Simulator. La clave está en que los tornados sí levantan cosas muy pesadas: camiones cisterna de varias toneladas, vagones de tren, maquinaria industrial… Pero levantar un tiburón tiene un inconveniente insalvable: los escualos no viven en carreteras ni aparcamientos, sino bajo toneladas de agua. Y ahí las reglas físicas hacen que la tarea sea prácticamente imposible.. Y la ficción hace aguas. Un tornado es una columna de aire giratoria extremadamente intensa, con vientos que pueden superar los 480–500 km/h en los casos más violentos. Su fuerza se mide con la escala Fujita (EF), que clasifica desde EF0 hasta EF5 según los daños observados. En los niveles máximos, se documentan automóviles lanzados a cientos de metros, estructuras reforzadas arrasadas y objetos de decenas de toneladas desplazados. A priori, suficiente potencia como para pensar en tiburones voladores, porque lo último que debemos hacer es dejar de soñar.. Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre un coche en una carretera y un tiburón en el mar, y no, no es que uno tenga ruedas y otro dientes, es la densidad del medio en el que se mueve cada uno. El aire es unas 800 veces menos denso que el agua. Un coche está expuesto directamente al viento, sin resistencia adicional; un tiburón, en cambio, está “anclado” en un entorno que amortigua cualquier empuje externo. Para que un tornado arrancara un tiburón del agua, primero debería “vencer” a la propia masa líquida que lo rodea, algo que no ocurre en la realidad porque los tornados no tienen capacidad de succionar masas significativas de agua más allá de trombas marinas superficiales. Si el tiburón estuviera muy, pero que muy cerca de la superficie como en la película de Spielberg, igual sí podría ser succionado para deleite de los fans de Sharknado, pero es más complicado de lo que parece.. Los tiburones tienen densidades muy cercanas a la del agua, de modo que su “peso aparente” dentro del mar es bajo. Para que salgan despedidos hace falta que la propia masa de agua en la que están inmersos se acelere hacia arriba, pero no es una labor muy complicada. Hay que recordar la sensación que se tiene flotando en el agua, donde tu cuerpo no “pesa lo que pesa en realidad”. El peso aparente es menor a tu peso real y permite que, con fuerzas mucho más leves, se pueda te pueda mover con mayor facilidad, y en este caso con los tiburones sucede igual. Con cálculos sencillos a los que podéis acceder en mi perfil de Patreon, de libre acceso y gratuito, se puede estimar que basta una aceleración apenas 40 veces menor que la gravedad terrestre para que un tiburón comience a perder anclaje. ¿Y qué puede generar esa aceleración en el mar? Elementos del propio mar, como olas grande o una marejada ciclónica. De hecho, eso explica por qué tras huracanes como Ian (Florida, 2022) se han visto tiburones juveniles nadando en calles inundadas, pero claro, los trajo la crecida del agua, no el viento.. Los tornados, en cambio, actúan sobre tierra y rara vez interactúan con fauna marina. Sí pueden producir trombas marinas, pero lo que levantan son pequeños peces o invertebrados, no animales de cientos de kilos. Los registros oficiales jamás han documentado un tiburón volando en un tornado, y los vídeos virales suelen resultar engaños. Aunque la física de los tornados permite lanzar objetos enormes, la combinación de factores necesaria para que atrapen un tiburón es prácticamente nula. Para ver tiburones en calles urbanas necesitamos huracanes, marejadas o tsunamis, que arrastran agua y fauna con ella. Los tornados solos no lo lograrán.. Por mucho que nos divierta la idea, los tiburones seguirán siendo dueños de las profundidades y no de las corrientes aéreas. Y quizá eso sea lo mejor: nadie quiere comprobar en sus carnes cómo un tiburón volador se cuela por tu ventana mientras juegas a la Play en tu habitación, que con el susto seguro que harías un aspaviento entrando en Youtube y el tiburón te empezaría a masticar mientras suena de fondo “Baby Shark”
Sharknado podría ser real si los tiburones estuvieran al aire libre y hubiera un tornado muy fuerte
¿Querrías cabalgar un tiburón volando por las calles de tu pueblo? Admítelo, sería maravilloso. Además podrías aparcar donde quisieras, a ver quién es el listo que le pone una multa a un tiburón. Igual te muerde.. Si crees que voy a hablar de Sharknado, estás en lo correcto, pero no es el tema principal. La verdadera razón de esta temática es un demonio motosierra. Dicho así igual es hasta peor excusa, pero tanta barrabasada ficticia tiene su aquel. En el manga Chainsaw Man hay tiburones cayendo del cielo, como en la saga de serie Z, Sharknado. En el primero, un personaje monta un tiburón aéreo como si fuera un corcel marino que surca nubes en lugar de olas; en la segunda, Hollywood decide que tornados cargados de escualos pueden arrasar Los Ángeles con un ataque coordinado de dientes y aletas. Son exageraciones tan desmesuradas que nos hacen sonreír, pero también despiertan una pregunta genuina: ¿podría un fenómeno meteorológico extremo realmente lanzar a un tiburón por los aires?. Flying free, Baby Shark. En Chainsaw Man, obra de Tatsuki Fujimoto, se nos presenta un imaginario donde demonios conviven con humanos y la lógica física queda aparcada en un rincón, llorando y pataleando porque nadie la respeta. En ese universo, un personaje llamado Beam es, literalmente, el Demonio Tiburón, capaz de nadar tanto en agua como en superficies sólidas y, llegado el caso, dejarse montar como si fuera un vehículo aéreo. Una imagen potente, surrealista y, para muchos fans, inolvidable: el protagonista cabalgando sobre un tiburón que atraviesa los cielos con el sonido atronador de las motosierras entre edificios japoneses. Ni un sueño febril es tan alocado. El estreno de su nueva película Chainsaw Man: El arco de Reze es el momento adecuado para hablar de esta locura sin parangón.. ‘Chainsaw Man – The Movie: Reze Arc’Cinemanía. En paralelo, a este lado del globo, la saga Sharknado hizo escuela en el género de la serie B televisiva. La premisa es tan absurda como efectiva: tornados que se forman sobre el océano arrastra tiburones y los depositan en las calles de ciudades estadounidenses. Con cada entrega, la idea escalaba en locura: tiburones cayendo sobre la Casa Blanca, sobre Londres o en viajes en el tiempo. Una auténtica fantasmada que acabó convirtiéndose en fenómeno viral y, a decir verdad, no tan descabellado.. Hay fenómenos meteorológicos que transportan animales: lluvias de peces, ranas o incluso pequeños crustáceos están documentados en la literatura científica. El mecanismo suele ser el mismo: trombas marinas o corrientes intensas que succionan criaturas acuáticas y las depositan en tierra firme. Pero esos casos suelen involucrar organismos ligeros, de pocos gramos, no depredadores que pueden pesar entre 200 y 1000 kilos y llevarte medio pecho con un mordisco… Por eso resulta interesante mirar hacia los registros meteorológicos más extremos de la historia. Tornados como el de El Reno (Oklahoma, 2013), con un tamaño récord de 4,2 km de ancho y ráfagas medidas de hasta 500 km/h, o el de Moore (Oklahoma, 1999), con picos de 517 km/h, son auténticas bestias atmosféricas. Fuera de Estados Unidos, destaca el de San Justo en Argentina (1973), capaz de arrancar techos y lanzar tractores a cientos de metros. Si alguno pudiera ser candidato a “sharknado real”, serían estos, si no fuera porque no portaban tiburones consigo. Bueno, si se llevaron volando tractores igual podía hacerse un spin-off llamado “Trac-nado”, pero igual no tendría tanto tirón a no ser que fuera un DLC para el Farming Simulator. ‘Sharknado’Cinemanía. La clave está en que los tornados sí levantan cosas muy pesadas: camiones cisterna de varias toneladas, vagones de tren, maquinaria industrial… Pero levantar un tiburón tiene un inconveniente insalvable: los escualos no viven en carreteras ni aparcamientos, sino bajo toneladas de agua. Y ahí las reglas físicas hacen que la tarea sea prácticamente imposible.. Y la ficción hace aguas. Un tornado es una columna de aire giratoria extremadamente intensa, con vientos que pueden superar los 480–500 km/h en los casos más violentos. Su fuerza se mide con la escala Fujita (EF), que clasifica desde EF0 hasta EF5 según los daños observados. En los niveles máximos, se documentan automóviles lanzados a cientos de metros, estructuras reforzadas arrasadas y objetos de decenas de toneladas desplazados. A priori, suficiente potencia como para pensar en tiburones voladores, porque lo último que debemos hacer es dejar de soñar.. Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre un coche en una carretera y un tiburón en el mar, y no, no es que uno tenga ruedas y otro dientes, es la densidad del medio en el que se mueve cada uno. El aire es unas 800 veces menos denso que el agua. Un coche está expuesto directamente al viento, sin resistencia adicional; un tiburón, en cambio, está “anclado” en un entorno que amortigua cualquier empuje externo. Para que un tornado arrancara un tiburón del agua, primero debería “vencer” a la propia masa líquida que lo rodea, algo que no ocurre en la realidad porque los tornados no tienen capacidad de succionar masas significativas de agua más allá de trombas marinas superficiales. Si el tiburón estuviera muy, pero que muy cerca de la superficie como en la película de Spielberg, igual sí podría ser succionado para deleite de los fans de Sharknado, pero es más complicado de lo que parece.. Un hombre recupera objetos de su casa en Moore, Oklahoma, Estados Unidos.. Los tiburones tienen densidades muy cercanas a la del agua, de modo que su “peso aparente” dentro del mar es bajo. Para que salgan despedidos hace falta que la propia masa de agua en la que están inmersos se acelere hacia arriba, pero no es una labor muy complicada. Hay que recordar la sensación que se tiene flotando en el agua, donde tu cuerpo no “pesa lo que pesa en realidad”. El peso aparente es menor a tu peso real y permite que, con fuerzas mucho más leves, se pueda te pueda mover con mayor facilidad, y en este caso con los tiburones sucede igual. Con cálculos sencillos a los que podéis acceder en mi perfil de Patreon, de libre acceso y gratuito, se puede estimar que basta una aceleración apenas 40 veces menor que la gravedad terrestre para que un tiburón comience a perder anclaje. ¿Y qué puede generar esa aceleración en el mar? Elementos del propio mar, como olas grande o una marejada ciclónica. De hecho, eso explica por qué tras huracanes como Ian (Florida, 2022) se han visto tiburones juveniles nadando en calles inundadas, pero claro, los trajo la crecida del agua, no el viento.. Los tornados, en cambio, actúan sobre tierra y rara vez interactúan con fauna marina. Sí pueden producir trombas marinas, pero lo que levantan son pequeños peces o invertebrados, no animales de cientos de kilos. Los registros oficiales jamás han documentado un tiburón volando en un tornado, y los vídeos virales suelen resultar engaños. Aunque la física de los tornados permite lanzar objetos enormes, la combinación de factores necesaria para que atrapen un tiburón es prácticamente nula. Para ver tiburones en calles urbanas necesitamos huracanes, marejadas o tsunamis, que arrastran agua y fauna con ella. Los tornados solos no lo lograrán.. Por mucho que nos divierta la idea, los tiburones seguirán siendo dueños de las profundidades y no de las corrientes aéreas. Y quizá eso sea lo mejor: nadie quiere comprobar en sus carnes cómo un tiburón volador se cuela por tu ventana mientras juegas a la Play en tu habitación, que con el susto seguro que harías un aspaviento entrando en Youtube y el tiburón te empezaría a masticar mientras suena de fondo “Baby Shark”
