Idan Sherer, historiador, profesor en la Universidad Ben Gurion, discípulo de Yuva Noah Harari, especializado en los siglos de la edad media y la época moderna temprana, lo dice sin ambigüedades ni reparos, con una absoluta claridad: «Los españoles de los tercios fueron reconocidos por sus contemporáneos como soldados especialmente feroces y eficientes». Y, no contento con eso, también asegura, sin ningún género de duda, que estos hombres eran reconocidos por «su fuerte espíritu de cuerpo, su celo nacional y religioso y su profundo sentido del honor y el orgullo» y que, si esto no es suficiente, a todo lo anterior habría que sumar, para entender una parte importante de su éxito, que «la razón más importante de su superioridad es que no eran mercenarios propiamente dichos, sino soldados profesionales reclutados por España y sus monarcas y que luchaban solo por ellos. Los ejércitos españoles estaban formados en su mayoría por soldados de naciones extranjeras, como alemanes, valones, italianos y otros, pero el núcleo central de los ejércitos españoles de principios de la Edad Moderna eran soldados procedentes de la Península Ibérica».. wf_cms.rss.read_more. ]]>
El historiador Idan Sherer retrata el éxito, la gloria y la violencia de los tercios españoles en sus campañas en Italia durante el siglo XVI
Idan Sherer, historiador, profesor en la Universidad Ben Gurion, discípulo de Yuva Noah Harari, especializado en los siglos de la edad media y la época moderna temprana, lo dice sin ambigüedades ni reparos, con una absoluta claridad: «Los españoles de los tercios fueron reconocidos por sus contemporáneos como soldados especialmente feroces y eficientes». Y, no contento con eso, también asegura, sin ningún género de duda, que estos hombres eran reconocidos por «su fuerte espíritu de cuerpo, su celo nacional y religioso y su profundo sentido del honor y el orgullo» y que, si esto no es suficiente, a todo lo anterior habría que sumar, para entender una parte importante de su éxito, que «la razón más importante de su superioridad es que no eran mercenarios propiamente dichos, sino soldados profesionales reclutados por España y sus monarcas y que luchaban solo por ellos. Los ejércitos españoles estaban formados en su mayoría por soldados de naciones extranjeras, como alemanes, valones, italianos y otros, pero el núcleo central de los ejércitos españoles de principios de la Edad Moderna eran soldados procedentes de la Península Ibérica».. El historiador ahonda en los motivos de este éxito y comenta que la fama legendaria de estas tropas procedía, en parte, de los mandos excepcionales que tenían: «Estaban dirigidos por algunos de los mejores generales de la época, siendo Fernando González de Córdoba (El Gran Capitán), Pedro de Navarro, Alfonso d’Avalos, marchese di Pescara, y el Duque de Alba, los más exitosos y reputados de sus generales en el siglo XVI».. Los más aptos. A esta razón principal también habría que añadir otra que tampoco es menor y que no conviene pasar por alto o tomar a la ligera: «Se percibían a sí mismos, y eran percibidos por los demás, como contingentes militares distintos y superiores al resto. A pesar de los innumerables motines, saqueos y descalabros, los españoles, y especialmente los veteranos, eran considerados por la mayoría de las figuras políticas y militares de principios de la Edad Moderna como los mejores soldados de su tiempo. Eran considerados leales y más aptos y fiables que la mayoría en los campos de batalla».. «La infantería española ya dio pruebas de su superioridad antes de la batalla de Pavía, en 1525»Idan Sherer. Idan Sherer ha publicado «Italia mi ventura. El soldado español en las guerras de Italia» (Desperta Ferro), un minucioso estudio que recoge hazañas, aventuras y éxitos de estos contingentes, pero que también analiza aquello que les dio mala fama y a lo que él mismo hacía referencia más arriba: los amotinamientos, el pillaje practicado en las ciudades, la violencia que se aplicó contra los civiles. Algo que no es nuevo y que, de hecho, ya denunció en el siglo XVI el dramaturgo español Bartolomé de Torres Naharro.. El escritor, que nació en España, tomó los hábitos a edad temprana, que fue secuestrado por piratas agarenos en su viaje a Italia y que vivió su sacerdocio en los suntuosos palacios de Roma, daba cuenta en su comedia «La soldadesca» del mal comportamiento de tercios en tierras del Papa. A pesar del espíritu bufo de esta obra de teatro, los espectadores, que los había de toda talla y pelaje, desde los que se reían hasta los que se sintieron ofendidos, entendieron el mensaje que había entre líneas y, por este motivo y otros cuantos, cayó sobre el escritor, con todo su aplomo, la Santa Inquisición. El brazo secular de la Iglesia mandó retirar y destruir sus obras. Y lo consiguió. Apenas quedan originales hoy.. Idan Sherer estaría de acuerdo en muchas cosas con el dramaturgo español. Él admite sin reparos que «la infantería española ya dio pruebas de su superioridad antes de la batalla de Pavía, en 1525. Las batallas de Cerignola en 1503 y de Rávena en 1512 demostraron su eficacia contra algunos de los mejores soldados de la época, especialmente los landsknechts suizos y alemanes». A pesar de la fascinación militar que pueda ejercer este cuerpo en él, el historiador no esconde ni elude los hechos, que son los que fueron, y que plasma con suma vivacidad en su monografía. «Que la supervisión sobre los soldados fuera muy escasa en ocasiones y que durante las campañas los ejércitos pudieran extenderse a lo largo de kilómetros y que pudieran encontrarse de repente vagando por unas tierras, solos o bien en grupos, contribuyó, con toda probabilidad, a una violencia que ya era potencial», explica.. Representación de la batalla de Pavía, de 1525, donde los españoles vencieron a los franceses. Sherer puntualiza este asunto y deduce que «parece razonable suponer que enviar a los soldados con poca comida, sin salario y, después de afrontar muchas semanas o meses de incesantes combates, acampar o deambular muy cerca de las poblaciones civiles aumentaba enormemente las posibilidades de violencia».. Como aclara él mismo, la presencia de estas tropas en este contexto suponía ya «una amenaza cuando los nuevos reclutas deambulaban por la Península Ibérica de camino a los puntos de embarque designados, ya fuera por tierra o por mar, por no hablar de cuando se encontraban destinados a tierras extranjeras y apenas podían entender las lenguas que se hablaban allí ni comprendían las costumbres locales. Curiosamente, estos problemas siguen vigentes hoy en día si se observa un conflicto bélico».. Episodios tristes. Una de las causas que contribuyeron a la denostada imagen de los tercios españoles fueron algunos tristes capítulos en los que participaron. No ayudaron a su reputación y, además, fueron bastante sonados y comentados en su época. «El hecho de que participaran en algunos de los acontecimientos más horribles del siglo XVI los hizo especialmente infames. Los saqueos de Prato (1512), Roma (1527) y Amberes (1576) fueron sólo las más conocidas de las innumerables brutalidades infligidas a civiles por los soldados, de muchas naciones, que recorrían Europa Occidental en busca de botín y violencia en las interminables guerras de los siglos XVI y XVII».. «Los soldados españoles no fueron más brutales o crueles con la población civil que otros soldados de Europa»Idan Sherer. Sherer reconoce que «estos tres ejemplos mencionados fueron especialmente brutales a los ojos de los contemporáneos, y pocos podían ignorar el papel central de los soldados españoles en lo que hoy llamaríamos atrocidades. A partir de esos momentos, los españoles arrastraron consigo esta idea de brutalidad que hoy conocemos, aunque un examen más profundo y concienzudo de la guerra en la Europa moderna temprana sugiere que la guerra trajo consigo horrores inimaginables independientemente de la afiliación nacional de los soldados».. Sherer explica que esta violencia desatada y sin control no era exclusiva de los tercios: «Los soldados españoles no fueron más brutales o crueles con la población civil que otros soldados de la Europa medieval y moderna temprana. El pillaje, la rapiña, el incendio y las atrocidades eran parte integrante de la guerra y eran ampliamente utilizados tanto por los soldados rasos como por los nobles y los caballeros honorables».. «Los rivales de España pudieron utilizar la propaganda para inflar las atrocidades españolas»Idan Sherer. El origen de todos esos motines y los altercados que se produjeron con la población son de diferente raíz y tienen desencadenantes distintos. La mayor parte de ellos son conocidos, como las interminables campañas que afrontaban, el hambre que padecían a diario, las penalidades que conlleva el propio ejercicio de las armas, la corrupción de la cadena de mandos, que era bastante notable, la falta de una soldada adecuada y que llegara puntual, y el sentirse extraños y rechazados en un país extranjero no ayudaban precisamente a que estas unidades desplegaran un comportamiento que fuera edificante.. El botín y la paga. Sherer subraya que «los soldados dependían de su botín y de su valor potencial porque no podían esperar del ejército un salario regular ni las provisiones más básicas. No recuerdo haber encontrado el ejemplo de un combatiente de tercios que volviera a casa financieramente seguro a causa de la guerra». Y argumenta: «Sabemos poco sobre si los soldados se hicieron ricos después de una campaña que incluía el pillaje. El número de ellos que solicitan pensiones a la corona o a otros mecenas, y los que recurren a la delincuencia y viven en la miseria, sugiere que no muchos pudieron generar una verdadera riqueza o estabilidad financiera. Cargar con parte del botín a lo largo de cientos o miles de kilómetros, durante semanas o meses seguidos, era imposible. Por eso, los soldados convertían su botín en dinero real con rapidez. Ahí, normalmente, sufrían grandes pérdidas».. En esta historia también influyó algo muy conocido en nuestro país y con lo que hemos crecido todos: la Leyenda Negra. «El comportamiento de los soldados españoles en varios frentes de Europa y en el Nuevo Mundo, y especialmente en los brutales saqueos de Roma y de Amberes, fueron utilizados por los enemigos de España para exagerar sus brutalidades. Francia, Inglaterra y las Provincias Holandesas, que fueron sus grandes enemigos durante los siglos XVI y XVII, fueron las principales fuentes que distribuían estas historias de horror sobre los soldados, conquistadores y colonos/colonizadores españoles como parte de una rivalidad diplomática y política». Y concluye: «Los rivales de España pudieron utilizar esta propaganda para inflar las atrocidades españolas mientras su imperio se expandía por nuevas tierras. Estas exageraciones y falsedades formaron la base inicial de la Leyenda Negra, aunque el posterior proceso de colonización por parte de esas mismas potencias que denunciaban a España conllevó esas mismas brutalidades. Simplemente fue ventajoso para los enemigos de la monarquía hispana presentar su imperio como cruel y moralmente corrupto. España fue el blanco de sus adversarios en una guerra que se luchó tanto con propaganda como con fuego y acero».
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