«Si no fuera porque yo puedo tener dos chicas estudiantes universitarias en casa, no podría sobrevivir». Esa fue la dura reflexión de María Teresa, una viuda de 80 años que alquila habitaciones a estudiantes para sobrevivir y poder pagar el alquiler: «De pensión cobro 840 euros y pago 1.200 euros de alquiler». Su historia es dramática y pensar que una persona mayor tenga que recurrir a ello es estremecedor, pero no es una excepción.. La entrevista fue en el canal de YouTube de ‘JIRE4’, creador de contenido que también habló con Susana, otra jubilada de 79 años que también atraviesa una situación muy complicada y que muestra que el sufrimiento entre los pensionistas no es una excepción. Ella también alquila habitaciones a estudiantes, pero ni siquiera tiene una para ella y duerme cada noche en el salón. Pese a ello, intenta disfrutar lo que puede: «Llevo bien mi vida como pensionista, porque estoy activa, hago muchas cosas y me lleno los espacios. Tengo amigas, canto en una coral, dibujo».. Vive en el salón por una pensión de 800 euros. Susana no tuvo pudor en revelar su pensión: «Cobro 800 euros». Tampoco en mostrar su resignación: «Es que 800 euros creo que no lo cobra nadie. Esto es lo mínimo, pero porque cobro la media pensión de vida de edad y la media pensión de lo que he trabajado». El problema es que su alquiler es casi el precio total de su pensión ya que paga 600 euros. Incluso se siente afortunada de que no se más: «Porque hace 55 años que estoy aquí».. Su situación es límite y vive completamente al día: «Tengo la renta… Con los 200 euros tengo que pagar luz, agua, gas…». Sobrevive de manera casi inhumana: «No me llega para nada. Alquilando a estudiantes, porque el tiempo de estar en mi casa es limitado». Revela el perfil de sus inquilinas: «Son chicas que están estudiando y son de seis meses, nueve meses, o sea que no es fijo, no las tengo fijas viviendo conmigo».. No desvela el precio de la habitación: «Esto es una cosa muy personal, pero lo suficiente para tener dos y yo dormir aquí en el salón porque solo tengo dos habitaciones». No tiene tiempo para mirar al futuro, solo al presente: «Bueno, pues lo gestiono, pues mira, viviendo día a día». Los lujos son cosa de otros: «No me puedo permitir nada, porque todo lo que hago es gratuito, tanto pintar como cantar».. Su vida no ha mejorado con los años. Su alimentación diaria es la misma que antaño: «Los mismos alimentos que me podía permitir cuando era joven, los mismos que ahora», confiesa. Tampoco cree que haya mejorado mucho el nivel de vida en España: «Igual que ahora. Con Franco se vivía muy mal, pero si me hablas de la economía y la pregunta va por eso, para mí igual. Yo no he subido la escala social ni la económica, y entonces cuando era joven, estando o no estando Franco, era lo mismo».. También desvela lo más duro de la jubilación: «La soledad». Eso sí, no se resigna ante ella: «La ocupo con las actividades que te he dicho, llenando todos los espacios, cantando en las corales, que voy a dos, dibujando». Lo peor para ella es cuando aparece algo inesperado con lo que no cuenta: «Muy mal, los gastos imprevistos, muy mal. Que se me rompa algo y no tenga seguros ni tenga ahorros como para poder afrontar esa situación», incide.. Susana pone un ejemplo: «Ahora precisamente estoy pasando por un desagüe que tiene la de arriba, que me ha manchado todo el techo, me ha caído, pero ella tiene seguro y me lo paga ella. Si yo me pasara esto con lo del piso de abajo, tendría que recurrir… No tengo dinero». Ni siquiera tiene el seguro básico: «Dejé pagar, el seguro, porque no podía incrementar mis gastos anuales para pagarlo. No podía, entonces lo eliminé».. Apunta hacia el principal problema: «La vida ha subido mucho, y a mí, desde que se puso la globalización, nos perjudicó muchísimo a la gente obrera. Porque los que ganan mucho, ganan muchísimo, y los que ganaban poco, ganan menos». La pensionista también lanza un mensaje a la clase política: «A todos los políticos, sean de izquierdas o de derechas. Primero, la honradez y que se olviden de robar, que ya nos han robado bastante durante toda la vida. Son unos ladrones todos». Propone una solución que no la afectaría: «Intentaría subir la pensión, de la manera que está puesto por el reparto, pero yo no puedo cobrar más. Voy a los aumentos con alegría, son mínimos, pero mi cotización ha sido muy baja».. Una vida laboral muy dura. Explica cómo fue su carrera laboral antes de jubilarse: «He sido autónoma, pero los autónomos en el retiro y en la pensión cobramos poquísimo. En la edad de alta he estado muy poco porque todos los jefes que he tenido nadie me ha dado de alta nunca. Tengo cotizados 17 años». Narra su infierno: «Trabajaba en negro siempre, a la fuerza, pero por culpa de los empresarios. La primera empresaria que tuve fue una cosa horrorosa. Muchas horas de trabajo, muchísimas horas y no dada de alta en nada. Al día nueve horas. Y luego si te pedían trabajar el sábado o el domingo tenías que ir igualmente».. Esos duros horarios solo le servían para lo más básico: «Para cubrir los colegios de mis hijas, para comer, para el alquiler y en verano 15 días o una semana de vacaciones con mis hijas». Concluye explicando que nunca tuvo otra opción: «No he podido nunca comprarme un piso porque nunca he tenido el suficiente dinero para una entrada. Toda la vida de alquilada. Hace 55 años que vivo aquí».
La pensionista explica que no tiene seguro de hogar, sobrevive gracias a las estudiantes y su ocio es gratituto: «No tengo dinero para nada»
«Si no fuera porque yo puedo tener dos chicas estudiantes universitarias en casa, no podría sobrevivir». Esa fue la dura reflexión de María Teresa, una viuda de 80 años que alquila habitaciones a estudiantes para sobrevivir y poder pagar el alquiler: «De pensión cobro 840 euros y pago 1.200 euros de alquiler». Su historia es dramática y pensar que una persona mayor tenga que recurrir a ello es estremecedor, pero no es una excepción.. La entrevista fue en el canal de YouTube de ‘JIRE4’, creador de contenido que también habló con Susana, otra jubilada de 79 años que también atraviesa una situación muy complicada y que muestra que el sufrimiento entre los pensionistas no es una excepción. Ella también alquila habitaciones a estudiantes, pero ni siquiera tiene una para ella y duerme cada noche en el salón. Pese a ello, intenta disfrutar lo que puede: «Llevo bien mi vida como pensionista, porque estoy activa, hago muchas cosas y me lleno los espacios. Tengo amigas, canto en una coral, dibujo».. Vive en el salón por una pensión de 800 euros. Susana no tuvo pudor en revelar su pensión: «Cobro 800 euros». Tampoco en mostrar su resignación: «Es que 800 euros creo que no lo cobra nadie. Esto es lo mínimo, pero porque cobro la media pensión de vida de edad y la media pensión de lo que he trabajado». El problema es que su alquiler es casi el precio total de su pensión ya que paga 600 euros. Incluso se siente afortunada de que no se más: «Porque hace 55 años que estoy aquí».. Su situación es límite y vive completamente al día: «Tengo la renta… Con los 200 euros tengo que pagar luz, agua, gas…». Sobrevive de manera casi inhumana: «No me llega para nada. Alquilando a estudiantes, porque el tiempo de estar en mi casa es limitado». Revela el perfil de sus inquilinas: «Son chicas que están estudiando y son de seis meses, nueve meses, o sea que no es fijo, no las tengo fijas viviendo conmigo».. No desvela el precio de la habitación: «Esto es una cosa muy personal, pero lo suficiente para tener dos y yo dormir aquí en el salón porque solo tengo dos habitaciones». No tiene tiempo para mirar al futuro, solo al presente: «Bueno, pues lo gestiono, pues mira, viviendo día a día». Los lujos son cosa de otros: «No me puedo permitir nada, porque todo lo que hago es gratuito, tanto pintar como cantar».. Su vida no ha mejorado con los años. Su alimentación diaria es la misma que antaño: «Los mismos alimentos que me podía permitir cuando era joven, los mismos que ahora», confiesa. Tampoco cree que haya mejorado mucho el nivel de vida en España: «Igual que ahora. Con Franco se vivía muy mal, pero si me hablas de la economía y la pregunta va por eso, para mí igual. Yo no he subido la escala social ni la económica, y entonces cuando era joven, estando o no estando Franco, era lo mismo».. También desvela lo más duro de la jubilación: «La soledad». Eso sí, no se resigna ante ella: «La ocupo con las actividades que te he dicho, llenando todos los espacios, cantando en las corales, que voy a dos, dibujando». Lo peor para ella es cuando aparece algo inesperado con lo que no cuenta: «Muy mal, los gastos imprevistos, muy mal. Que se me rompa algo y no tenga seguros ni tenga ahorros como para poder afrontar esa situación», incide.. Susana pone un ejemplo: «Ahora precisamente estoy pasando por un desagüe que tiene la de arriba, que me ha manchado todo el techo, me ha caído, pero ella tiene seguro y me lo paga ella. Si yo me pasara esto con lo del piso de abajo, tendría que recurrir… No tengo dinero». Ni siquiera tiene el seguro básico: «Dejé pagar, el seguro, porque no podía incrementar mis gastos anuales para pagarlo. No podía, entonces lo eliminé».. Apunta hacia el principal problema: «La vida ha subido mucho, y a mí, desde que se puso la globalización, nos perjudicó muchísimo a la gente obrera. Porque los que ganan mucho, ganan muchísimo, y los que ganaban poco, ganan menos». La pensionista también lanza un mensaje a la clase política: «A todos los políticos, sean de izquierdas o de derechas. Primero, la honradez y que se olviden de robar, que ya nos han robado bastante durante toda la vida. Son unos ladrones todos». Propone una solución que no la afectaría: «Intentaría subir la pensión, de la manera que está puesto por el reparto, pero yo no puedo cobrar más. Voy a los aumentos con alegría, son mínimos, pero mi cotización ha sido muy baja».. Una vida laboral muy dura. Explica cómo fue su carrera laboral antes de jubilarse: «He sido autónoma, pero los autónomos en el retiro y en la pensión cobramos poquísimo. En la edad de alta he estado muy poco porque todos los jefes que he tenido nadie me ha dado de alta nunca. Tengo cotizados 17 años». Narra su infierno: «Trabajaba en negro siempre, a la fuerza, pero por culpa de los empresarios. La primera empresaria que tuve fue una cosa horrorosa. Muchas horas de trabajo, muchísimas horas y no dada de alta en nada. Al día nueve horas. Y luego si te pedían trabajar el sábado o el domingo tenías que ir igualmente».. Esos duros horarios solo le servían para lo más básico: «Para cubrir los colegios de mis hijas, para comer, para el alquiler y en verano 15 días o una semana de vacaciones con mis hijas». Concluye explicando que nunca tuvo otra opción: «No he podido nunca comprarme un piso porque nunca he tenido el suficiente dinero para una entrada. Toda la vida de alquilada. Hace 55 años que vivo aquí».
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