La guerra de Ucrania va camino de cumplir su cuarto año, aunque las perspectivas de un alto el fuego parecen aún lejanas. A pesar de las presiones internacionales –lideradas por Donald Trump–, Vladimir Putin mantiene su ofensiva con el objetivo de debilitar la infraestructura ucraniana ante la inminente llegada del invierno. Sobre este y otros temas, LA RAZÓN ha conversado con Serhii Plokhy, profesor de Historia Ucraniana en la cátedra Mykhailo Hrushevsky, de la Universidad de Harvard.. P:¿Qué ha motivado a Vladimir Putin a iniciar esta guerra?. R: Antes de que comenzara la guerra en 2014, con la anexión de Crimea, la popularidad pública de Putin se disparó. Recibió un gran apoyo del pueblo ruso, ya que el desempeño económico del país no iba demasiado bien y las expectativas de la sociedad rusa estaban en aumento. Por tanto, existía claramente la creencia de que otra «pequeña guerra exitosa», a la que él llamó «operación militar especial», podría mejorar su posición. Esa es una forma de interpretar lo ocurrido, si se observa desde la política interna de Rusia. Pero también está la dimensión externa.. En términos de política exterior, se trata del intento de Rusia de recuperar su estatus tras la derrota en la Guerra Fría y restablecer el control sobre lo que fue el antiguo Imperio ruso y la antigua Unión Soviética. Ucrania es la república postsoviética más grande después de Rusia, por lo que restablecer el control sobre el espacio postsoviético sin, de algún modo, someter a Ucrania es imposible. Ya hubo pequeñas guerras en Georgia, guerras en Chechenia, pero ahora tenemos una guerra realmente grande en Ucrania, porque este país es central en la visión de Putin sobre cómo Rusia puede recuperar su estatus de gran potencia.. El objetivo oficial de la guerra es la ‘desnazificación’ de Ucrania, lo que en realidad significa ‘desucranización’: eliminar la identidad ucraniana y convertir a los ucranianos en rusos. Eso es exactamente lo que están haciendo ahora con los niños ucranianos secuestrados y llevados a Rusia, donde los crían como rusos. Ese es el modelo que pretenden aplicar a todo el país.. P:¿La cumbre de Alaska entre Donald Trump y Putin se ha traducido en la práctica en algún avance?. R:Durante el encuentro de Alaska hubo, sin duda, grandes expectativas de que un alto el fuego fuera posible. Ahora vemos que esas esperanzas estaban mal fundadas, porque el alto el fuego, tal y como suele establecerse, implica que los combates se detengan en la línea actual de contacto. Sin embargo, Rusia cree que todavía puede mejorar su posición en el frente, por lo que no está dispuesta a detener la guerra en la línea actual. Así que no se trata de que Ucrania quiera o no quiera ceder territorios en este punto, sino de reconocer la línea de división existente y dejar de dispararse mutuamente.. Rusia, por su parte, considera que está en una posición de ventaja, no porque esté ganando en el frente -ya que el avance es mínimo-, sino porque la alianza que ha apoyado a Ucrania durante la guerra se ha fracturado. Existen tensiones dentro de la Unión Europea, tensiones entre Europa y Estados Unidos, y una postura estadounidense muy incierta, que cambia con frecuencia.. Rusia cree que todavía puede mejorar su posición en el frente. P:¿Qué explica el cambio de tono presidente de EE UU con respecto a Ucrania?. R: Está muy claro que, para el presidente Trump, su objetivo es pasar a la historia como un «impulsor de la paz». Con sus esfuerzos por poner fin a la guerra en Ucrania, ha comprendido que el principal obstáculo no es Ucrania ni Zelenski, sino Rusia y Putin. Por eso intenta aumentar la presión sobre Rusia –de momento, sobre todo de forma retórica–, aunque también contempla la posibilidad de reforzar a Ucrania con nuevos tipos de armamento o permitir que los europeos compren ese material militar a Estados Unidos y lo entreguen a Ucrania. Así que, en mi opinión, la paz es un objetivo estratégico para la actual administración estadounidense, y el cambio de tono que vemos es más bien táctico. Trump está probando distintas vías para alcanzar ese punto en el que pueda lograr un acuerdo.. Vemos además que la retórica en Washington está cambiando, y no solo en lo referente a Ucrania, sino también en el terreno económico y en la política internacional en general. Trump está jugando la carta de la imprevisibilidad, y sin duda ese enfoque tiene especial impacto en Ucrania, donde existe la conciencia de que sin el apoyo continuo de Occidente sería, si no imposible, sí muy difícil resistir.. P: ¿Es Donald Trump un socio en el que Ucrania pueda confiar?. R: Estuve en Ucrania en septiembre, y allí el estado de ánimo respecto a Trump ha tenido altibajos. Ahora la situación es más calmada. La actitud general es: «Esperemos y veamos, ya no reaccionamos a cada declaración. Observemos qué pasa sobre el terreno» (…) Ese era el sentir, al menos hace dos semanas, tanto entre las élites como en la sociedad en general. El vaivén psicológico provocado por los distintos mensajes y el dramatismo proveniente de la Casa Blanca acabó agotando a la gente. Ya no reaccionan con una esperanza desmedida ni con desesperación ante lo que venga. En líneas generales, parece que la gran crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Ucrania -simbolizada por la fallida cumbre entre Zelenski y Trump en la Casa Blanca- está empezando a superarse. Y creo que eso se debe a que en la Casa Blanca hay una comprensión más clara de la situación real sobre el terreno.. P:¿Cómo afectó el encontronazo en la Casa Blanca a la figura de Zelenski?. R: Nada ha reforzado más la posición de Zelenski en Ucrania que lo ocurrido en la Casa Blanca. Está claro: los ucranianos están luchando por su independencia, y parte de esa independencia consiste en no permitir que otros les digan quién es un buen o mal presidente. Son ellos quienes juzgan y toman esas decisiones. La mayoría de los ucranianos cree que ahora no es momento de elecciones, ni de disputas políticas internas, sino de unirse en torno al presidente. Eso no significa que Zelenski esté libre de críticas: en verano, los jóvenes salieron a la calle para protestar por casos concretos de corrupción. Pero los ucranianos consideran que es su derecho criticarlo, decidir si debe continuar o ser reelegido.. P:¿Washington aprobará la entrega de misiles Tomahawk a Kiev?. R: Creo que, dado el punto en el que nos encontramos y los antecedentes de la guerra, sí: las probabilidades de que se apruebe el envío de armamento (Tomahawk) son muy altas. No cambiará drásticamente el curso del conflicto -como tampoco lo hicieron la aprobación de los misiles ATACMS, HIMARS, los tanques Leopard, y otros sistemas-. Es, básicamente, una historia que parece no tener fin. Lo que sí hará será ayudar a los ucranianos a mantener la línea del frente, eso está muy claro. Ahora, la mayor amenaza no proviene del frente propiamente dicho, sino de los ataques rusos contra la infraestructura ucraniana. En la medida en que Ucrania pueda amenazar también la infraestructura rusa en el interior del país, el campo de batalla se volverá más equilibrado.. Así es como lo veo: creo que es probable, creo que mejorará la posición de Ucrania. No cambiará el curso de la guerra, pero como precedente -de cara a la llegada de nuevas armas en el futuro- puede tener un impacto positivo. En el sentido de que, si Trump cumple con ello, aunque aún no esté garantizado, esa amenaza implica que puede seguir por ese camino, y no quedarse solo en la retórica. Para Rusia, eso podría ser un incentivo más para detenerse ahora, en lugar de seguir poniendo a prueba la situación más adelante.. Las probabilidades de que se apruebe el envío de armamento son muy altas. P:¿Cuál es el papel de Europa en la contienda?. R: La seguridad europea depende hoy de que la guerra en Ucrania llegue a su fin, y la única forma de lograrlo es aplicando más presión sobre Rusia. En eso, Europa ya es un actor clave, y podría convertirse en un actor aún más eficaz si actúa en defensa de sus propios intereses. Estados Unidos y Europa eran los dos principales proveedores de armas y asistencia financiera a Ucrania, pero EE UU se ha retirado de ese papel. Ahora es Europa el único verdadero respaldo de Ucrania, y eso demuestra el poder que tiene, aunque no siempre lo reconozca. El mayor problema de Europa ahora –además de la dificultad de poner a todos los países en sintonía– es su falta de confianza. Más allá de la burocracia y las divisiones internas, el gran reto europeo es entenderse a sí misma como una potencia, porque, de hecho, ya lo es.. P: ¿Qué hay detrás de las incursiones de drones y aviones de combate en el espacio aéreo de la OTAN?. R: Rusia se dio cuenta del peligro que representaba una Europa unida en un momento en que la propia Europa todavía no era consciente del poder que tenía. Por eso intenta chantajearla y dividirla. Creo que, al final, esos esfuerzos rusos terminarán saliéndole mal y contribuirán precisamente a reforzar la unidad y la determinación europea. Estos ataques son, en realidad, una confirmación del nuevo papel, mucho más destacado, que Europa está asumiendo en las relaciones internacionales.. Todo depende ahora de la respuesta. Si los países que se vean afectados actúan con decisión y derriban todos esos drones o aviones, esa será una respuesta clara. Pero si, por el contrario, la reacción es tibia, como hasta ahora, y «no pasa nada», eso se convierte en una invitación a nuevas provocaciones, porque significa que esas provocaciones funcionan. Las fronteras deben respetarse y defenderse. Si Europa no defiende sus fronteras, entonces Europa, en esencia, está aceptando esa situación.. P: ¿La guerra llegará a su fin con un alto el fuego?. R: Creo que el alto el fuego es el escenario más probable en este momento, seguido de negociaciones sobre lo que pueda ocurrir después. Sin ese alto el fuego previo, sería muy difícil alcanzar de inmediato un tratado de paz completo. Además, el alto el fuego es un paso necesario para reconstruir cierta confianza y credibilidad: es la manera de demostrar que los compromisos que se negocian realmente se van a cumplir. No tengo una bola de cristal para decir cómo terminará la guerra, pero el alto el fuego parece ser un primer paso muy probable hacia algún tipo de acuerdo o arreglo.
La guerra de Ucrania va camino de cumplir su cuarto año, aunque las perspectivas de un alto el fuego parecen aún lejanas. A pesar de las presiones internacionales –lideradas por Donald Trump–, Vladimir Putin mantiene su ofensiva con el objetivo de debilitar la infraestructura ucraniana ante la inminente llegada del invierno. Sobre este y otros temas, LA RAZÓN ha conversado con Serhii Plokhy, profesor de Historia Ucraniana en la cátedra Mykhailo Hrushevsky, de la Universidad de Harvard.. P:¿Qué ha motivado a Vladimir Putin a iniciar esta guerra?. R: Antes de que comenzara la guerra en 2014, con la anexión de Crimea, la popularidad pública de Putin se disparó. Recibió un gran apoyo del pueblo ruso, ya que el desempeño económico del país no iba demasiado bien y las expectativas de la sociedad rusa estaban en aumento. Por tanto, existía claramente la creencia de que otra «pequeña guerra exitosa», a la que él llamó «operación militar especial», podría mejorar su posición. Esa es una forma de interpretar lo ocurrido, si se observa desde la política interna de Rusia. Pero también está la dimensión externa.. En términos de política exterior, se trata del intento de Rusia de recuperar su estatus tras la derrota en la Guerra Fría y restablecer el control sobre lo que fue el antiguo Imperio ruso y la antigua Unión Soviética. Ucrania es la república postsoviética más grande después de Rusia, por lo que restablecer el control sobre el espacio postsoviético sin, de algún modo, someter a Ucrania es imposible. Ya hubo pequeñas guerras en Georgia, guerras en Chechenia, pero ahora tenemos una guerra realmente grande en Ucrania, porque este país es central en la visión de Putin sobre cómo Rusia puede recuperar su estatus de gran potencia.. El objetivo oficial de la guerra es la ‘desnazificación’ de Ucrania, lo que en realidad significa ‘desucranización’: eliminar la identidad ucraniana y convertir a los ucranianos en rusos. Eso es exactamente lo que están haciendo ahora con los niños ucranianos secuestrados y llevados a Rusia, donde los crían como rusos. Ese es el modelo que pretenden aplicar a todo el país.. P:¿La cumbre de Alaska entre Donald Trump y Putin se ha traducido en la práctica en algún avance?. R:Durante el encuentro de Alaska hubo, sin duda, grandes expectativas de que un alto el fuego fuera posible. Ahora vemos que esas esperanzas estaban mal fundadas, porque el alto el fuego, tal y como suele establecerse, implica que los combates se detengan en la línea actual de contacto. Sin embargo, Rusia cree que todavía puede mejorar su posición en el frente, por lo que no está dispuesta a detener la guerra en la línea actual. Así que no se trata de que Ucrania quiera o no quiera ceder territorios en este punto, sino de reconocer la línea de división existente y dejar de dispararse mutuamente.. Rusia, por su parte, considera que está en una posición de ventaja, no porque esté ganando en el frente -ya que el avance es mínimo-, sino porque la alianza que ha apoyado a Ucrania durante la guerra se ha fracturado. Existen tensiones dentro de la Unión Europea, tensiones entre Europa y Estados Unidos, y una postura estadounidense muy incierta, que cambia con frecuencia.. Rusia cree que todavía puede mejorar su posición en el frente. Serhii Plokhy. P:¿Qué explica el cambio de tono presidente de EE UU con respecto a Ucrania?. R: Está muy claro que, para el presidente Trump, su objetivo es pasar a la historia como un «impulsor de la paz». Con sus esfuerzos por poner fin a la guerra en Ucrania, ha comprendido que el principal obstáculo no es Ucrania ni Zelenski, sino Rusia y Putin. Por eso intenta aumentar la presión sobre Rusia –de momento, sobre todo de forma retórica–, aunque también contempla la posibilidad de reforzar a Ucrania con nuevos tipos de armamento o permitir que los europeos compren ese material militar a Estados Unidos y lo entreguen a Ucrania. Así que, en mi opinión, la paz es un objetivo estratégico para la actual administración estadounidense, y el cambio de tono que vemos es más bien táctico. Trump está probando distintas vías para alcanzar ese punto en el que pueda lograr un acuerdo.. Vemos además que la retórica en Washington está cambiando, y no solo en lo referente a Ucrania, sino también en el terreno económico y en la política internacional en general. Trump está jugando la carta de la imprevisibilidad, y sin duda ese enfoque tiene especial impacto en Ucrania, donde existe la conciencia de que sin el apoyo continuo de Occidente sería, si no imposible, sí muy difícil resistir.. P: ¿Es Donald Trump un socio en el que Ucrania pueda confiar?. R: Estuve en Ucrania en septiembre, y allí el estado de ánimo respecto a Trump ha tenido altibajos. Ahora la situación es más calmada. La actitud general es: «Esperemos y veamos, ya no reaccionamos a cada declaración. Observemos qué pasa sobre el terreno» (…) Ese era el sentir, al menos hace dos semanas, tanto entre las élites como en la sociedad en general. El vaivén psicológico provocado por los distintos mensajes y el dramatismo proveniente de la Casa Blanca acabó agotando a la gente. Ya no reaccionan con una esperanza desmedida ni con desesperación ante lo que venga. En líneas generales, parece que la gran crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Ucrania -simbolizada por la fallida cumbre entre Zelenski y Trump en la Casa Blanca- está empezando a superarse. Y creo que eso se debe a que en la Casa Blanca hay una comprensión más clara de la situación real sobre el terreno.. P:¿Cómo afectó el encontronazo en la Casa Blanca a la figura de Zelenski?. R: Nada ha reforzado más la posición de Zelenski en Ucrania que lo ocurrido en la Casa Blanca. Está claro: los ucranianos están luchando por su independencia, y parte de esa independencia consiste en no permitir que otros les digan quién es un buen o mal presidente. Son ellos quienes juzgan y toman esas decisiones. La mayoría de los ucranianos cree que ahora no es momento de elecciones, ni de disputas políticas internas, sino de unirse en torno al presidente. Eso no significa que Zelenski esté libre de críticas: en verano, los jóvenes salieron a la calle para protestar por casos concretos de corrupción. Pero los ucranianos consideran que es su derecho criticarlo, decidir si debe continuar o ser reelegido.. P:¿Washington aprobará la entrega de misiles Tomahawk a Kiev?. R: Creo que, dado el punto en el que nos encontramos y los antecedentes de la guerra, sí: las probabilidades de que se apruebe el envío de armamento (Tomahawk) son muy altas. No cambiará drásticamente el curso del conflicto -como tampoco lo hicieron la aprobación de los misiles ATACMS, HIMARS, los tanques Leopard, y otros sistemas-. Es, básicamente, una historia que parece no tener fin. Lo que sí hará será ayudar a los ucranianos a mantener la línea del frente, eso está muy claro. Ahora, la mayor amenaza no proviene del frente propiamente dicho, sino de los ataques rusos contra la infraestructura ucraniana. En la medida en que Ucrania pueda amenazar también la infraestructura rusa en el interior del país, el campo de batalla se volverá más equilibrado.. Así es como lo veo: creo que es probable, creo que mejorará la posición de Ucrania. No cambiará el curso de la guerra, pero como precedente -de cara a la llegada de nuevas armas en el futuro- puede tener un impacto positivo. En el sentido de que, si Trump cumple con ello, aunque aún no esté garantizado, esa amenaza implica que puede seguir por ese camino, y no quedarse solo en la retórica. Para Rusia, eso podría ser un incentivo más para detenerse ahora, en lugar de seguir poniendo a prueba la situación más adelante.. Las probabilidades de que se apruebe el envío de armamento son muy altas. Serhii Plokhy. P:¿Cuál es el papel de Europa en la contienda?. R: La seguridad europea depende hoy de que la guerra en Ucrania llegue a su fin, y la única forma de lograrlo es aplicando más presión sobre Rusia. En eso, Europa ya es un actor clave, y podría convertirse en un actor aún más eficaz si actúa en defensa de sus propios intereses. Estados Unidos y Europa eran los dos principales proveedores de armas y asistencia financiera a Ucrania, pero EE UU se ha retirado de ese papel. Ahora es Europa el único verdadero respaldo de Ucrania, y eso demuestra el poder que tiene, aunque no siempre lo reconozca. El mayor problema de Europa ahora –además de la dificultad de poner a todos los países en sintonía– es su falta de confianza. Más allá de la burocracia y las divisiones internas, el gran reto europeo es entenderse a sí misma como una potencia, porque, de hecho, ya lo es.. P: ¿Qué hay detrás de las incursiones de drones y aviones de combate en el espacio aéreo de la OTAN?. R: Rusia se dio cuenta del peligro que representaba una Europa unida en un momento en que la propia Europa todavía no era consciente del poder que tenía. Por eso intenta chantajearla y dividirla. Creo que, al final, esos esfuerzos rusos terminarán saliéndole mal y contribuirán precisamente a reforzar la unidad y la determinación europea. Estos ataques son, en realidad, una confirmación del nuevo papel, mucho más destacado, que Europa está asumiendo en las relaciones internacionales.. Todo depende ahora de la respuesta. Si los países que se vean afectados actúan con decisión y derriban todos esos drones o aviones, esa será una respuesta clara. Pero si, por el contrario, la reacción es tibia, como hasta ahora, y «no pasa nada», eso se convierte en una invitación a nuevas provocaciones, porque significa que esas provocaciones funcionan. Las fronteras deben respetarse y defenderse. Si Europa no defiende sus fronteras, entonces Europa, en esencia, está aceptando esa situación.. P: ¿La guerra llegará a su fin con un alto el fuego?. R: Creo que el alto el fuego es el escenario más probable en este momento, seguido de negociaciones sobre lo que pueda ocurrir después. Sin ese alto el fuego previo, sería muy difícil alcanzar de inmediato un tratado de paz completo. Además, el alto el fuego es un paso necesario para reconstruir cierta confianza y credibilidad: es la manera de demostrar que los compromisos que se negocian realmente se van a cumplir. No tengo una bola de cristal para decir cómo terminará la guerra, pero el alto el fuego parece ser un primer paso muy probable hacia algún tipo de acuerdo o arreglo.
El profesor de Historia Ucraniana en la Universidad de Harvard ha conversado con LA RAZÓN sobre las últimas novedades de la guerra de Ucrania
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