Rusia planea iniciar en 2026 los preparativos
para rescatar dos submarinos de propulsión nuclear de la era soviética que
se hundieron en aguas del Ártico, según ha informado el medio ruso RBC. La
recuperación efectiva de los submarinos K-27 y K-159 comenzaría
en 2027. El plan, que se retoma décadas después de que las naves se hundieran,
busca reducir el riesgo de contaminación radiactiva en el agua.
El año pasado, la Fundación Bellona de Noruega
advirtió sobre la amenaza ambiental que representan ambos submarinos nucleares.
Según la organización, ‘los dos submarinos
contienen un millón de curies de radiación, aproximadamente una
cuarta parte de lo liberado en el primer mes del desastre de Fukushima’.
Rusia ya había manifestado su intención de iniciar un
proyecto para recuperar los submarinos de su tumba acuática hace años. Sin
embargo, la guerra entre Rusia y Ucrania había impedido que se produzcan
avances concretos. Ahora, Moscú ha incluido fondos en el borrador del
presupuesto federal para la recuperación de los submarinos nucleares hundidos
en el Ártico.
Las fugas radiactivas del K-27 que mataron a nueve tripulantes
El K-27 fue un submarino de ataque experimental
construido en la década de 1950 para la Marina soviética. Tenía una
eslora de 109,8 metros, manga de 8,3, calado de 6,28 m y
contaba con dos reactores y un innovador sistema de refrigeración por
metal fundido, que fueron los causantes de su final y de la muerte de varios
miembros de su tripulación.
Entró en servicio en 1963, pero el 24 de mayo de 1968
tuvo un accidente. La potencia de salida de uno de sus reactores cayó
bruscamente y se liberaron gases radiactivos en la sala de máquinas.
Aunque los niveles de radiación estaban aumentando en 1,5 grays por hora,
los marineros, que no estaban lo suficientemente preparados, no reconocieron la
gravedad del problema. Para cuando abandonaron sus intentos de reparar el
reactor en el mar, nueve de ellos habían estado expuestos a dosis
letales de radiación.
El submarino llegó a la base de Gremikha en junio,
donde se intentó reparar hasta que se consideró demasiado caro. Fue dado de
baja en 1979 y, con el reactor sellado, remolcado a un área de entrenamiento
especial en el este del mar de Kara, en el océano Ártico, en 1982.
Rusia lo hundió frente a la costa nororiental de Novaya
Zemlya, en la bahía de Stepovoy, en un fiordo a una profundidad de
solo 33 metros. Esa escasa profundidad lo mantiene expuesto a mareas y
corrientes que podrían fracturarlo y liberar contaminación. Además, el sellado
de los reactores estaba diseñado para evitar fugas solo hasta 2032.
El deteriorado K-159 se hundió con nueve tripulantes a bordo
El submarino de propulsión nuclear K-159 arrastró
graves problemas técnicos durante toda su vida operativa. Tenía una eslora de 107,4 metros, manga de 7,9 m, calado de 5,7 m y, como el K-27, entró
en servicio en 1963 y sufrió fugas radiactivas, siendo la más grave la
del 2 de marzo de 1965, en la que se contaminó toda la planta de
propulsión. Su necesidad continua de revisiones a lo largo de los años hizo de él un submarino costoso y poco fiable.
Fue dado de baja en 1989 y retornado a Gremikha,
donde permaneció prácticamente abandonado, sin apenas mantenimiento, durante 14
años. Eso provocó el deterioro estructural del casco, acelerado por la
corrosión. Debido a que el casco del K-159 estaba oxidado en numerosos puntos, se
mantuvo a flote soldando grandes tanques vacíos a sus costados como pontones.
El 28 de agosto de 2003, el K-159, junto con sus
pontones y con diez marineros a bordo, era remolcado a Polyarny
para su desmantelamiento. Una borrasca arrancó uno de los pontones, lo que dejó
al K-159 en peligro de hundimiento. La Flota del Norte fue informada a
las 01:20 horas, pero para las 03:00 el submarino se había hundido con nueve
de sus tripulantes y 800 kilogramos de combustible nuclear gastado.
Desde entonces, se encuentra en el fondo del mar de Barents, a 200
metros de profundidad.
‘Los dos submarinos contienen un millón de curies de radiación, aproximadamente una cuarta parte de lo liberado en el primer mes del desastre de Fukushima’, según la Fundación Bellona de Noruega
Rusia planea iniciar en 2026 los preparativos
para rescatar dos submarinos de propulsión nuclear de la era soviética que
se hundieron en aguas del Ártico, según ha informado el medio ruso RBC. La
recuperación efectiva de los submarinos K-27 y K-159 comenzaría
en 2027. El plan, que se retoma décadas después de que las naves se hundieran,
busca reducir el riesgo de contaminación radiactiva en el agua.
El año pasado, la Fundación Bellona de Noruega
advirtió sobre la amenaza ambiental que representan ambos submarinos nucleares.
Según la organización, ‘los dos submarinos
contienen un millón de curies de radiación, aproximadamente una
cuarta parte de lo liberado en el primer mes del desastre de Fukushima’.
Rusia ya había manifestado su intención de iniciar un
proyecto para recuperar los submarinos de su tumba acuática hace años. Sin
embargo, la guerra entre Rusia y Ucrania había impedido que se produzcan
avances concretos. Ahora, Moscú ha incluido fondos en el borrador del
presupuesto federal para la recuperación de los submarinos nucleares hundidos
en el Ártico.
Las fugas radiactivas del K-27 que mataron a nueve tripulantes
El K-27 fue un submarino de ataque experimental
construido en la década de 1950 para la Marina soviética. Tenía una
eslora de 109,8 metros, manga de 8,3, calado de 6,28 m y
contaba con dos reactores y un innovador sistema de refrigeración por
metal fundido, que fueron los causantes de su final y de la muerte de varios
miembros de su tripulación.
Entró en servicio en 1963, pero el 24 de mayo de 1968
tuvo un accidente. La potencia de salida de uno de sus reactores cayó
bruscamente y se liberaron gases radiactivos en la sala de máquinas.
Aunque los niveles de radiación estaban aumentando en 1,5 grays por hora,
los marineros, que no estaban lo suficientemente preparados, no reconocieron la
gravedad del problema. Para cuando abandonaron sus intentos de reparar el
reactor en el mar, nueve de ellos habían estado expuestos a dosis
letales de radiación.
El submarino llegó a la base de Gremikha en junio,
donde se intentó reparar hasta que se consideró demasiado caro. Fue dado de
baja en 1979 y, con el reactor sellado, remolcado a un área de entrenamiento
especial en el este del mar de Kara, en el océano Ártico, en 1982.
Rusia lo hundió frente a la costa nororiental de Novaya
Zemlya, en la bahía de Stepovoy, en un fiordo a una profundidad de
solo 33 metros. Esa escasa profundidad lo mantiene expuesto a mareas y
corrientes que podrían fracturarlo y liberar contaminación. Además, el sellado
de los reactores estaba diseñado para evitar fugas solo hasta 2032.
El deteriorado K-159 se hundió con nueve tripulantes a bordo
El submarino de propulsión nuclear K-159 arrastró
graves problemas técnicos durante toda su vida operativa. Tenía una eslora de 107,4 metros, manga de 7,9 m, calado de 5,7 m y, como el K-27, entró
en servicio en 1963 y sufrió fugas radiactivas, siendo la más grave la
del 2 de marzo de 1965, en la que se contaminó toda la planta de
propulsión. Su necesidad continua de revisiones a lo largo de los años hizo de él un submarino costoso y poco fiable.
Fue dado de baja en 1989 y retornado a Gremikha,
donde permaneció prácticamente abandonado, sin apenas mantenimiento, durante 14
años. Eso provocó el deterioro estructural del casco, acelerado por la
corrosión. Debido a que el casco del K-159 estaba oxidado en numerosos puntos, se
mantuvo a flote soldando grandes tanques vacíos a sus costados como pontones.
El 28 de agosto de 2003, el K-159, junto con sus
pontones y con diez marineros a bordo, era remolcado a Polyarny
para su desmantelamiento. Una borrasca arrancó uno de los pontones, lo que dejó
al K-159 en peligro de hundimiento. La Flota del Norte fue informada a
las 01:20 horas, pero para las 03:00 el submarino se había hundido con nueve
de sus tripulantes y 800 kilogramos de combustible nuclear gastado.
Desde entonces, se encuentra en el fondo del mar de Barents, a 200
metros de profundidad.
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