Uno de los pequeños pero sonoros dramas de esta edición de Operación Triunfo ha sido la especulación de los fans cuando un concursante en la cuerda floja comenta:“he propuesto estas canciones para la gala y no han conseguido los derechos de autor de ninguna”. Entonces, las redes sociales saltan con las conspiraciones habituales: “La tienen manía”, gritan. Aunque, a veces, la realidad es más sencilla. Solo hay que explicarla.. ¿Por qué antes apenas sucedía y ahora sí? La dinámica de gestión del uso de músicas en una televisión lineal en Europa es diferente a una plataforma internacional que se asemeja más a lo que sucede en la distribución del cine: hay que poseer un acuerdo previo para poder utilizar la obra artística.. En cambio, en un canal como TVE se emite la música y, a posteriori, se realiza un parte con los temas (y los minutos utilizados cronometrados) para pagar los derechos correspondientes a través de la SGAE, institución que sirve de intermediario con los autores. Es la forma europea de administrar más eficientemente los derechos de los creadores. Ellos ceden previamente la gestión para que ser representados y la compañía controla allá donde se utiliza su obra. Ellos en cierta medida se despreocupan del rastreo. Y facilita una mayor improvisación para los que, por ejemplo, ponen banda sonora a un programa en directo o deciden las canciones de Operación Triunfo. Se puede decidir versionar un himno solo unos días antes. Sin cortapisas.. Nada que ver con la fórmula norteamericana que rige a Prime Video, empresa global que emite OT en más países que en España. Incluso se pueden seguir las galas en directo por México, Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Perú.. En la globalización del sector audiovisual que ya nos envuelve no existe todavía el comodín de las entidades gestión que ejercen una función pública. Así que a OT ahora le toca pedir permiso autor por autor para poder emitir las canciones. Hay autores que directamente no quieren ceder los derechos. El resto, debe ser negociado. Con toda la dedicación y tiempo que requiere localizar, explicar y llegar a un acuerdo. Por tanto, las elecciones del catálogo musical del programa requieren más margen de maniobra que antaño. Y se pierde la rauda capacidad de OT de incorporar rápido un tema porque hablaba de la vida en la academia de determinados concursantes en ese mismo momento.. Lo que esconde otro retrato de la sociedad de la que venimos y a la sociedad a la que vamos. Toda obra artística tiene derechos de autor que respetar: una canción, una película, un libro, una interpretación… En la vieja Europa se aprendió a administrarlos desde entidades que protegen y crean comunidad, en Estados Unidos desde el individualismo del negociante. Y sálvese quién pueda. La vida misma.
La duda resuelta.
20MINUTOS.ES – Televisión
Uno de los pequeños pero sonoros dramas de esta edición de Operación Triunfo ha sido la especulación de los fans cuando un concursante en la cuerda floja comenta:“he propuesto estas canciones para la gala y no han conseguido los derechos de autor de ninguna”. Entonces, las redes sociales saltan con las conspiraciones habituales: “La tienen manía”, gritan. Aunque, a veces, la realidad es más sencilla. Solo hay que explicarla.. ¿Por qué antes apenas sucedía y ahora sí? La dinámica de gestión del uso de músicas en una televisión lineal en Europa es diferente a una plataforma internacional que se asemeja más a lo que sucede en la distribución del cine: hay que poseer un acuerdo previo para poder utilizar la obra artística.. En cambio, en un canal como TVE se emite la música y, a posteriori, se realiza un parte con los temas (y los minutos utilizados cronometrados) para pagar los derechos correspondientes a través de la SGAE, institución que sirve de intermediario con los autores. Es la forma europea de administrar más eficientemente los derechos de los creadores. Ellos ceden previamente la gestión para que ser representados y la compañía controla allá donde se utiliza su obra. Ellos en cierta medida se despreocupan del rastreo. Y facilita una mayor improvisación para los que, por ejemplo, ponen banda sonora a un programa en directo o deciden las canciones de Operación Triunfo. Se puede decidir versionar un himno solo unos días antes. Sin cortapisas.. Nada que ver con la fórmula norteamericana que rige a Prime Video, empresa global que emite OT en más países que en España. Incluso se pueden seguir las galas en directo por México, Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Perú.. En la globalización del sector audiovisual que ya nos envuelve no existe todavía el comodín de las entidades gestión que ejercen una función pública. Así que a OT ahora le toca pedir permiso autor por autor para poder emitir las canciones. Hay autores que directamente no quieren ceder los derechos. El resto, debe ser negociado. Con toda la dedicación y tiempo que requiere localizar, explicar y llegar a un acuerdo. Por tanto, las elecciones del catálogo musical del programa requieren más margen de maniobra que antaño. Y se pierde la rauda capacidad de OT de incorporar rápido un tema porque hablaba de la vida en la academia de determinados concursantes en ese mismo momento.. Lo que esconde otro retrato de la sociedad de la que venimos y a la sociedad a la que vamos. Toda obra artística tiene derechos de autor que respetar: una canción, una película, un libro, una interpretación… En la vieja Europa se aprendió a administrarlos desde entidades que protegen y crean comunidad, en Estados Unidos desde el individualismo del negociante. Y sálvese quién pueda. La vida misma.
