Como sintetiza Paco Contreras, Niño de Elche (Elche, 1985), la música experimental «no es esa que hace ruiditos y disonancia», sino aquella que se «compromete con una idea del proceso creativo en el que se abraza lo que se te va ofreciendo». «Nosotros siempre estamos abiertos a cambiar, a girar el timón si el proceso lo da y lo ofrece. Para mí, ser un músico experimental en el sentido radical del término quiere decir que estás dado a la experiencia, a mojarte y embarrarte y ser honesto con el proceso. Esto John Cage lo explicaba muy bien: es una foto», dice el músico sobre el trabajo que acaba de publicar junto al productor Raül Fernandez «Refree» (Barcelona, 1976), «Cru+es», una especie de tratado de música espiritual nacido del impulso. «Es una foto, sí –concede el productor–. Pero más analógica que digital. Haces click y así se queda».. El proyecto es, de alguna manera, heredero del espectáculo «Éxtasis» que ambos músicos han llevado por Europa: «Era un directo basado en la espiritualidad, a una forma de música religiosa que abandona la corporeidad, que es lo que a Paco y a mí nos sucede cuando tocamos, que entramos en trance», dice el productor, que explica que, después de varios años improvisando cada noche lo que se veía en escena, desarrollaron una complicidad absoluta que poco a poco iba decantándose en piezas más cortas, en canciones. «El marco de las texturas y conceptual es la música sacra, la música religiosa de los salmos. Hemos escuchado muchas piezas para órgano, coros… yo qué sé –sonríe Niño de Elche–. Todo el disco está construido desde esa forma de posesión en la que los dos interveníamos en todo el proceso, porque habrá quien pueda pensar que yo hacía las letras y Raül la música, pero no. En nuestro caso, entre los dos existe una relación de amistad y de escucha profunda, una especie de poso que, cuando llegamos al estudio, se manifestó a borbotones», explica.. Ambos reservaron un mes y medio para hacer las grabaciones, pero en veinte días habían culminado las canciones del nuevo disco. «Componíamos y grabábamos una canción al día. Tanto, que no sabíamos que hacer con el tiempo que nos quedaba y terminamos otro disco que saldrá, seguramente, dentro de un año. Ahora tenemos dos», ríe Refree sobre un proceso impulsivo y liberador, al contrario de lo que suele ser el cometido perfeccionista y minucioso del estudio de grabación, y que podría culminar en un nuevo trabajo para cerrar, probablemente, una trilogía en el futuro. «Eso solo es posible cuando tienes una relación como la que tenemos nosotros. Eso no lo he visto nunca entre artista y productor. Esa capacidad de entendernos…», dice Fernández.. Por todo lo anterior decidieron llamar al disco «Cru+es» («Cruces»): «Es una palabra de la simbología cristiana, que nos encanta, pero también habla muy bien de sumar, de multiplicar, de cruzarnos. Creíamos que podía representar el proceso». Un trabajo experimental en los términos de los que ya se ha descrito, pero que no suena a desvarío ni a una pedante abstracción. «Yo creo que se aprecia bien que es un disco de canciones, yo al menos lo veo así. Aunque tengo curiosidad por saber qué diréis del disco la prensa y dónde lo va a catalogar El Corte Inglés… ¿en flamenco?» ríe Contreras. No es, en cualquier caso, asunto menor: ¿Hay un lugar, una estantería, para este tipo de música? «Es complicado, por el contexto cultural que tenemos en España. Las prioridades son otras y se pueden ver bien, por ejemplo, en los festivales. Pero nosotros tenemos claro que tocamos en otros hábitats y estamos felices por eso. No somos ingenuos, sabemos el espacio en el que nos movemos, pero nunca hemos hecho un trabajo pensando en dónde se va a ver, sino en la necesidad de hacerlo. No iremos a un lugar donde la escucha no sea amable, favorable al proyecto y donde no podamos desarrollar la propuesta. Trabajamos sin ningún tipo de cortapisas y por eso hacemos proyectos como este», dice Niño de Elche. «Lo que no vamos a hacer es cambiar lo que hacemos para tratar de encajar en un lugar que no sea el adecuado. Vivimos un momento en el que parece que el éxito es llenar el WiZink, pero a mí me parece mucho mejor llenar auditorios por toda Europa, o teatros y espacios bonitos, que un día metes 400 y otro 1.000 personas. Eso es fabuloso: le ves la cara a la gente, te escuchan en silencio y tienes una relación personal con ellos», apunta el productor. «Tocaremos allá donde nos quieran y sea un lugar apropiado. Estamos muy acostumbrados a tocar fuera y nos gusta hacerlo. Si hay que ir a Alemania o a Japón, se va». Adonde diga el alma.. Palabra de poetas: Yannis Ritsos y Peter Nadas. Tejido sobre sonidos «ambient», «dream pop» y sacudidas de distorsión, la otra de las potencias del disco es la voz lírica, que se apoya en las palabras de dos poetas, especialmente la de Yannis Ritsos y también, en un corte, las de Peter Nádas. De la libre adaptación de un poema del griego surge, quizá, uno de los mejores versos del trabajo: «Nadie sabrá de mjosotros / estaremos en todas partes / sonriendo». «Tuve dudas, porque pensé que lo había plagiado, pero no, son dos ideas que he combinado. Ahí se resume todo: la memoria, el olvido y la paz espiritual. El ayer, el mañana… la ruptura del tiempo».
Niño de Elche y Raül Refree publican «Cru+es», un disco que juega con la idea de la música religiosa
Como sintetiza Paco Contreras, Niño de Elche (Elche, 1985), la música experimental «no es esa que hace ruiditos y disonancia», sino aquella que se «compromete con una idea del proceso creativo en el que se abraza lo que se te va ofreciendo». «Nosotros siempre estamos abiertos a cambiar, a girar el timón si el proceso lo da y lo ofrece. Para mí, ser un músico experimental en el sentido radical del término quiere decir que estás dado a la experiencia, a mojarte y embarrarte y ser honesto con el proceso. Esto John Cage lo explicaba muy bien: es una foto», dice el músico sobre el trabajo que acaba de publicar junto al productor Raül Fernandez «Refree» (Barcelona, 1976), «Cru+es», una especie de tratado de música espiritual nacido del impulso. «Es una foto, sí –concede el productor–. Pero más analógica que digital. Haces click y así se queda».. El proyecto es, de alguna manera, heredero del espectáculo «Éxtasis» que ambos músicos han llevado por Europa: «Era un directo basado en la espiritualidad, a una forma de música religiosa que abandona la corporeidad, que es lo que a Paco y a mí nos sucede cuando tocamos, que entramos en trance», dice el productor, que explica que, después de varios años improvisando cada noche lo que se veía en escena, desarrollaron una complicidad absoluta que poco a poco iba decantándose en piezas más cortas, en canciones. «El marco de las texturas y conceptual es la música sacra, la música religiosa de los salmos. Hemos escuchado muchas piezas para órgano, coros… yo qué sé –sonríe Niño de Elche–. Todo el disco está construido desde esa forma de posesión en la que los dos interveníamos en todo el proceso, porque habrá quien pueda pensar que yo hacía las letras y Raül la música, pero no. En nuestro caso, entre los dos existe una relación de amistad y de escucha profunda, una especie de poso que, cuando llegamos al estudio, se manifestó a borbotones», explica.. Ambos reservaron un mes y medio para hacer las grabaciones, pero en veinte días habían culminado las canciones del nuevo disco. «Componíamos y grabábamos una canción al día. Tanto, que no sabíamos que hacer con el tiempo que nos quedaba y terminamos otro disco que saldrá, seguramente, dentro de un año. Ahora tenemos dos», ríe Refree sobre un proceso impulsivo y liberador, al contrario de lo que suele ser el cometido perfeccionista y minucioso del estudio de grabación, y que podría culminar en un nuevo trabajo para cerrar, probablemente, una trilogía en el futuro. «Eso solo es posible cuando tienes una relación como la que tenemos nosotros. Eso no lo he visto nunca entre artista y productor. Esa capacidad de entendernos…», dice Fernández.. Por todo lo anterior decidieron llamar al disco «Cru+es» («Cruces»): «Es una palabra de la simbología cristiana, que nos encanta, pero también habla muy bien de sumar, de multiplicar, de cruzarnos. Creíamos que podía representar el proceso». Un trabajo experimental en los términos de los que ya se ha descrito, pero que no suena a desvarío ni a una pedante abstracción. «Yo creo que se aprecia bien que es un disco de canciones, yo al menos lo veo así. Aunque tengo curiosidad por saber qué diréis del disco la prensa y dónde lo va a catalogar El Corte Inglés… ¿en flamenco?» ríe Contreras. No es, en cualquier caso, asunto menor: ¿Hay un lugar, una estantería, para este tipo de música? «Es complicado, por el contexto cultural que tenemos en España. Las prioridades son otras y se pueden ver bien, por ejemplo, en los festivales. Pero nosotros tenemos claro que tocamos en otros hábitats y estamos felices por eso. No somos ingenuos, sabemos el espacio en el que nos movemos, pero nunca hemos hecho un trabajo pensando en dónde se va a ver, sino en la necesidad de hacerlo. No iremos a un lugar donde la escucha no sea amable, favorable al proyecto y donde no podamos desarrollar la propuesta. Trabajamos sin ningún tipo de cortapisas y por eso hacemos proyectos como este», dice Niño de Elche. «Lo que no vamos a hacer es cambiar lo que hacemos para tratar de encajar en un lugar que no sea el adecuado. Vivimos un momento en el que parece que el éxito es llenar el WiZink, pero a mí me parece mucho mejor llenar auditorios por toda Europa, o teatros y espacios bonitos, que un día metes 400 y otro 1.000 personas. Eso es fabuloso: le ves la cara a la gente, te escuchan en silencio y tienes una relación personal con ellos», apunta el productor. «Tocaremos allá donde nos quieran y sea un lugar apropiado. Estamos muy acostumbrados a tocar fuera y nos gusta hacerlo. Si hay que ir a Alemania o a Japón, se va». Adonde diga el alma.. ►Tejido sobre sonidos «ambient», «dream pop» y sacudidas de distorsión, la otra de las potencias del disco es la voz lírica, que se apoya en las palabras de dos poetas, especialmente la de Yannis Ritsos y también, en un corte, las de Peter Nádas. De la libre adaptación de un poema del griego surge, quizá, uno de los mejores versos del trabajo: «Nadie sabrá de mjosotros / estaremos en todas partes / sonriendo». «Tuve dudas, porque pensé que lo había plagiado, pero no, son dos ideas que he combinado. Ahí se resume todo: la memoria, el olvido y la paz espiritual. El ayer, el mañana… la ruptura del tiempo».
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