Lugo amaneció con el peso de la historia reciente sobre sus hombros. En poco más de un año, la alcaldía ha cambiado de manos tres veces. Miguel Fernández, que hasta ahora gestionaba el área de Medio Ambiente, asumía en la tarde de ayer el bastón de mando en un acto solemne, cargado de emoción y simbolismo, con el recuerdo inevitable de Paula Alvarellos, su predecesora, y de Lara Méndez, quien inició este mandato antes de su salto a la política autonómica.. La sesión extraordinaria, celebrada en el pleno municipal, congregó a representantes institucionales y ciudadanos en un momento de transición que se vive desde el respeto y las nuevas expectativas. Con el respaldo de los ocho concejales socialistas y los cinco nacionalistas del BNG, Fernández recibió el mando de la ciudad de manos de Rubén Arroxo, alcalde en funciones desde el fallecimiento de Alvarellos.. Su primer mensaje fue claro: «Recibo este encargo con humildad y compromiso, con la determinación de continuar los proyectos de Paula y de seguir construyendo un Lugo mejor». En su intervención, quiso destacar la impronta que su antecesora dejó en el poco tiempo que estuvo al frente del Concello, subrayando su «visión de ciudad» y su «capacidad de diálogo y gestión».. Estabilidad frente a la incertidumbre. La llegada de Miguel Fernández supone un nuevo intento de estabilizar la política municipal tras un año convulso. En 2023, Lara Méndez dejó la alcaldía para formar parte de la candidatura socialista al Parlamento gallego, cediendo el relevo a Alvarellos, quien falleció de forma inesperada a comienzos de marzo. Ahora, Fernández se enfrenta al reto de consolidar un gobierno en plena reorganización, con la promesa de mantener el espíritu de diálogo y consenso que caracterizó a sus predecesoras.. En su discurso, el nuevo alcalde también agradeció la postura del Partido Popular, que decidió votar en blanco en la sesión «como muestra de respeto y responsabilidad institucional». Asimismo, tuvo palabras de reconocimiento para figuras clave del socialismo gallego, como el presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé, y el secretario general del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro.. Fernández aseguró que su gobierno tratará de culminar los proyectos ya en marcha, priorizando la finalización de las obras en el centro de la ciudad, la modernización de los barrios y la mejora del rural lucense. Además, insistió en la importancia de reforzar los servicios sociales y de exigir a todas las administraciones «que cumplan con Lugo, desde el diálogo y sin crispación».. Retos. Consciente de la fragilidad política que ha marcado la actual legislatura, el nuevo regidor defendió un mandato basado en la estabilidad y la escucha activa. «Lugo no se mide sólo por su tamaño, sino por su ambición y sus sueños», citó, recordando al periodista Herbert Caen.. Fernández tiene por delante un reto enorme: el de gobernar una ciudad que en apenas trece meses ha visto desfilar a tres alcaldes. Para ello, deberá mantener la cohesión de un gobierno en transición y demostrar que la política municipal puede superar las turbulencias sin perder el rumbo.
El regidor asume el cargo con un discurso de continuidad y compromiso en un acto marcado por el recuerdo a su antecesora
Lugo amaneció con el peso de la historia reciente sobre sus hombros. En poco más de un año, la alcaldía ha cambiado de manos tres veces. Miguel Fernández, que hasta ahora gestionaba el área de Medio Ambiente, asumía en la tarde de ayer el bastón de mando en un acto solemne, cargado de emoción y simbolismo, con el recuerdo inevitable de Paula Alvarellos, su predecesora, y de Lara Méndez, quien inició este mandato antes de su salto a la política autonómica.. La sesión extraordinaria, celebrada en el pleno municipal, congregó a representantes institucionales y ciudadanos en un momento de transición que se vive desde el respeto y las nuevas expectativas. Con el respaldo de los ocho concejales socialistas y los cinco nacionalistas del BNG, Fernández recibió el mando de la ciudad de manos de Rubén Arroxo, alcalde en funciones desde el fallecimiento de Alvarellos.. Su primer mensaje fue claro: «Recibo este encargo con humildad y compromiso, con la determinación de continuar los proyectos de Paula y de seguir construyendo un Lugo mejor». En su intervención, quiso destacar la impronta que su antecesora dejó en el poco tiempo que estuvo al frente del Concello, subrayando su «visión de ciudad» y su «capacidad de diálogo y gestión».. Estabilidad frente a la incertidumbre. La llegada de Miguel Fernández supone un nuevo intento de estabilizar la política municipal tras un año convulso. En 2023, Lara Méndez dejó la alcaldía para formar parte de la candidatura socialista al Parlamento gallego, cediendo el relevo a Alvarellos, quien falleció de forma inesperada a comienzos de marzo. Ahora, Fernández se enfrenta al reto de consolidar un gobierno en plena reorganización, con la promesa de mantener el espíritu de diálogo y consenso que caracterizó a sus predecesoras.. En su discurso, el nuevo alcalde también agradeció la postura del Partido Popular, que decidió votar en blanco en la sesión «como muestra de respeto y responsabilidad institucional». Asimismo, tuvo palabras de reconocimiento para figuras clave del socialismo gallego, como el presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé, y el secretario general del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro.. Fernández aseguró que su gobierno tratará de culminar los proyectos ya en marcha, priorizando la finalización de las obras en el centro de la ciudad, la modernización de los barrios y la mejora del rural lucense. Además, insistió en la importancia de reforzar los servicios sociales y de exigir a todas las administraciones «que cumplan con Lugo, desde el diálogo y sin crispación».. Retos. Consciente de la fragilidad política que ha marcado la actual legislatura, el nuevo regidor defendió un mandato basado en la estabilidad y la escucha activa. «Lugo no se mide sólo por su tamaño, sino por su ambición y sus sueños», citó, recordando al periodista Herbert Caen.. Fernández tiene por delante un reto enorme: el de gobernar una ciudad que en apenas trece meses ha visto desfilar a tres alcaldes. Para ello, deberá mantener la cohesión de un gobierno en transición y demostrar que la política municipal puede superar las turbulencias sin perder el rumbo.
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