En su último episodio, Robbins convoca a dos voces médicas formadas en Harvard -el psiquiatra Alok Kanojia y la médica Aditi Nerurkar- para desmontar una idea instalada: que todo malestar diario es “estrés”. La distinción importa porque determina qué herramienta usar. El estrés puede ser funcional y breve, mientras que el agobio es otra cosa: es la sensación de que la vida avanza más rápido que tu capacidad de respuesta y la mayor parte de las demandas no dependen de ti.. Ese matiz tiene base biológica. Bajo presión sostenida, el cerebro migra del mando ejecutivo de la corteza prefrontal(planificar, priorizar) al piloto automático de la amígdala (alerta y supervivencia). Cuando esa alarma se cronifica, aparece la “inundación psicológica”: cuesta pensar con claridad, ordenar tareas o incluso elegir el siguiente paso. No es falta de voluntad; es fisiología en modo bloqueo. Por eso, antes de organizar la agenda, conviene resetear el sistema.. Estrés vs. agobio: dos estados, dos respuestas. El estrés es presión puntual que puede ser útil. El agobio llega cuando predomina lo incontrolable (trámites, crisis ajenas, imprevistos) y tu capacidad se satura. Nombrar con precisión dónde estás evita aplicar el remedio equivocado.. El protocolo en 4 pasos que sugiere Robbins. Identifica el estado. ¿Es una presión manejable o un completo desborde?. Respiración cíclica. Dos inhalaciones nasales cortas + exhalación larga por la boca para conmutar del sistema simpático al parasimpático.. Vaciado mental. 10 minutos, sin distracciones, tareas, pendientes y conversaciones aplazadas fuera de la cabeza y al papel.. Añade un reto activo mínimo. Recupera una acción elegida por ti para reequilibrar la balanza frente a lo impuesto.. Por qué funciona. Respirar baja la alarma y devuelve recursos a la corteza prefrontal, volcar pensamientos reduce rumiación y mejora el sueño, sumar un acto elegido restaura agencia y corta el círculo de “todo me supera”. La meta no es cero estrés -imposible-, sino estrés útil con pausas y límites.
Confundimos “estar bajo presión” con “estar desbordados” y pagamos el precio en foco, sueño y decisiones. Mel Robbins separa ambos estados y propone un protocolo simple para recuperar control
En su último episodio, Robbins convoca a dos voces médicas formadas en Harvard -el psiquiatra Alok Kanojia y la médica Aditi Nerurkar- para desmontar una idea instalada: que todo malestar diario es “estrés”. La distinción importa porque determina qué herramienta usar. El estrés puede ser funcional y breve, mientras que el agobio es otra cosa: es la sensación de que la vida avanza más rápido que tu capacidad de respuesta y la mayor parte de las demandas no dependen de ti.. Ese matiz tiene base biológica. Bajo presión sostenida, el cerebro migra del mando ejecutivo de la corteza prefrontal(planificar, priorizar) al piloto automático de la amígdala (alerta y supervivencia). Cuando esa alarma se cronifica, aparece la “inundación psicológica”: cuesta pensar con claridad, ordenar tareas o incluso elegir el siguiente paso. No es falta de voluntad; es fisiología en modo bloqueo. Por eso, antes de organizar la agenda, conviene resetear el sistema.. Estrés vs. agobio: dos estados, dos respuestas. El estrés es presión puntual que puede ser útil. El agobio llega cuando predomina lo incontrolable (trámites, crisis ajenas, imprevistos) y tu capacidad se satura. Nombrar con precisión dónde estás evita aplicar el remedio equivocado.. El protocolo en 4 pasos que sugiere Robbins. Identifica el estado. ¿Es una presión manejable o un completo desborde?. Respiración cíclica. Dos inhalaciones nasales cortas + exhalación larga por la boca para conmutar del sistema simpático al parasimpático.. Vaciado mental. 10 minutos, sin distracciones, tareas, pendientes y conversaciones aplazadas fuera de la cabeza y al papel.. Añade un reto activo mínimo. Recupera una acción elegida por ti para reequilibrar la balanza frente a lo impuesto.. Por qué funciona. Respirar baja la alarma y devuelve recursos a la corteza prefrontal, volcar pensamientos reduce rumiación y mejora el sueño, sumar un acto elegido restaura agencia y corta el círculo de “todo me supera”. La meta no es cero estrés -imposible-, sino estrés útil con pausas y límites.
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