Para el último fin de semana de noviembre, en el que además se espera una subida de las temperaturas y el col brillando en todo lo alto en buena parte de la comunidad, traemos a estas líneas turísticas de LA RAZÓN de cada viernes una ruta donde los libros, el vino, la gastronomía y el patrimonio son los principales protagonistas.. Un recorrido por la vieja Castilla que no dejará indiferente a los viajeros ávidos de conocer cultura e incluso una parte importante de la historia de lo que hoy es España, en este caso de la mano del infante Don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X «El Sabio» y nieto de Fernando III «El Santo» durante el siglo XIII y principios del XIV.. ¿Y quién es el infante Don Juan Manuel?. Pues, ante todo, estamos hablando de un personaje ilustre, de la alta nobleza castellana que fue señor de la villa vallisoletana de Peñafiel, cuna de la Ribera de Duero, gracias a la donación que le hizo Sancho IV, su tutor tras quedarse huérfano.. Un municipio en el que vivió con pasión sus amores y donde se encuentran sus restos, en concreto en la Iglesia conventual de San Pablo.. El infante era conocido en su época por su afición a la literatura y, de hecho, le llamaban el «Príncipe de las letras». Su manera de escribir era sencilla y accesible para todos y destacaba por una didáctica narrativa para poder llegar al mayor número de lectores, teniendo en cuenta el analfabetismo de la época. Muestra de ello está su famoso Libro de Patronio o Conde Lucanor, su obra maestra, compuesta por cincuenta apólogos, un estilo literario que se apoya en la alegoría para mostrar un rasgo moral o filosófico.. El infante aportaba soluciones sobre problemas de la salvación y de la honra que incluía en forma de dilema que el ‘Conde Lucanor’, protagonista de la obra, plantea a su mentor, ‘Patronio’, quien le responde con un ejemplo con moraleja.. Don Juan Manuel mezcla fábulas orientales, relatos fantásticos, cuentos satíricos e incluso parábolas de la Biblia y otras obras recogidas de la transmisión oral.. Pero dicho todo esto, el turista que se acerque a alguno de los trece municipios vallisoletanos que forman parte de esta colección y que hoy es una ruta tienen la oportunidad de saciar su apetito cultural, pero también y sobre todo dar rienda suelta a sus pasiones gastronómicas, con el cordero lechal como estrella de la mesa, pero también vinícolas, por cuanto se va a adentrar en la Ribera del Duero, cuna de grandes vinos, y una de las zonas vitivinícolas más importantes y reconocidas del mundo.. El municipio vallisoletano de Tudela de Duero, conocido por sus espectaculares espárragos y por su casco apretado y laberíntico casco histórico, es la primera parada de este recorrido singular. Allí, el viajero debe visitar la iglesia de La Asunción, del siglo XVI, que alberga en su interior uno de los mejores retablos de la provincia, trabajado por artistas de la talla de Manuel Álvarez, Juan de la Maza o Gregorio Fernández. Otro de sus retablos expone una talla de Juan de Juni. La portada del templo, también digna de admirar, fue realizada por Juan de Escalante.. Las ermitas del Humilladero de la Quinta Angustia, del siglo XVI, utilizada en la actualidad como sede de exposiciones temporales, y la del Santo Cristo, también del siglo XVI bien merecen también una visita.. Unos kilómetros más adelante y siguiendo la N-122 junto al río Duero y en dirección a Peñafiel se encuentra Sardón de Duero, donde el turista puede disfrutar de un patrimonio religioso importante, entre la que destaca la iglesia de San Bautista, del siglo XVI pero, sobre todo, el Monasterio de Santa María de Retuerta, declarado Bien de Interés Cultural.. Un enclave espectacular rodeado de viñedos en el que destaca su construcción románica del siglo XII y su estructura benedictina, aunque el claustro fue reformado en estilo herreriano en el siglo XVI, siendo la Hospedería ya del XVIII. Actualmente es sede de la afamada Bodega Abadía Retuerta, donde se elaboran grandes vinos fuera de la DO Ribera de Duero, de una excelente calidad, además de un hotel para desconectar del mundanal ruido.. Muy cerca de allí, se encuentra Quintanilla de Onésimo, otro pueblo de enjundia y vitivinícola, lugar en el que nace el Canal del Duero, que abasteció a la ciudad de Valladolid durante el último tercio del siglo XIX, donde el viajero puede hacer parada y fonda en su peregrinar por la Ruta del Infante Don Juan Manuel.. Este canal se inauguró en 1886 y, para su construcción, se aprovechó la presa formada en el río para los molinos de harina (hoy el Hotel Fuente de la Aceña) y papel.. Desde mediados del siglo XX su finalidad principal ha sido el regadío, para lo cual fue necesario construir varias acequias, que toman sus aguas del Canal y las distribuyen por las zonas circundantes. La abundante vegetación de ribera que se alinea junto a su curso hace especialmente agradable el paseo.. Hoy se puede disfrutar de un magnífico paseo entre el río y el canal que transcurren paralelos desde Quintanilla hacia Sardón y admirar la riqueza paisajística y arquitectónica del mismo.. En Quintanilla de Onésimo también hay un importante patrimonio religioso que merece mucho la pena conocer. Por ejemplo, la iglesia Parroquial de San Millán y la ermita de San Roque, pero también destacan los antiguos lavaderos donde antiguamente se lavaba la ropa, hoy en día restaurados y foco de atracción turística.. La Ruta del Infante Don Juan Manuel continúa hasta Peñafiel por la N-122 pero antes de llegar a la peña más fiel de Castilla, conviene aparcar el coche y desviarse hasta San Bernardo, pedanía de Valbuena de Duero, para visitar el Monasterio cisterciense de Santa María de Valbuena, sede de la Fundación de Las Edades del Hombre, la exposición de arte sacro más importante del mundo y uno de los proyectos culturales más emblemáticos y con más proyección de los que se desarrollan en Castilla y León además de uno de los más importantes también en nuestro país.. Un lugar en el que se celebran numerosas bodas al año, y que cuenta con un taller de restauración que se puede visitar, donde el viajero podrá compartir espacio con joyas escultóricas, con piezas únicas del arte medieval español, así como a aprender a cuidar estos tesoros que son patrimonio de todos.. En su interior destacan el claustro -gótico, renacentista y cisterciense- y la capilla del Tesoro o de San Pedro, con unas interesantes pinturas murales del siglo XIII.. Un municipio en el que, además de bodegas como Matarromera o Emina, con su Centro de Interpretación Vitivinícola, es de visita obligada para empaparse de la cultura del vino.. Junto a Valbuena de Duero se encuentran los afamados viñedos de Vega Sicilia y la bodega hasta llegar a Quintanilla de Arriba, siguiente parada, donde destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un edificio barroco del siglo XVIII, de piedra, o la ermita del Cristo, situada en una cuesta donde se pueden contemplar unas vistas del pueblo espectaculares. Tierra de viñedos y bodegas subterráneas y también de setas y níscalos cuando es la temporada.. Poco después, y también siguiendo la N-122 se encuentra la localidad de Padilla de Duero, pedanía de Peñafiel, donde se ubican los yacimientos de la ciudad vacceo-romana de Pintia, cuyos restos se identificaron con la ciudad de Valladolid. En el yacimiento destaca el poblado de las Quintanas, que ha sido declarado Bien de Interés Cultural.. Pero, además, en Padilla de Duero existen unas charcas o lagunas muy bien señalizadas que son dignas de ver para disfrutar de las aves migratorias que sobrevuelan en este paraje según la época y de una fauna singular mientras se disfruta de una ruta de senderismo o en bicicleta.. Peñafiel es la siguiente parada. Una villa milenaria en la que sobresale a lo lejos su espectacular castillo, Monumento Nacional desde más de cien años, que ofrece unas vistas espectaculares y en cuyo punto más alto se dominan hasta siete valles distintos.. Una fortaleza de las mejor conservadas de España, que destaca por su forma de barco, y que acoge en su interior al Museo Provincial del Vino. Además, desde hace unos meses y tras varios años de trabajos, ha mejorado su barbacana permitiendo al turista una visita integral del castillo que no dejará indiferente a nadie.. Pero Peñafiel es vino y patrimonio y cuenta con decenas de bodegas entre las que sobresalen la Protos, que en 2025 cumplirá cien años, Pago de Carraovejas, Teófilo Reyes, Tomás Postigo, Carramimbre, Rubén Ramos y muchas otras que ofrecen una experiencia enoturística sin igual.. Un pueblo donde el lechazo es su plato estrella, y que cuenta con la Bajada del Ángel, durante el Domingo de Resurrección, como una fiesta de interés turístico nacional, que se celebra en la medieval Plaza del Coso, conocida también porque alberga las capeas y festejos taurinos de las fiestas patronales en Honor a la Virgen y San Roque de agosto. El turista puede ver en Peñafiel la Casa Museo de la Ribera, uno de los mejores ejemplos de arquitectura tradicional conservados, donde un grupo de actores sitúa al visitante en una casa de principios del siglo XX.. El Museo de Arte Sacro en la iglesia de Santa María, junto a la Casa Consistorial en pleno casco histórico, es otra de las paradas obligadas, al igual que el Convento de Las Claras, la Iglesia de San Miguel de Reoyo, o la mencionada anteriormente iglesia conventual de San Pablo, de estilo gótico-mudéjar, donde está enterrado el Infante Don Juan Manuel.. Un templo situado sobre el antiguo alcázar de Alfonso X El Sabio, donde el autor del Conde Lucanor hizo levantar en 1324 el actual convento, que se puede visitar de manera libre o guiada.. El exterior destaca por sus arcos realizados en ladrillo, en estilo gótico mudéjar, que contrastan radicalmente con la rica decoración de la capilla funeraria de los Manuel, construida dos siglos más tarde en estilo plateresco, y que está considerada como una pieza sobresaliente del Renacimiento español. Construida en piedra caliza muy blanca, se conserva en muy buen estado, es uno de los atractivos de Peñafiel para los amantes del turismo cultural.. Valle del cuco. La siguiente parada de esta Ruta tiene también castillo. O mejor dicho, dos. Se trata de Curiel de Duero, la puerta de entrada al Valle del Cuco, una zona rodeada d páramos pero con una densa vegetación y refugio de numerosas especies de aves, que comprende los términos municipales de Curiel de Duero, Bocos de Duero, Valdearcos de la Vega, Corrales de Duero y San Llorente del Valle.. El casco histórico de Curiel de Duero es un reflejo del esplendor medieval de este municipio, y cuenta con el título de ser uno de los pueblos españoles con más castillos por número de habitantes. Y es que además de la antigua fortaleza del cerro, a sus pies, se levanta otra: el Palacio fortificado de los Zúñiga.. En Curiel de Duero está también el Museo Etnográfico, donde el turista puede ver de cerca un arado romano, un trillo, bieldas, medias fanegas, arreos del ganado, utensilios y herramientas para la elaboración del queso y vino; aparatos de medida, piedras de molino, enseres de una casa de labranza y material y mobiliario de un escudo de la época.. Muy cerca de Curiel se encuentra Pesquera de Duero, municipio vitivinícola y emprendedor, por cuanto es de los pueblos de España con más empresas, en proporción a sus habitantes.. Junto al río, en un recodo, Pesquera muestra el turista una hermosa perspectiva del conocido como barrio de las bodegas, horadadas sobre la ladera de un pequeño cerro. La localidad cuenta con una plaza Mayor porticada a la que se accede por un arco. Sus principales edificios son la iglesia de San Juan Bautista y las ermitas del Humilladero y Nuestra Señora de Rubialejos.. La Ruta del Infante Don Juan Manuel prosigue hasta Olivares de Duero, Villabáñez y, finalmente, Renedo de Esgueva, son las tres últimas paradas de esta Ruta turística por tierras castellanas.. Olivares presume de su hermoso retablo renacentista de su iglesia de San Pelayo, una de las obras cumbre del Renacimiento español. Y en el cercano páramo se han hallado recientemente las evidencias más antiguas de la utilización humana del fuego en toda la Península.. En cuanto a Villabáñez, en el valle del río Jaramiel, el turista no puede dejar de ver la iglesia de La Asunción, levantada entre los siglos XVI y XVII, donde sobresale un notable retablo realizado por la escuela de Gregorio Fernández. En las afueras se ve la ermita del Santo Cristo de la Guía, con importantes tallas en su interior.. Finalmente, ya en el valle del Esgueva se encuentra Renedo de Esgueva, donde se ubica el Valle de los Seis Sentidos, un gran parque infantil que gestiona la Diputación.. También destacan las bodegas de Renedo en el cerro del “Castillo”, de más de un siglo de vida, donde las peñas guinderas se cobijan durante su fiesta patronal, mientras el resto del año son utilizadas de forma privada.. Para finalizar, el viajero amante de caminar puede también pasear por el Sendero Verde, una ruta ecológica para cicloturistas y andarines; visitar la iglesia de la Inmaculada o Purísima Concepción o ascender hasta El Pico de Uris, a 849 metros, que cuenta con un espectacular mirador desde donde se pueden ver los paisajes más inmensos sobre Valladolid y el final del valle.
Bañada por el gran río Duero que nos une con Portugal, esta zona de la provincia de Valladolid es de obligada visita para el viajero ávido de cultura y amante del buen comer y mejor beber
Para el último fin de semana de noviembre, en el que además se espera una subida de las temperaturas y el col brillando en todo lo alto en buena parte de la comunidad, traemos a estas líneas turísticas de LA RAZÓN de cada viernes una ruta donde los libros, el vino, la gastronomía y el patrimonio son los principales protagonistas.. Un recorrido por la vieja Castilla que no dejará indiferente a los viajeros ávidos de conocer cultura e incluso una parte importante de la historia de lo que hoy es España, en este caso de la mano del infante Don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X «El Sabio» y nieto de Fernando III «El Santo» durante el siglo XIII y principios del XIV.. ¿Y quién es el infante Don Juan Manuel?. Pues, ante todo, estamos hablando de un personaje ilustre, de la alta nobleza castellana que fue señor de la villa vallisoletana de Peñafiel, cuna de la Ribera de Duero, gracias a la donación que le hizo Sancho IV, su tutor tras quedarse huérfano.. Un municipio en el que vivió con pasión sus amores y donde se encuentran sus restos, en concreto en la Iglesia conventual de San Pablo.. El infante era conocido en su época por su afición a la literatura y, de hecho, le llamaban el «Príncipe de las letras». Su manera de escribir era sencilla y accesible para todos y destacaba por una didáctica narrativa para poder llegar al mayor número de lectores, teniendo en cuenta el analfabetismo de la época. Muestra de ello está su famoso Libro de Patronio o Conde Lucanor, su obra maestra, compuesta por cincuenta apólogos, un estilo literario que se apoya en la alegoría para mostrar un rasgo moral o filosófico.. El infante aportaba soluciones sobre problemas de la salvación y de la honra que incluía en forma de dilema que el ‘Conde Lucanor’, protagonista de la obra, plantea a su mentor, ‘Patronio’, quien le responde con un ejemplo con moraleja.. Don Juan Manuel mezcla fábulas orientales, relatos fantásticos, cuentos satíricos e incluso parábolas de la Biblia y otras obras recogidas de la transmisión oral.. Pero dicho todo esto, el turista que se acerque a alguno de los trece municipios vallisoletanos que forman parte de esta colección y que hoy es una ruta tienen la oportunidad de saciar su apetito cultural, pero también y sobre todo dar rienda suelta a sus pasiones gastronómicas, con el cordero lechal como estrella de la mesa, pero también vinícolas, por cuanto se va a adentrar en la Ribera del Duero, cuna de grandes vinos, y una de las zonas vitivinícolas más importantes y reconocidas del mundo.. El municipio vallisoletano de Tudela de Duero, conocido por sus espectaculares espárragos y por su casco apretado y laberíntico casco histórico, es la primera parada de este recorrido singular. Allí, el viajero debe visitar la iglesia de La Asunción, del siglo XVI, que alberga en su interior uno de los mejores retablos de la provincia, trabajado por artistas de la talla de Manuel Álvarez, Juan de la Maza o Gregorio Fernández. Otro de sus retablos expone una talla de Juan de Juni. La portada del templo, también digna de admirar, fue realizada por Juan de Escalante.. Las ermitas del Humilladero de la Quinta Angustia, del siglo XVI, utilizada en la actualidad como sede de exposiciones temporales, y la del Santo Cristo, también del siglo XVI bien merecen también una visita.. Unos kilómetros más adelante y siguiendo la N-122 junto al río Duero y en dirección a Peñafiel se encuentra Sardón de Duero, donde el turista puede disfrutar de un patrimonio religioso importante, entre la que destaca la iglesia de San Bautista, del siglo XVI pero, sobre todo, el Monasterio de Santa María de Retuerta, declarado Bien de Interés Cultural.. Un enclave espectacular rodeado de viñedos en el que destaca su construcción románica del siglo XII y su estructura benedictina, aunque el claustro fue reformado en estilo herreriano en el siglo XVI, siendo la Hospedería ya del XVIII. Actualmente es sede de la afamada Bodega Abadía Retuerta, donde se elaboran grandes vinos fuera de la DO Ribera de Duero, de una excelente calidad, además de un hotel para desconectar del mundanal ruido.. Muy cerca de allí, se encuentra Quintanilla de Onésimo, otro pueblo de enjundia y vitivinícola, lugar en el que nace el Canal del Duero, que abasteció a la ciudad de Valladolid durante el último tercio del siglo XIX, donde el viajero puede hacer parada y fonda en su peregrinar por la Ruta del Infante Don Juan Manuel.. Este canal se inauguró en 1886 y, para su construcción, se aprovechó la presa formada en el río para los molinos de harina (hoy el Hotel Fuente de la Aceña) y papel.. Desde mediados del siglo XX su finalidad principal ha sido el regadío, para lo cual fue necesario construir varias acequias, que toman sus aguas del Canal y las distribuyen por las zonas circundantes. La abundante vegetación de ribera que se alinea junto a su curso hace especialmente agradable el paseo.. Hoy se puede disfrutar de un magnífico paseo entre el río y el canal que transcurren paralelos desde Quintanilla hacia Sardón y admirar la riqueza paisajística y arquitectónica del mismo.. En Quintanilla de Onésimo también hay un importante patrimonio religioso que merece mucho la pena conocer. Por ejemplo, la iglesia Parroquial de San Millán y la ermita de San Roque, pero también destacan los antiguos lavaderos donde antiguamente se lavaba la ropa, hoy en día restaurados y foco de atracción turística.. La Ruta del Infante Don Juan Manuel continúa hasta Peñafiel por la N-122 pero antes de llegar a la peña más fiel de Castilla, conviene aparcar el coche y desviarse hasta San Bernardo, pedanía de Valbuena de Duero, para visitar el Monasterio cisterciense de Santa María de Valbuena, sede de la Fundación de Las Edades del Hombre, la exposición de arte sacro más importante del mundo y uno de los proyectos culturales más emblemáticos y con más proyección de los que se desarrollan en Castilla y León además de uno de los más importantes también en nuestro país.. Un lugar en el que se celebran numerosas bodas al año, y que cuenta con un taller de restauración que se puede visitar, donde el viajero podrá compartir espacio con joyas escultóricas, con piezas únicas del arte medieval español, así como a aprender a cuidar estos tesoros que son patrimonio de todos.. En su interior destacan el claustro -gótico, renacentista y cisterciense- y la capilla del Tesoro o de San Pedro, con unas interesantes pinturas murales del siglo XIII.. Un municipio en el que, además de bodegas como Matarromera o Emina, con su Centro de Interpretación Vitivinícola, es de visita obligada para empaparse de la cultura del vino.. Junto a Valbuena de Duero se encuentran los afamados viñedos de Vega Sicilia y la bodega hasta llegar a Quintanilla de Arriba, siguiente parada, donde destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un edificio barroco del siglo XVIII, de piedra, o la ermita del Cristo, situada en una cuesta donde se pueden contemplar unas vistas del pueblo espectaculares. Tierra de viñedos y bodegas subterráneas y también de setas y níscalos cuando es la temporada.. Poco después, y también siguiendo la N-122 se encuentra la localidad de Padilla de Duero, pedanía de Peñafiel, donde se ubican los yacimientos de la ciudad vacceo-romana de Pintia, cuyos restos se identificaron con la ciudad de Valladolid. En el yacimiento destaca el poblado de las Quintanas, que ha sido declarado Bien de Interés Cultural.. Pero, además, en Padilla de Duero existen unas charcas o lagunas muy bien señalizadas que son dignas de ver para disfrutar de las aves migratorias que sobrevuelan en este paraje según la época y de una fauna singular mientras se disfruta de una ruta de senderismo o en bicicleta.. Peñafiel es la siguiente parada. Una villa milenaria en la que sobresale a lo lejos su espectacular castillo, Monumento Nacional desde más de cien años, que ofrece unas vistas espectaculares y en cuyo punto más alto se dominan hasta siete valles distintos.. Una fortaleza de las mejor conservadas de España, que destaca por su forma de barco, y que acoge en su interior al Museo Provincial del Vino. Además, desde hace unos meses y tras varios años de trabajos, ha mejorado su barbacana permitiendo al turista una visita integral del castillo que no dejará indiferente a nadie.. Pero Peñafiel es vino y patrimonio y cuenta con decenas de bodegas entre las que sobresalen la Protos, que en 2025 cumplirá cien años, Pago de Carraovejas, Teófilo Reyes, Tomás Postigo,Carramimbre, Rubén Ramos y muchas otras que ofrecen una experiencia enoturística sin igual.. Un pueblo donde el lechazo es su plato estrella, y que cuenta con la Bajada del Ángel, durante el Domingo de Resurrección, como una fiesta de interés turístico nacional, que se celebra en la medieval Plaza del Coso, conocida también porque alberga las capeas y festejos taurinos de las fiestas patronales en Honor a la Virgen y San Roque de agosto. El turista puede ver en Peñafiel la Casa Museo de la Ribera, uno de los mejores ejemplos de arquitectura tradicional conservados, donde un grupo de actores sitúa al visitante en una casa de principios del siglo XX.. El Museo de Arte Sacro en la iglesia de Santa María, junto a la Casa Consistorial en pleno casco histórico, es otra de las paradas obligadas, al igual que el Convento de Las Claras, la Iglesia de San Miguel de Reoyo, o la mencionada anteriormente iglesia conventual de San Pablo, de estilo gótico-mudéjar, donde está enterrado el Infante Don Juan Manuel.. Un templo situado sobre el antiguo alcázar de Alfonso X El Sabio, donde el autor del Conde Lucanor hizo levantar en 1324 el actual convento, que se puede visitar de manera libre o guiada.. El exterior destaca por sus arcos realizados en ladrillo, en estilo gótico mudéjar, que contrastan radicalmente con la rica decoración de la capilla funeraria de los Manuel, construida dos siglos más tarde en estilo plateresco, y que está considerada como una pieza sobresaliente del Renacimiento español. Construida en piedra caliza muy blanca, se conserva en muy buen estado, es uno de los atractivos de Peñafiel para los amantes del turismo cultural.. La siguiente parada de esta Ruta tiene también castillo. O mejor dicho, dos. Se trata de Curiel de Duero, la puerta de entrada al Valle del Cuco, una zona rodeada d páramos pero con una densa vegetación y refugio de numerosas especies de aves, que comprende los términos municipales de Curiel de Duero, Bocos de Duero, Valdearcos de la Vega, Corrales de Duero y San Llorente del Valle.. El casco histórico de Curiel de Duero es un reflejo del esplendor medieval de este municipio, y cuenta con el título de ser uno de los pueblos españoles con más castillos por número de habitantes. Y es que además de la antigua fortaleza del cerro, a sus pies, se levanta otra: el Palacio fortificado de los Zúñiga.. En Curiel de Duero está también el Museo Etnográfico, donde el turista puede ver de cerca un arado romano, un trillo, bieldas, medias fanegas, arreos del ganado, utensilios y herramientas para la elaboración del queso y vino; aparatos de medida, piedras de molino, enseres de una casa de labranza y material y mobiliario de un escudo de la época.. Muy cerca de Curiel se encuentra Pesquera de Duero, municipio vitivinícola y emprendedor, por cuanto es de los pueblos de España con más empresas, en proporción a sus habitantes.. Junto al río, en un recodo, Pesquera muestra el turista una hermosa perspectiva del conocido como barrio de las bodegas, horadadas sobre la ladera de un pequeño cerro. La localidad cuenta con una plaza Mayor porticada a la que se accede por un arco. Sus principales edificios son la iglesia de San Juan Bautista y las ermitas del Humilladero y Nuestra Señora de Rubialejos.. La Ruta del Infante Don Juan Manuel prosigue hasta Olivares de Duero, Villabáñez y, finalmente, Renedo de Esgueva, son las tres últimas paradas de esta Ruta turística por tierras castellanas.. Olivares presume de su hermoso retablo renacentista de su iglesia de San Pelayo, una de las obras cumbre del Renacimiento español. Y en el cercano páramo se han hallado recientemente las evidencias más antiguas de la utilización humana del fuego en toda la Península.. En cuanto a Villabáñez, en el valle del río Jaramiel, el turista no puede dejar de ver la iglesia de La Asunción, levantada entre los siglos XVI y XVII, donde sobresale un notable retablo realizado por la escuela de Gregorio Fernández. En las afueras se ve la ermita del Santo Cristo de la Guía, con importantes tallas en su interior.. Finalmente, ya en el valle del Esgueva se encuentra Renedo de Esgueva, donde se ubica el Valle de los Seis Sentidos, un gran parque infantil que gestiona la Diputación.. También destacan las bodegas de Renedo en el cerro del “Castillo”, de más de un siglo de vida, donde las peñas guinderas se cobijan durante su fiesta patronal, mientras el resto del año son utilizadas de forma privada.. Para finalizar, el viajero amante de caminar puede también pasear por el Sendero Verde, una ruta ecológica para cicloturistas y andarines; visitar la iglesia de la Inmaculada o Purísima Concepción o ascender hasta El Pico de Uris, a 849 metros, que cuenta con un espectacular mirador desde donde se pueden ver los paisajes más inmensos sobre Valladolid y el final del valle.
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