Las imágenes fueron impactantes. Los agentes de Scotland Yard se burlaban de víctimas de violación, hablaban de “pegar un tiro en la cabeza” a los inmigrantes, criticaban a los musulmanes y presumían del uso excesivo de la fuerza. Cuando la BBC sacó a la luz en octubre su investigación encubierta sobre la comisaría de Charing Cross, una de las más importantes de Londres, el responsable de la Policía Metropolitana, el comisario Mark Rowley, condenó el comportamiento como “vergonzoso, totalmente inaceptable y contrario a los valores y estándares” del cuerpo.. Pero, lejos de ser un episodio aislado, el programa de la BBC fue el preludio de algo mucho más profundo. Un informe independiente revela ahora que el daño racial que la Policía Metropolitana inflige a las personas negras se defiende institucionalmente y que su liderazgo y cultura protegen al cuerpo de un cambio real.. El documento, publicado el viernes, ha sido elaborado por la doctora Shereen Daniels, una de las principales expertas del Reino Unido en recursos humanos y en la lucha contra el racismo sistémico, y se basa en documentos y pruebas internas. “Charing Cross es un producto de la propia cultura de la Policía Metropolitana y de su diseño”, matiza la autora.. Titulado “30 Patrones de Daño”, se trata de la primera revisión interna sobre el racismo anti-negro que se centra en la institución en su conjunto y no en un escándalo aislado. Su conclusión principal es contundente: la estructura del principal cuerpo policía del Reino Unido “hace inevitable que el daño racial se repita”. Sostiene que el racismo “no es fruto de percepciones individuales, sino un diseño sistémico que se reproduce dentro de los sistemas, la gobernanza, el liderazgo y la cultura del cuerpo”. Según Daniels, el trabajo “muestra cómo la propia institución genera el daño racial y, al mismo tiempo, se protege de la reforma”.. El documento detalla que las personas negras son más propensas a ser detenidas, registradas y sometidas al uso de la fuerza que las blancas. “La sospecha es el punto de partida”, señala el texto, que denuncia que las detenciones arbitrarias convierten las calles en “puestos de control”. En muchos casos, añade, “la negritud misma se considera causa probable”.. La revisión también identifica diferencias internas entre los propios empleados: los trabajadores de piel más oscura son más frecuentemente calificados de “confrontacionales”, mientras que los de piel más clara reciben respuestas más empáticas o indulgentes.. El informe se publica dos años después del conocido “Informe Casey”, encargado tras el asesinato de Sarah Everard por un agente en activo, que describió a la Policía Metropolitana como una institución “racista, misógina y homófoba”. Su responsable, Mark Rowley, no aceptó en aquel momento el término “racismo institucional”, aunque admitió “fallos sistémicos profundos”.. Ahora, en su respuesta al nuevo informe, el comisario reconoce que las conclusiones son “contundentes” y que la Policía Metropolitana debe afrontar “un cambio sistémico, estructural y cultural más profundo”. “Londres sólo podrá contar con una policía basada en el consentimiento cuando sea inclusiva y antirracista”, declaró. Destacó que el nivel de confianza de los londinenses negros “ha mejorado un 10 % en dos años”, pero reconoció que sigue por debajo del de otros grupos.. La Asociación Nacional de Policías Negros (NBPA) reaccionó con dureza, al afirmar que la situación “ha empeorado” y que “el comisario se ha rodeado de personas que le aseguran que hay avances mientras mantienen las estructuras que permiten que el racismo institucional persista”. Su presidente, Andy George, aseguró en la BBC que “existe una cultura de negación y espera: se actúa solo cuando hay atención pública”.. Por su parte, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, también reclamó más rapidez: “Es evidente que aún existen problemas sistémicos y culturales dentro del cuerpo que no se han abordado. El equipo directivo debe acelerar el ritmo de la reforma cultural y estructural”.. El informe de Daniels se enmarca en un largo historial de revisiones críticas hacia Scotland Yard. En 1999, el informe Macpherson analizó el asesinato del adolescente negro Stephen Lawrence, apuñalado por un grupo de jóvenes blancos en 1993 mientras esperaba un autobús en el sureste de Londres. La investigación policial inicial fracasó en detener a los responsables, y el caso se convirtió en un símbolo de la falta de justicia para las víctimas negras. La revisión posterior, encabezada por el juez William Macpherson, concluyó que la Policía Metropolitana era “institucionalmente racista”.. Aquel diagnóstico provocó reformas y nuevas políticas de diversidad, pero, más de dos décadas después, los sucesivos informes demuestran que los mismos problemas persisten. Daniels considera que su estudio muestra por qué: “Este no es un recuento de incidentes aislados, sino un diagnóstico de las estructuras que convierten el daño racial en un patrón recurrente y constante”.. Las revelaciones llegan en un momento político de alta tensión. El Gobierno laborista de Keir Starmer está endureciendo cada vez más sus políticas migratorias ante el auge del populismo de Nigel Farage, líder de Reform UK, quien aboga por reducir la inmigración y reforzar el control de fronteras. El desafío para Scotland Yard, coinciden expertos y asociaciones civiles, es pasar de la autocrítica a la acción efectiva. Pero la pregunta sigue siendo la misma que hace 25 años, cuando el nombre de Stephen Lawrence obligó al país a mirar de frente su racismo institucional: ¿puede una policía creada hace más de siglo y medio reformarse desde dentro?
Las imágenes fueron impactantes. Los agentes de Scotland Yard se burlaban de víctimas de violación, hablaban de “pegar un tiro en la cabeza” a los inmigrantes, criticaban a los musulmanes y presumían del uso excesivo de la fuerza. Cuando la BBC sacó a la luz en octubre su investigación encubierta sobre la comisaría de Charing Cross, una de las más importantes de Londres, el responsable de la Policía Metropolitana, el comisario Mark Rowley, condenó el comportamiento como “vergonzoso, totalmente inaceptable y contrario a los valores y estándares” del cuerpo.. Pero, lejos de ser un episodio aislado, el programa de la BBC fue el preludio de algo mucho más profundo. Un informe independiente revela ahora que el daño racial que la Policía Metropolitana inflige a las personas negras se defiende institucionalmente y que su liderazgo y cultura protegen al cuerpo de un cambio real.. El documento, publicado el viernes, ha sido elaborado por la doctora Shereen Daniels, una de las principales expertas del Reino Unido en recursos humanos y en la lucha contra el racismo sistémico, y se basa en documentos y pruebas internas. “Charing Cross es un producto de la propia cultura de la Policía Metropolitana y de su diseño”, matiza la autora.. Titulado “30 Patrones de Daño”, se trata de la primera revisión interna sobre el racismo anti-negro que se centra en la institución en su conjunto y no en un escándalo aislado. Su conclusión principal es contundente: la estructura del principal cuerpo policía del Reino Unido “hace inevitable que el daño racial se repita”. Sostiene que el racismo “no es fruto de percepciones individuales, sino un diseño sistémico que se reproduce dentro de los sistemas, la gobernanza, el liderazgo y la cultura del cuerpo”. Según Daniels, el trabajo “muestra cómo la propia institución genera el daño racial y, al mismo tiempo, se protege de la reforma”.. El documento detalla que las personas negras son más propensas a ser detenidas, registradas y sometidas al uso de la fuerza que las blancas. “La sospecha es el punto de partida”, señala el texto, que denuncia que las detenciones arbitrarias convierten las calles en “puestos de control”. En muchos casos, añade, “la negritud misma se considera causa probable”.. La revisión también identifica diferencias internas entre los propios empleados: los trabajadores de piel más oscura son más frecuentemente calificados de “confrontacionales”, mientras que los de piel más clara reciben respuestas más empáticas o indulgentes.. El informe se publica dos años después del conocido “Informe Casey”, encargado tras el asesinato de Sarah Everard por un agente en activo, que describió a la Policía Metropolitana como una institución “racista, misógina y homófoba”. Su responsable, Mark Rowley, no aceptó en aquel momento el término “racismo institucional”, aunque admitió “fallos sistémicos profundos”.. Ahora, en su respuesta al nuevo informe, el comisario reconoce que las conclusiones son “contundentes” y que la Policía Metropolitana debe afrontar “un cambio sistémico, estructural y cultural más profundo”. “Londres sólo podrá contar con una policía basada en el consentimiento cuando sea inclusiva y antirracista”, declaró. Destacó que el nivel de confianza de los londinenses negros “ha mejorado un 10 % en dos años”, pero reconoció que sigue por debajo del de otros grupos.. La Asociación Nacional de Policías Negros (NBPA) reaccionó con dureza, al afirmar que la situación “ha empeorado” y que “el comisario se ha rodeado de personas que le aseguran que hay avances mientras mantienen las estructuras que permiten que el racismo institucional persista”. Su presidente, Andy George, aseguró en la BBC que “existe una cultura de negación y espera: se actúa solo cuando hay atención pública”.. Por su parte, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, también reclamó más rapidez: “Es evidente que aún existen problemas sistémicos y culturales dentro del cuerpo que no se han abordado. El equipo directivo debe acelerar el ritmo de la reforma cultural y estructural”.. El informe de Daniels se enmarca en un largo historial de revisiones críticas hacia Scotland Yard. En 1999, el informe Macpherson analizó el asesinato del adolescente negro Stephen Lawrence, apuñalado por un grupo de jóvenes blancos en 1993 mientras esperaba un autobús en el sureste de Londres. La investigación policial inicial fracasó en detener a los responsables, y el caso se convirtió en un símbolo de la falta de justicia para las víctimas negras. La revisión posterior, encabezada por el juez William Macpherson, concluyó que la Policía Metropolitana era “institucionalmente racista”.. Aquel diagnóstico provocó reformas y nuevas políticas de diversidad, pero, más de dos décadas después, los sucesivos informes demuestran que los mismos problemas persisten. Daniels considera que su estudio muestra por qué: “Este no es un recuento de incidentes aislados, sino un diagnóstico de las estructuras que convierten el daño racial en un patrón recurrente y constante”.. Las revelaciones llegan en un momento político de alta tensión. El Gobierno laborista de Keir Starmer está endureciendo cada vez más sus políticas migratorias ante el auge del populismo de Nigel Farage, líder de Reform UK, quien aboga por reducir la inmigración y reforzar el control de fronteras. El desafío para Scotland Yard, coinciden expertos y asociaciones civiles, es pasar de la autocrítica a la acción efectiva. Pero la pregunta sigue siendo la misma que hace 25 años, cuando el nombre de Stephen Lawrence obligó al país a mirar de frente su racismo institucional: ¿puede una policía creada hace más de siglo y medio reformarse desde dentro?
La investigación revela que las personas negras son detenidas con más frecuencia y tratadas con mayor dureza que las blancas, pese a años de promesas de reforma
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