Por momentos parece que el mundo termina aquí. El viento sopla entre las dunas, el cielo se pliega sobre el mar y las olas, excesivas a ratos, estallan contra las rocas. En los días de temporal, cuando el Atlántico se excita y no hay nadie en la arena, este rincón de Fisterra se convierte en un teatro sobrecogedor.. Un escenario que surge con la llegada del otoño y el invierno, momento en el que el mar abierto cobra protagonismo en la Costa da Morte. La playa de Mar de Fora, orientada directamente hacia el océano, recoge el oleaje atlántico. Su perfil de 700 metros de arena fina se transforma en un espacio donde el silencio es roto por bramido de las olas.. A la violencia del mar se suma, no obstante, la belleza del entorno. Mar de Fora está rodeada de dunas naturales, vegetación costera y montes suaves. Forma parte de un espacio protegido dentro de la Red Natura 2000, lo que ha garantizado su conservación. No hay aglomeraciones ni ruidos, ni siquiera en verano. Pero es ahora, en los meses fríos, cuando el lugar se revela en todo su esplendor: dramático, cinematográfico, profundamente evocador.. Desde este arenal se contemplan algunas de las puestas de sol más impactantes de Galicia. El sol cae directamente sobre el mar abierto, y los cielos, incluso en días grises, se incendian de luz al atardecer. Muchos consideran que la experiencia aquí supera incluso a la del famoso faro de Fisterra. La playa ofrece además pequeños bancos de madera y zonas de descanso entre las dunas, ideales para sentarse y dejarse llevar por el paisaje.. Llegar a Mar de Fora es sencillo. La playa está situada a menos de un kilómetro del casco urbano de Fisterra. Se puede acceder en coche siguiendo las señales hacia “Praia Mar de Fora”, con espacio para aparcar en las inmediaciones.. Desde allí, un sendero de tierra y pasarelas de madera conduce al arenal en apenas cinco minutos. También es posible llegar caminando desde el centro del pueblo por el Camiño da Ínsua, un trayecto de unos 15 minutos bien acondicionado.. Un altar pagano. La playa, además de su valor natural, está impregnada de historia y leyenda. En tiempos romanos, el cabo Fisterra era el Finis Terrae, el lugar donde terminaba el mundo conocido. Aquí se alzaba el Ara Solis, altar pagano dedicado al sol, donde se realizaban rituales al anochecer.. La tradición cristiana absorbió esa espiritualidad, y desde la Edad Media muchos peregrinos que culminaban el Camino de Santiago en Compostela seguían a pie hasta este rincón extremo, buscando el fin físico y simbólico del viaje.. Mar de Fora era y es una playa para el recogimiento. El invierno, lejos de restarle encanto, multiplica su magnetismo. Visitarla es asistir a un espectáculo de la naturaleza. Y supone, también, una invitación a contemplar el fin del mundo. Una experiencia que no se olvida. A fin de cuentas, hay lugares que no necesitan palabras. Y Mar de Fora es uno de ellos.
Este rincón salvaje de la Costa da Morte aúna naturaleza y leyenda ofreciendo al visitante un espectáculo difícil de igualar
Por momentos parece que el mundo termina aquí. El viento sopla entre las dunas, el cielo se pliega sobre el mar y las olas, excesivas a ratos, estallan contra las rocas. En los días de temporal, cuando el Atlántico se excita y no hay nadie en la arena, este rincón de Fisterra se convierte en un teatro sobrecogedor.. Un escenario que surge con la llegada del otoño y el invierno, momento en el que el mar abierto cobra protagonismo en la Costa da Morte. La playa de Mar de Fora, orientada directamente hacia el océano, recoge el oleaje atlántico. Su perfil de 700 metros de arena fina se transforma en un espacio donde el silencio es roto por bramido de las olas.. A la violencia del mar se suma, no obstante, la belleza del entorno. Mar de Fora está rodeada de dunas naturales, vegetación costera y montes suaves. Forma parte de un espacio protegido dentro de la Red Natura 2000, lo que ha garantizado su conservación. No hay aglomeraciones ni ruidos, ni siquiera en verano. Pero es ahora, en los meses fríos, cuando el lugar se revela en todo su esplendor: dramático, cinematográfico, profundamente evocador.. Desde este arenal se contemplan algunas de las puestas de sol más impactantes de Galicia. El sol cae directamente sobre el mar abierto, y los cielos, incluso en días grises, se incendian de luz al atardecer. Muchos consideran que la experiencia aquí supera incluso a la del famoso faro de Fisterra. La playa ofrece además pequeños bancos de madera y zonas de descanso entre las dunas, ideales para sentarse y dejarse llevar por el paisaje.. Llegar a Mar de Fora es sencillo. La playa está situada a menos de un kilómetro del casco urbano de Fisterra. Se puede acceder en coche siguiendo las señales hacia “Praia Mar de Fora”, con espacio para aparcar en las inmediaciones.. Desde allí, un sendero de tierra y pasarelas de madera conduce al arenal en apenas cinco minutos. También es posible llegar caminando desde el centro del pueblo por el Camiño da Ínsua, un trayecto de unos 15 minutos bien acondicionado.. La playa, además de su valor natural, está impregnada de historia y leyenda. En tiempos romanos, el cabo Fisterra era el Finis Terrae, el lugar donde terminaba el mundo conocido. Aquí se alzaba el Ara Solis, altar pagano dedicado al sol, donde se realizaban rituales al anochecer.. La tradición cristiana absorbió esa espiritualidad, y desde la Edad Media muchos peregrinos que culminaban el Camino de Santiago en Compostela seguían a pie hasta este rincón extremo, buscando el fin físico y simbólico del viaje.. Mar de Fora era y es una playa para el recogimiento. El invierno, lejos de restarle encanto, multiplica su magnetismo. Visitarla es asistir a un espectáculo de la naturaleza. Y supone, también, una invitación a contemplar el fin del mundo. Una experiencia que no se olvida. A fin de cuentas, hay lugares que no necesitan palabras. Y Mar de Fora es uno de ellos.
Noticias de Galicia: última hora y actualidad de A Coruña, Vigo, Lugo, Santiago de Compostela
