Existe un lugar donde permanece en el aire toda la poesía, la literatura, la filosofía, el arte y la ciencia que se ha perdido desde el inicio de la historia. En ese lugar están los versos de los poetas de la antigüedad escritos en papiros que tal se comieron las cabras; las preguntas de Sócrates en el ágora de Atenas que no fueron recogidas por Platón; los discursos que lanzaban desde la tribuna los senadores romanos y no constan en los anales de Tito Livio; toda la sabiduría que el incendio de la biblioteca de Alejandría redujo a cenizas; los augurios favorables de los oráculos; los cuentos y fábulas que se contaron en las esquinas de Esmirna y quedaron fuera de Las mil y una noches; los cuadros que dejaron de pintar Botticelli y Leonardo; lo que quiso escribir Voltaire y se quedó en el tintero. En ese lugar están también todas las palabras que nunca se han juntado, que nadie ha pronunciado, que nadie ha escrito ni tampoco ha conseguido descifrar. De lejos parece que ese lugar está rodeado de alambradas, pero si te acercas te darás cuenta de que no son alambradas sino líneas de un pentagrama lleno de notas musicales. Cuando se mueve la brisa empieza a sonar toda la música que se ha perdido, la de aquel primate que sopló el perfil de una hoja seca y simuló el canto de un pájaro; la de los pastores de la Arcadia que sacaron la primera música de una caña, la de la mandolina de los juglares al pie de las almenas medievales hasta la parte del réquiem que Mozart dejó sin componer. En ese lugar solo habla el viento, pero hay que saber escucharlo para entender lo que dice. Si uno accede a ese lugar podrá oír que el viento te dice que allí están también todas las vidas que pudiste vivir y no has vivido, lo que pudiste ser y no has sido, un héroe, un asesino, un artista, un magnate, un mendigo. Entre las infinitas formas de vivir, las que no viviste permanecen allí en el aire con todos los sueños perdidos. En ese lugar está esa parte oscura que ahora habitas y no la recuerdas.. Seguir leyendo
Existe un lugar donde permanece en el aire toda la poesía, la literatura, la filosofía, el arte y la ciencia que se ha perdido desde el inicio de la historia. En ese lugar están los versos de los poetas de la antigüedad escritos en papiros que tal se comieron las cabras; las preguntas de Sócrates en el ágora de Atenas que no fueron recogidas por Platón; los discursos que lanzaban desde la tribuna los senadores romanos y no constan en los anales de Tito Livio; toda la sabiduría que el incendio de la biblioteca de Alejandría redujo a cenizas; los augurios favorables de los oráculos; los cuentos y fábulas que se contaron en las esquinas de Esmirna y quedaron fuera de Las mil y una noches; los cuadros que dejaron de pintar Botticelli y Leonardo; lo que quiso escribir Voltaire y se quedó en el tintero. En ese lugar están también todas las palabras que nunca se han juntado, que nadie ha pronunciado, que nadie ha escrito ni tampoco ha conseguido descifrar. De lejos parece que ese lugar está rodeado de alambradas, pero si te acercas te darás cuenta de que no son alambradas sino líneas de un pentagrama lleno de notas musicales. Cuando se mueve la brisa empieza a sonar toda la música que se ha perdido, la de aquel primate que sopló el perfil de una hoja seca y simuló el canto de un pájaro; la de los pastores de la Arcadia que sacaron la primera música de una caña, la de la mandolina de los juglares al pie de las almenas medievales hasta la parte del réquiem que Mozart dejó sin componer. En ese lugar solo habla el viento, pero hay que saber escucharlo para entender lo que dice. Si uno accede a ese lugar podrá oír que el viento te dice que allí están también todas las vidas que pudiste vivir y no has vivido, lo que pudiste ser y no has sido, un héroe, un asesino, un artista, un magnate, un mendigo. Entre las infinitas formas de vivir, las que no viviste permanecen allí en el aire con todos los sueños perdidos. En ese lugar está esa parte oscura que ahora habitas y no la recuerdas. Seguir leyendo
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