El mensaje de los expertos es rotundo y va dirigido a quien tiene la última palabra: las administraciones públicas. La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) ha instado a los ayuntamientos a modificar los criterios en los concursos públicos para el control de plagas. La petición es clara: se debe dejar de lado la simple vara de medir económica para priorizar la calidad técnica y la seguridad de las intervenciones, una condición indispensable para atajar un problema creciente.. En paralelo a esta exigencia institucional, la asociación lanza una advertencia fundamental a los ciudadanos. Ante la tentación de buscar soluciones rápidas y baratas, insisten en la importancia de acudir a empresas cualificadas y registradas oficialmente en el Registro Oficial de Establecimientos y Servicios Biocidas (ROESB). Contratar a personal no acreditado no solo puede resultar ineficaz, sino que además entraña un riesgo por el uso indebido de productos que pueden ser peligrosos.. De hecho, estas advertencias no surgen de la nada, sino que responden a una realidad cada vez más visible en las grandes ciudades españolas. La presencia de ratas en núcleos urbanos como Madrid, Barcelona o Valencia ha dejado de ser una anécdota para convertirse en un problema de primer orden, con un aumento notable de los avisos y las intervenciones. Se trata de un desafío que ya exige un cambio de rumbo en las estrategias de control.. Un doble frente: ratas más fuertes y menos herramientas para combatirlas. Por un lado, la raíz del problema se encuentra en la propia biología de estos animales. Con el paso del tiempo, las ratas han desarrollado una notable resistencia biológica a muchos de los rodenticidas que se han empleado tradicionalmente. Esta capacidad de adaptación natural las convierte en un enemigo mucho más difícil de erradicar con los métodos que hasta ahora se consideraban efectivos.. Por otro lado, a esta fortaleza biológica se suma un obstáculo normativo. La legislación europea es cada vez más restrictiva con el uso de biocidas, lo que deja a los profesionales del sector con un arsenal de herramientas mermado y menos potente. Esta combinación de factores ha creado un escenario complejo donde las plagas se expanden mientras las soluciones convencionales pierden eficacia.. Asimismo, es crucial entender que la proliferación de estos animales trasciende la mera molestia estética o el deterioro del mobiliario urbano. Las ratas constituyen una seria amenaza para la salud pública, ya que son vectores conocidos de más de una treintena de enfermedades. Patologías como la leptospirosis, la salmonelosis o la enfermedad de Weil convierten cada foco de infestación en un potencial riesgo sanitario para la población.
La invasión silenciosa de las ratas en las grandes ciudades españolas es ya una realidad. Más resistentes a los venenos y amparadas por las restricciones europeas, suponen un peligro creciente para la salud de todos
El mensaje de los expertos es rotundo y va dirigido a quien tiene la última palabra: las administraciones públicas. La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) ha instado a los ayuntamientos a modificar los criterios en los concursos públicos para el control de plagas. La petición es clara: se debe dejar de lado la simple vara de medir económica para priorizar la calidad técnica y la seguridad de las intervenciones, una condición indispensable para atajar un problema creciente.. En paralelo a esta exigencia institucional, la asociación lanza una advertencia fundamental a los ciudadanos. Ante la tentación de buscar soluciones rápidas y baratas, insisten en la importancia de acudir a empresas cualificadas y registradas oficialmente en el Registro Oficial de Establecimientos y Servicios Biocidas (ROESB). Contratar a personal no acreditado no solo puede resultar ineficaz, sino que además entraña un riesgo por el uso indebido de productos que pueden ser peligrosos.. De hecho, estas advertencias no surgen de la nada, sino que responden a una realidad cada vez más visible en las grandes ciudades españolas. La presencia de ratas en núcleos urbanos como Madrid, Barcelona o Valencia ha dejado de ser una anécdota para convertirse en un problema de primer orden, con un aumento notable de los avisos y las intervenciones. Se trata de un desafío que ya exige un cambio de rumbo en las estrategias de control.. Por un lado, la raíz del problema se encuentra en la propia biología de estos animales. Con el paso del tiempo, las ratas han desarrollado una notable resistencia biológica a muchos de los rodenticidas que se han empleado tradicionalmente. Esta capacidad de adaptación natural las convierte en un enemigo mucho más difícil de erradicar con los métodos que hasta ahora se consideraban efectivos.. Por otro lado, a esta fortaleza biológica se suma un obstáculo normativo. La legislación europea es cada vez más restrictiva con el uso de biocidas, lo que deja a los profesionales del sector con un arsenal de herramientas mermado y menos potente. Esta combinación de factores ha creado un escenario complejo donde las plagas se expanden mientras las soluciones convencionales pierden eficacia.. Asimismo, es crucial entender que la proliferación de estos animales trasciende la mera molestia estética o el deterioro del mobiliario urbano. Las ratas constituyen una seria amenaza para la salud pública, ya que son vectores conocidos de más de una treintena de enfermedades. Patologías como la leptospirosis, la salmonelosis o la enfermedad de Weil convierten cada foco de infestación en un potencial riesgo sanitario para la población.
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