Hace dos semanas, mencionaba en esta columna sobre san Francisco de Asís, y su nombre me inspira hoy a abordar varias cuestiones relacionadas con los nombres de las personas. Menciono a San Francisco porque su verdadero nombre era Giovanni (Juan), pero su padre, que era comerciante de paños y viajaba mucho, estaba en Francia al momento de su nacimiento. En recuerdo de su estancia en ese país, decidió llamarlo Francesco, que significa «Francés» o más específicamente «Francesito», y así fue como lo conocieron. Y de hecho, él fue el primero en tener ese nombre, que ahora es muy común, y de él provienen los nombres Francisco en español, François en francés, Francis en inglés, Franz en alemán y Francesc en catalán. Es comprensible que a los Francisco se les llame Fran o Quico, ya que son formas abreviadas utilizadas en contextos familiares o informales. Estas apelaciones, que suelen ser dulces y a menudo tienen un toque infantil, se llaman hipocorísticos y son bastante comunes: Manu, Nico, Nando, Toni o Toño (de Antonio), Maite (de María Teresa), Maribel (de María Isabel), Nacho (de Ignacio), Chelo (de Consuelo), Charo (de Rosario), Concha (de Concepción), Lola (de Dolores)…. Más complicados de describir y más intrigantes por su origen son estos dos apodos muy conocidos, Pepe y Paco, que utilizamos para referirnos a José y Francisco, respectivamente. El término se originó al repetir el sonido de las dos letras P al inicio de la frase en latín Pater Putativus (Padre putativo, que significa considerado como padre, aunque no lo es), la abreviatura utilizada por los escribas medievales para referirse a san José. El segundo nombre también tiene raíces en la Edad Media, cuando los copistas, debido a la falta de un estándar de escritura, utilizaban el dígrafo griego ph para transcribir la f: Phranciscus o Phrancisco, que eventualmente se abrevió a Phaco. De ahí surgieron las formas Phaco o Paco, y más tarde, simplemente Paco. También hay quienes argumentan que el origen del nombre se encuentra en las primeras sílabas de Pater Comunitatis, que significa Padre de la comunidad en latín, título que se daba a san Francisco de Asís. En cuanto al término patronímico, se refiere al apellido que se utilizaba en el pasado en España para designar a los hijos, el cual se forma a partir del nombre del padre, como en Fernández (hijo de Fernando), Rodríguez (hijo de Rodrigo), Pérez (hijo de Pedro) y López (hijo de Lope).
Estos dos nombres bien conocidos, Pepe y Paco, son más difíciles de explicar.
Hace dos semanas, mencionaba en esta columna sobre san Francisco de Asís, y su nombre me inspira hoy a abordar varias cuestiones relacionadas con los nombres de las personas. Menciono a San Francisco porque su verdadero nombre era Giovanni (Juan), pero su padre, que era comerciante de paños y viajaba mucho, estaba en Francia al momento de su nacimiento. En recuerdo de su estancia en ese país, decidió llamarlo Francesco, que significa «Francés» o más específicamente «Francesito», y así fue como lo conocieron. Y de hecho, él fue el primero en tener ese nombre, que ahora es muy común, y de él provienen los nombres Francisco en español, François en francés, Francis en inglés, Franz en alemán y Francesc en catalán. Es comprensible que a los Francisco se les llame Fran o Quico, ya que son formas abreviadas utilizadas en contextos familiares o informales. Estas apelaciones, que suelen ser dulces y a menudo tienen un toque infantil, se llaman hipocorísticos y son bastante comunes: Manu, Nico, Nando, Toni o Toño (de Antonio), Maite (de María Teresa), Maribel (de María Isabel), Nacho (de Ignacio), Chelo (de Consuelo), Charo (de Rosario), Concha (de Concepción), Lola (de Dolores)…. Más complicados de describir y más intrigantes por su origen son estos dos apodos muy conocidos, Pepe y Paco, que utilizamos para referirnos a José y Francisco, respectivamente. El término se originó al repetir el sonido de las dos letras P al inicio de la frase en latín Pater Putativus (Padre putativo, que significa considerado como padre, aunque no lo es), la abreviatura utilizada por los escribas medievales para referirse a san José. El segundo nombre también tiene raíces en la Edad Media, cuando los copistas, debido a la falta de un estándar de escritura, utilizaban el dígrafo griego ph para transcribir la f: Phranciscus o Phrancisco, que eventualmente se abrevió a Phaco. De ahí surgieron las formas Phaco o Paco, y más tarde, simplemente Paco. También hay quienes argumentan que el origen del nombre se encuentra en las primeras sílabas de Pater Comunitatis, que significa Padre de la comunidad en latín, título que se daba a san Francisco de Asís. En cuanto al término patronímico, se refiere al apellido que se utilizaba en el pasado en España para designar a los hijos, el cual se forma a partir del nombre del padre, como en Fernández (hijo de Fernando), Rodríguez (hijo de Rodrigo), Pérez (hijo de Pedro) y López (hijo de Lope).
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