Las letras de Enrique Bunbury provocan constantemente una sensación de estar al borde de un precipicio. Pero sin caer por él. Sí observándolo, con vértigo y sensación de poder. Es en ese bello y a la vez imponente lugar en el que se siente cómodo cualquier navegante de la marea negra. Este acuoso y oscuro apodo es el que recibe ese conjunto de seguidores incondicionales de Héroes del Silencio. Ya hace casi 30 años que el grupo se separó (en 1996), pero su música tuvo la chispa adecuada para seguir prendiendo con el paso del tiempo. Sigue sonando «Maldito duende» sin agotamiento, y se les continúa identificando con tan solo escuchar los primeros acordes. «Fueron tan únicos y esenciales que seguimos escuchándoles y recordándoles 40 años después de la formación de la banda», explica el periodista Jesús Casañas, quien se sube a este tsunami musical que no pasa de moda publicando su primera biografía no autorizada. «Héroes del silencio. La chispa adecuada» (Alianza) es el segundo trabajo que Casañas realiza sobre un grupo español del rock. «Extremoduro. Talento innato» vio la luz en 2023, pero el grupo de Bunbury fue siempre su primera opción. No cuenta con el beneplácito de la banda, tampoco con su rechazo, y asegura haber confeccionado el volumen «con mucho respeto y cariño. Es un grupo que me encanta. He tirado de hemeroteca, de investigación periodística, y aporto un valor añadido, porque yo también soy músico y realizo un análisis de cada canción». En estas páginas, por tanto, se conoce tanto la trayectoria de los Héroes como su desarrollo y contexto, así como un minuto a minuto detallado de cada uno de sus álbumes.. wf_cms.rss.read_more. ]]>
Canción a canción, Jesús Casañas publica una biografía no autorizada de una banda que traspasó fronteras y desapareció cuando más brillaba
Las letras de Enrique Bunbury provocan constantemente una sensación de estar al borde de un precipicio. Pero sin caer por él. Sí observándolo, con vértigo y sensación de poder. Es en ese bello y a la vez imponente lugar en el que se siente cómodo cualquier navegante de la marea negra. Este acuoso y oscuro apodo es el que recibe ese conjunto de seguidores incondicionales de Héroes del Silencio. Ya hace casi 30 años que el grupo se separó (en 1996), pero su música tuvo la chispa adecuada para seguir prendiendo con el paso del tiempo. Sigue sonando «Maldito duende» sin agotamiento, y se les continúa identificando con tan solo escuchar los primeros acordes. «Fueron tan únicos y esenciales que seguimos escuchándoles y recordándoles 40 años después de la formación de la banda», explica el periodista Jesús Casañas, quien se sube a este tsunami musical que no pasa de moda publicando su primera biografía no autorizada. «Héroes del silencio. La chispa adecuada» (Alianza) es el segundo trabajo que Casañas realiza sobre un grupo español del rock. «Extremoduro. Talento innato» vio la luz en 2023, pero el grupo de Bunbury fue siempre su primera opción. No cuenta con el beneplácito de la banda, tampoco con su rechazo, y asegura haber confeccionado el volumen «con mucho respeto y cariño. Es un grupo que me encanta. He tirado de hemeroteca, de investigación periodística, y aporto un valor añadido, porque yo también soy músico y realizo un análisis de cada canción». En estas páginas, por tanto, se conoce tanto la trayectoria de los Héroes como su desarrollo y contexto, así como un minuto a minuto detallado de cada uno de sus álbumes.. Tras unos años intentando despegar con su banda Zumo de Vidrio, el guitarrista Juan Valdivia estaba, con la salida de Javier Loperena, en búsqueda y captura de un bajista. Y a quien encontró fue mucho más que eso: a Enrique Bunbury. Existen varias versiones de dónde y cómo fue la primera charla de los dos principales integrantes de Héroes del Silencio. Lo que sí es seguro es que fue en la barra de un bar. En uno de los ensayos de Zumo de Vidrio a los que asistió Bunbury, cantó una canción que andaba componiendo: «Héroe del silencio». «Juan quedó maravillado, y le dijo que él tendría que ser el cantante (…). Zumo de Vidrio estaba condenado a desaparecer. Mientras que el desánimo aumentaba entre el resto de los miembros, Enrique y los hermanos Valdivia [Juan y Pedro, en la batería] parecían dispuestos a darlo todo», escribe Casañas. Este fue el germen de una banda originada en Zaragoza y que, tras liberar a Bunbury de las cuatro cuerdas, consolidaría su cuarteto definitivo con Juan Valdivia en la guitarra, Pedro Andreu en la batería y Joaquín Cardiel en el bajo y los coros. Arrancaba el meteoro de unas estrellas.. Entre McCartney y Presley. Sí, lo de Héroes del Silencio es rock and roll. Pero no uno cualquiera. Resume Casañas que hicieron uno «que en la época no estaba muy trabajado en España, al menos a nivel comercial». Al principio, era un rock «más gótico, más after punk, tipo The Cure o Joy Division». Se subieron, de alguna manera, a una New Wave de marca España, para más tarde «voltear hacia un rock más duro, pues les empezaron a gustar Guns N Roses, Nirvana, Pearl Jam o el ‘‘Black Album’’ de Metallica». Estamos hablando, además, de unos músicos de gustos musicales reveladores. Tal y como describe el periodista en el volumen, cada uno tenía su colección personal de discos, y si a Andreu le atraían los Beatles, Cardiel escuchaba a Beethoven, Boney M o Gabinete Caligari. Valdivia era más de Cat Stevens, Dylan o «Jesucristo Superstar», mientras que Bunbury era un seguidor acérrimo de Elvis Presley. Cabe destacar que Héroes del Silencio tiene una relación especial con los cuatro de Liverpool. Lo deja caer Casañas a lo largo del libro. El propio vocalista confesó en una entrevista que el primer contacto con la música que recuerda fue «viendo un ‘‘Informe Semanal’’ en el que anunciaban la disolución de los Beatles». Hay, además, cierto paralelismo entre el viaje de los «fab four» y el de Héroes a la India. «La experiencia cambiaría a ambos grupos para siempre, tanto en lo musical como en lo personal», escribe. Así como, si bien ambas bandas no se entienden si no es al completo, fueron dos integrantes los fundamentales: Lennon y McCartney, Valdivia y Bunbury.. Héroes del Silencio. El de Héroes, afirma Casañas, «es uno de los guitarristas de rock más originales que hemos tenido en este país. Hacía unos arreglos muy buenos, en la primera etapa hacía unos arpegios muy característicos, y en cuanto escuchabas dos notas suyas sabías que era una canción de Héroes». Trata de definir, asimismo, la carismática voz de Bunbury, como «una muy característica, varonil y melodramática. Sus letras eran muy poéticas y críticas, pienso que es uno de los mejores letristas de España junto a Robe de Extremoduro y a Joaquín Sabina». Luego, Cardiel y Andreu es cierto que se mantuvieron en un segundo plano, pero también realizaban sus aportaciones. Si algo brilló en esta banda, que rápidamente alcanzó una inmensa fama y, con ella, una vida de excesos, es que anteponían la amistad a cualquier otra cosa. Al menos durante los primeros años. Ya desde el primer contrato con una discográfica, relata Casañas, «dejaron sus egos a un lado y decidieron que se dividiría todo entre cuatro, tanto los temas pasados como los futuros. Pocos grupos han hecho eso».. Partir de cero. El 31 de octubre de 1988 se publicaba «El mar no cesa», el primero de los cuatro álbumes de estudio de Héroes del Silencio. «No es ni mucho menos un disco conceptual», asegura Casañas, pero sí el que asentó las bases musicales, estilísticas y que llevarían al éxito a la banda. En la portada aparecían los músicos con su habitual «outfit negro», símbolo de esa nueva masculinidad que evangelizaron. Eran hijos de su época, y por tanto defensores de los cabellos largos, las poses chulescas y la mentalidad antisistema. Habían lanzado «El espíritu del vino» (1993), tercer álbum de estudio, y a Bunbury se le podía ver con pines del Che Guevara creando letras contra el materialismo o la monarquía. Como buena estrella del rock, no pasaba ni una. «Es hora de decir las cosas claras. Política, religión, sexo y droga no son temas tabú. Prefiero que haya gente del Frente Nacional que no compre mis discos por mis declaraciones (…). Parece que se ha perdido la ética personal y que los valores defendibles quedan para unas leyes que, a veces, tampoco son válidas. Hay que partir de cero».. El éxito de la banda creció como la espuma. Síntoma inequívoco de su repercusión fue que llegaron a protagonizar sus propias leyendas urbanas. Surgieron incluso teorías conspiranoicas hacia su obra, como fue el caso de «Senda ‘91» (1991), disco que tachaban como un falso directo. Pero fue cuando más alto estaban que la banda se disolvió. Como las estrellas fugaces, desaparecieron cuando su brillo era más intenso que nunca. Quizá el antes y el después ocurrió a principios de 1996, cuando Bunbury expuso su famosa lista de propuestas para que el grupo pudiese seguir existiendo. Eso levantó ampollas y precipitó el final de la banda: quería «buscar nuevos sonidos, introducir música electrónica, reducir los punteos, dejar la distorsión. Parecían imposiciones, más que sugerencias», escribe Casañas. Y, poco después, los Héroes del Silencio se habían separado con la misma rapidez de una pesada roca hundiéndose en el agua. Ahí comenzaron las carreras en solitario, con el espléndido «Trigonometralla» (2001) de Juan Valdivia o las igualmente soberbias letras de Bunbury. Pero, y si bien ya lo hicieron en 2007, nunca se pierde la esperanza de que suceda una reunión de Héroes del Silencio. Mientras tanto, se siguen escuchando los ecos infinitos de sus canciones entre el atronador silencio del precipicio.. Cuando el rock conquistó la monarquía. Héroes del Silencio fue la primera banda de rock de la historia de España en ser recibida por la Casa Real. Los Beatles se fumaron un porro antes de conocer a Isabel II en Buckingham, en 1965. Héroes del Silencio también lo hicieron, pero esta vez en 1993, y antes de un acto en el que conocerían al entonces Príncipe de Asturias, Felipe VI. Fue uno de los episodios, define Jesús Casañas en el libro, «más controvertidos de su carrera». Resulta que al Borbón le gustaba el rock, y se convertían así en el primer grupo de este género musical de la historia en ser recibido por la monarquía española. Todo ello, para reconocer la labor difusora de la banda del castellano en el extranjero. «Consiguieron triunfar en países donde no se habla español, y eso es muy llamativo para aquella época. Conseguiron petarlo en Italia, en Suecia… era muy llamativo ver al público alemán entregadísimo y chapurreando ‘‘Entre dos tierras’’», apunta el periodista. «El príncipe nos pareció muy inteligente», recordó Bunbury, «fue un honor».
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