Cada Navidad, Galicia se transforma. No solo por las luces, el frío o el olor a castañas, sino por una tradición silenciosa y persistente que reaparece con puntualidad en iglesias, plazas, casas particulares y centros culturales: los belenes.. Lejos de ser una simple escenografía festiva, los nacimientos gallegos conforman un auténtico mapa cultural que mezcla fe, historia, creatividad y orgullo. En 2025, ese mapa vuelve a desplegarse con especial fuerza, ofreciendo un recorrido que atraviesa las cuatro provincias y conecta generaciones.. Del Monumental de Vigo a la ciudad de los belenes. En Vigo, ciudad asociada ya de forma inseparable a la Navidad, el Belén Monumental de la Casa das Artes se ha consolidado como una cita imprescindible. Montado por la agrupación belenista La Morana, el nacimiento ocupa cerca de 200 metros cuadrados y reúne alrededor de 200 figuras del prestigioso artesano José Luis Mayo Lebrija.. Pero su singularidad va más allá de la calidad artística: el belén incorpora elementos profundamente vigueses, desde el dolmen de Candeán hasta las salinas romanas de Alcabre o el emblemático olivo del Paseo de Alfonso. Un diálogo entre lo bíblico y lo local que convierte la visita en un relato identitario, reforzado por efectos de luz y sonido que recrean el paso del día a la noche.. Santiago de Compostela vive la Navidad con una solemnidad acorde a su historia. En el casco histórico, el Belén de la Catedral, instalado en la iglesia de San Agustín, destaca por su estilo napolitano y por la riqueza de sus cerca de 500 figuras, muchas de ellas articuladas y vestidas con telas.. A pocos pasos, San Fiz de Solovio acoge otro belén tradicional, más íntimo pero igualmente detallista. Y en el barrio de Conxo, lejos de los focos turísticos, la familia Otero Moreira mantiene viva desde 1945 una de las tradiciones más entrañables de la ciudad: un belén doméstico que supera ya las 1.000 figuras y los 2.000 puntos de luz, ejemplo de cómo la Navidad gallega se construye también desde lo cotidiano y familiar.. Belenes tradicionales y electrónicos. A Coruña y Ferrol representan el peso de la tradición histórica. En María Pita, el Belén Municipal cumple cada año su función institucional, pero es en la Grande Obra de Atocha donde el belenismo alcanza una dimensión casi pedagógica. Creado en 1927 por Baltasar Pardal, este belén artístico recrea con rigor el mapa de Jerusalén y despliega más de 150 figuras sobre 120 metros cuadrados.. Ferrol, por su parte, presume de uno de los belenes mecánicos más antiguos y reconocidos de Galicia: el de la Orden Tercera, con más de 80 años de historia y unas 200 figuras en movimiento que narran los pasajes evangélicos al ritmo de música y locución, en una experiencia inmersiva que ha marcado a generaciones enteras.. La provincia de Lugo aporta innovación sin perder raíz. En Begonte, el Belén Electrónico —Fiesta de Interés Turístico— es ya un símbolo de la Navidad gallega. Desde hace más de medio siglo, este nacimiento combina figuras artesanales con complejos mecanismos que simulan amaneceres, lluvias o anocheceres, recreando escenas de la vida rural gallega junto al relato bíblico.. En Viveiro, el belén se desborda hacia la calle: el casco histórico se convierte en un nacimiento a tamaño natural, donde vecinos y visitantes pasean entre escenas repartidas por plazas y rúas medievales, integrando patrimonio urbano y celebración popular.. Nacimientos con historia y artesanales. Ourense ofrece una de las propuestas más singulares desde el punto de vista artístico. El Belén de Arturo Baltar, iniciado en 1967, es un auténtico retrato de la Ourense de antaño. Sus figuras de barro cocido no solo representan escenas bíblicas, sino también tabernas, oficios y rincones reconocibles de la ciudad.. Expuesto de forma permanente en la capilla de San Cosme y San Damián, este belén es memoria material de una forma de vivir la Navidad. A ello se suma la Exposición de Belenes del Mundo, que introduce una dimensión multicultural al mostrar cómo el nacimiento se interpreta en los cinco continentes.. En Pontevedra, la creatividad alcanza cotas inesperadas en Valga. Su Belén Artesanal en Movimiento, de 400 metros cuadrados, es famoso por incorporar escenas de actualidad: personajes contemporáneos, guiños a la cultura popular y referencias al año que termina conviven con pastores y Reyes Magos.. Declarado Fiesta de Interés Turístico de Galicia, es uno de los belenes más visitados del norte peninsular. En Tui, la tradición se reparte entre la catedral y una exposición internacional que convierte el templo en un viaje simbólico por distintas culturas y continentes.. Pero si hay una expresión que resume el espíritu comunitario de la Navidad gallega es la de los belenes vivientes. En Dacón, en el concello ourensano de Maside, cerca de un centenar de vecinos se transforman cada 25 de diciembre en protagonistas del relato bíblico, recreando oficios, mercados y escenas evangélicas en plena carballeira.. En Bribes, en Cambre, el antiguo monasterio de San Cipriano se convierte desde hace más de veinte años en un belén costumbrista donde tradición, gastronomía y vida rural se dan la mano.. Así, en 2025, Galicia vuelve a vestirse de Belén. Desde grandes montajes urbanos hasta humildes nacimientos familiares, cada portal cuenta una historia que va más allá de la Navidad. Es un relato de identidad y de cultura. Un viaje que, año tras año, confirma que en Galicia el Belén es algo más que una tradición: es una forma de estar y de contarse.
De montajes monumentales a belenes vivientes, la comunidad despliega un mosaico único de tradición, arte popular y devoción que atrae cada año a miles de visitantes
Cada Navidad, Galicia se transforma. No solo por las luces, el frío o el olor a castañas, sino por una tradición silenciosa y persistente que reaparece con puntualidad en iglesias, plazas, casas particulares y centros culturales: los belenes.. Lejos de ser una simple escenografía festiva, los nacimientos gallegos conforman un auténtico mapa cultural que mezcla fe, historia, creatividad y orgullo. En 2025, ese mapa vuelve a desplegarse con especial fuerza, ofreciendo un recorrido que atraviesa las cuatro provincias y conecta generaciones.. Del Monumental de Vigo a la ciudad de los belenes. En Vigo, ciudad asociada ya de forma inseparable a la Navidad, el Belén Monumental de la Casa das Artes se ha consolidado como una cita imprescindible. Montado por la agrupación belenista La Morana, el nacimiento ocupa cerca de 200 metros cuadrados y reúne alrededor de 200 figuras del prestigioso artesano José Luis Mayo Lebrija.. Pero su singularidad va más allá de la calidad artística: el belén incorpora elementos profundamente vigueses, desde el dolmen de Candeán hasta las salinas romanas de Alcabre o el emblemático olivo del Paseo de Alfonso. Un diálogo entre lo bíblico y lo local que convierte la visita en un relato identitario, reforzado por efectos de luz y sonido que recrean el paso del día a la noche.. Santiago de Compostela vive la Navidad con una solemnidad acorde a su historia. En el casco histórico, el Belén de la Catedral, instalado en la iglesia de San Agustín, destaca por su estilo napolitano y por la riqueza de sus cerca de 500 figuras, muchas de ellas articuladas y vestidas con telas.. A pocos pasos, San Fiz de Solovio acoge otro belén tradicional, más íntimo pero igualmente detallista. Y en el barrio de Conxo, lejos de los focos turísticos, la familia Otero Moreira mantiene viva desde 1945 una de las tradiciones más entrañables de la ciudad: un belén doméstico que supera ya las 1.000 figuras y los 2.000 puntos de luz, ejemplo de cómo la Navidad gallega se construye también desde lo cotidiano y familiar.. Belenes tradicionales y electrónicos. A Coruña y Ferrol representan el peso de la tradición histórica. En María Pita, el Belén Municipal cumple cada año su función institucional, pero es en la Grande Obra de Atocha donde el belenismo alcanza una dimensión casi pedagógica. Creado en 1927 por Baltasar Pardal, este belén artístico recrea con rigor el mapa de Jerusalén y despliega más de 150 figuras sobre 120 metros cuadrados.. Ferrol, por su parte, presume de uno de los belenes mecánicos más antiguos y reconocidos de Galicia: el de la Orden Tercera, con más de 80 años de historia y unas 200 figuras en movimiento que narran los pasajes evangélicos al ritmo de música y locución, en una experiencia inmersiva que ha marcado a generaciones enteras.. La provincia de Lugo aporta innovación sin perder raíz. En Begonte, el Belén Electrónico —Fiesta de Interés Turístico— es ya un símbolo de la Navidad gallega. Desde hace más de medio siglo, este nacimiento combina figuras artesanales con complejos mecanismos que simulan amaneceres, lluvias o anocheceres, recreando escenas de la vida rural gallega junto al relato bíblico.. En Viveiro, el belén se desborda hacia la calle: el casco histórico se convierte en un nacimiento a tamaño natural, donde vecinos y visitantes pasean entre escenas repartidas por plazas y rúas medievales, integrando patrimonio urbano y celebración popular.. Nacimientos con historia y artesanales. Ourense ofrece una de las propuestas más singulares desde el punto de vista artístico. El Belén de Arturo Baltar, iniciado en 1967, es un auténtico retrato de la Ourense de antaño. Sus figuras de barro cocido no solo representan escenas bíblicas, sino también tabernas, oficios y rincones reconocibles de la ciudad.. Expuesto de forma permanente en la capilla de San Cosme y San Damián, este belén es memoria material de una forma de vivir la Navidad. A ello se suma la Exposición de Belenes del Mundo, que introduce una dimensión multicultural al mostrar cómo el nacimiento se interpreta en los cinco continentes.. En Pontevedra, la creatividad alcanza cotas inesperadas en Valga. Su Belén Artesanal en Movimiento, de 400 metros cuadrados, es famoso por incorporar escenas de actualidad: personajes contemporáneos, guiños a la cultura popular y referencias al año que termina conviven con pastores y Reyes Magos.. Declarado Fiesta de Interés Turístico de Galicia, es uno de los belenes más visitados del norte peninsular. En Tui, la tradición se reparte entre la catedral y una exposición internacional que convierte el templo en un viaje simbólico por distintas culturas y continentes.. Pero si hay una expresión que resume el espíritu comunitario de la Navidad gallega es la de los belenes vivientes. En Dacón, en el concello ourensano de Maside, cerca de un centenar de vecinos se transforman cada 25 de diciembre en protagonistas del relato bíblico, recreando oficios, mercados y escenas evangélicas en plena carballeira.. En Bribes, en Cambre, el antiguo monasterio de San Cipriano se convierte desde hace más de veinte años en un belén costumbrista donde tradición, gastronomía y vida rural se dan la mano.. Así, en 2025, Galicia vuelve a vestirse de Belén. Desde grandes montajes urbanos hasta humildes nacimientos familiares, cada portal cuenta una historia que va más allá de la Navidad. Es un relato de identidad y de cultura. Un viaje que, año tras año, confirma que en Galicia el Belén es algo más que una tradición: es una forma de estar y de contarse.
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