Bastó una condición política para desatar el pánico. Las palabras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre el futuro de Argentina provocaron de inmediato una tormenta en los mercados del país sudamericano. Los bonos soberanos se desplomaron, la bolsa registró notables pérdidas y el peso volvió a debilitarse, demostrando la enorme fragilidad de una economía que pende de un hilo. Este tipo de anuncios de gran impacto financiero son una constante en su estrategia, que también contempla planes multimillonarios para expandir la Armada de Estados Unidos.. De hecho, el origen de la sacudida fue la vinculación directa de un colosal paquete de ayuda financiera a un resultado electoral concreto. La Casa Blanca condicionó la entrega de 40.000 millones de dólares a que se produzca una victoria del partido de Javier Milei en las próximas elecciones legislativas argentinas, una injerencia que los inversores no tardaron en castigar.. Este paquete, diseñado para apuntalar su maltrecha economía, se articularía en dos tramos de idéntico importe: por un lado, una nueva línea de crédito de 20.000 millones financiada con fondos privados y, por otro, un intercambio de divisas ya prometido anteriormente. La politización de esta ayuda pone de manifiesto la extrema sensibilidad de la confianza inversora.. Ante el revuelo generado, el secretario del Tesoro estadounidense se vio obligado a salir al paso para matizar las palabras del presidente. Su aclaración buscaba desvincular la ayuda del resultado electoral y supeditarla, en cambio, a que el Gobierno de Milei implemente las políticas adecuadas, en un intento claro por restaurar la calma.. Gracias a esta rectificación, los bonos argentinos que cotizan en Wall Street lograron experimentar una recuperación moderada en las horas siguientes. Fue un ligero alivio que, sin embargo, no ha logrado disipar por completo el nerviosismo que se ha instalado entre los operadores.. Por el momento, muchos inversores mantienen su escepticismo, ya que la promesa de Washington sigue sin traducirse en un compromiso firme. Esta falta de concreción deja el futuro del rescate en un tenso compás de espera, pendiente de gestos más contundentes por parte de la administración estadounidense.
Bastó una condición política para desatar el pánico. Las palabras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre el futuro de Argentina provocaron de inmediato una tormenta en los mercados del país sudamericano. Los bonos soberanos se desplomaron, la bolsa registró notables pérdidas y el peso volvió a debilitarse, demostrando la enorme fragilidad de una economía que pende de un hilo. Este tipo de anuncios de gran impacto financiero son una constante en su estrategia, que también contempla planes multimillonarios para expandir la Armada de Estados Unidos.. De hecho, el origen de la sacudida fue la vinculación directa de un colosal paquete de ayuda financiera a un resultado electoral concreto. La Casa Blanca condicionó la entrega de 40.000 millones de dólares a que se produzca una victoria del partido de Javier Milei en las próximas elecciones legislativas argentinas, una injerencia que los inversores no tardaron en castigar.. Este paquete, diseñado para apuntalar su maltrecha economía, se articularía en dos tramos de idéntico importe: por un lado, una nueva línea de crédito de 20.000 millones financiada con fondos privados y, por otro, un intercambio de divisas ya prometido anteriormente. La politización de esta ayuda pone de manifiesto la extrema sensibilidad de la confianza inversora.. Marcha atrás de Washington para calmar la incertidumbre. Ante el revuelo generado, el secretario del Tesoro estadounidense se vio obligado a salir al paso para matizar las palabras del presidente. Su aclaración buscaba desvincular la ayuda del resultado electoral y supeditarla, en cambio, a que el Gobierno de Milei implemente las políticas adecuadas, en un intento claro por restaurar la calma.. Gracias a esta rectificación, los bonos argentinos que cotizan en Wall Street lograron experimentar una recuperación moderada en las horas siguientes. Fue un ligero alivio que, sin embargo, no ha logrado disipar por completo el nerviosismo que se ha instalado entre los operadores.. Por el momento, muchos inversores mantienen su escepticismo, ya que la promesa de Washington sigue sin traducirse en un compromiso firme. Esta falta de concreción deja el futuro del rescate en un tenso compás de espera, pendiente de gestos más contundentes por parte de la administración estadounidense.
Las condiciones políticas impuestas por Donald Trump a un rescate millonario para Argentina siembran el caos en los mercados, obligando a su propio Gobierno a matizar el órdago y calmar la incertidumbre sobre la ayuda
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