El periodismo deja de ejercer el periodismo cuando se tuerce en la previsibilidad del prejuicio. La noche en 24 horas de TVE recibe al escritor Javier Cercas, que presenta su libro El loco de Dios en el fin del mundo. Durante la entrevista, el autor reflexiona sobre las obcecaciones del desconocimiento. «Lo más difícil ha sido limpiarme de prejuicios. En España, siendo un país católico, hay una auténtica fobia anticatólica». Cercas explica sus tesis sosegado, profundo y pleno, pero la televisión se ha ido contagiando del simplismo del debate del estás conmigo o contra mí. Para perpetuarse en las tertulias, da la sensación de que hay que ser abanderado de un cliché editorial. Y así los matices saltan por los aires.. Al otro lado de la mesa de la tele pública, la contertulia profesional Marta Nebot está a punto de ejemplificar en qué poco nos estamos quedando. Acusa a Cercas de blanquear la Iglesia Católica con su obra: «Me parece que al ser humano le iría mejor con menos religión que con más», sentencia.. Ante tal bala, con cara de asombro, Cercas responde con una obviedad que no parece nada obvia en la época de la abreviatura que vivimos: «No estoy haciendo apología ni del cristianismo ni del ateísmo, he ido a intentar entender una institución que tiene 2000 años. ¿Tú has leído el libro?, pregunta el escritor. «No», contesta Nebot con una naturalidad tan desconcertante como descriptiva.. «Entonces, ¿cómo puedes decir eso?», replica perplejo Cercas. Qué gran retrato de nuestro tiempo. El tiempo en el que ya no da vergüenza hablar sin tener ni idea de lo que hablamos. El tiempo en el que debatimos de todo sin concretar en nada. Preferimos quedarnos en los clichés a los que honramos fe ciega. Hasta los que critican la religión. Somos creyentes de nuestra vehemencias. Cercas, en cambio, ha ejercido la inteligencia de intentar entender hasta lo que no entiende. La base de la cultura. La base de la conciencia crítica. La base de la escritura que trasciende. Lo empobrecedor sería reducir a un eslogan vacío la religión que ha marcado nuestra historia, que ha ordenado nuestras anarquías, que ha definido nuestras culpabilidades y que incluso ha dado un hilillo de esperanza al sentido de existir cuando no se atesoraba el saber de hoy.. La emisión del Canal 24 horas nos mostró dos realidades. Los distraídos que se quedan en la individualista pataleta infantil que nos hace trágicamente manipulables y los patidifusos al descubrir que deben dar explicaciones al bullicio. Como si la opinión sin conocimiento valiera lo mismo que la reflexión del conocedor de aquello que se está comentando. Da igual lo que hayas trabajado previamente en un proyecto que indaga en contextos más allá de las pronosticables proclamas ideológicas.. Las historias de Cercas crecen en mirar bien el matiz, donde nace el arte de comprender de dónde venimos y por qué somos así. Incluso por qué necesitamos creer. Incluso por qué hay tertulianos que hacen credo condenando hasta aquello que eludieron leer. No vaya a ser que la realidad les estropee su propia creencia. Al final, va a ser todo cuestión de fe.
Que la complejidad de la realidad no estropee tus prejuicios.
20MINUTOS.ES – Televisión
El periodismo deja de ejercer el periodismo cuando se tuerce en la previsibilidad del prejuicio. La noche en 24 horas de TVE recibe al escritor Javier Cercas, que presenta su libro El loco de Dios en el fin del mundo. Durante la entrevista, el autor reflexiona sobre las obcecaciones del desconocimiento. «Lo más difícil ha sido limpiarme de prejuicios. En España, siendo un país católico, hay una auténtica fobia anticatólica». Cercas explica sus tesis sosegado, profundo y pleno, pero la televisión se ha ido contagiando del simplismo del debate del estás conmigo o contra mí. Para perpetuarse en las tertulias, da la sensación de que hay que ser abanderado de un cliché editorial. Y así los matices saltan por los aires.. Al otro lado de la mesa de la tele pública, la contertulia profesional Marta Nebot está a punto de ejemplificar en qué poco nos estamos quedando. Acusa a Cercas de blanquear la Iglesia Católica con su obra: «Me parece que al ser humano le iría mejor con menos religión que con más», sentencia.. Ante tal bala, con cara de asombro, Cercas responde con una obviedad que no parece nada obvia en la época de la abreviatura que vivimos: «No estoy haciendo apología ni del cristianismo ni del ateísmo, he ido a intentar entender una institución que tiene 2000 años. ¿Tú has leído el libro?, pregunta el escritor. «No», contesta Nebot con una naturalidad tan desconcertante como descriptiva.. «Entonces, ¿cómo puedes decir eso?», replica perplejo Cercas. Qué gran retrato de nuestro tiempo. El tiempo en el que ya no da vergüenza hablar sin tener ni idea de lo que hablamos. El tiempo en el que debatimos de todo sin concretar en nada. Preferimos quedarnos en los clichés a los que honramos fe ciega. Hasta los que critican la religión. Somos creyentes de nuestra vehemencias. Cercas, en cambio, ha ejercido la inteligencia de intentar entender hasta lo que no entiende. La base de la cultura. La base de la conciencia crítica. La base de la escritura que trasciende. Lo empobrecedor seríareducir a un eslogan vacío la religión que ha marcado nuestra historia, que ha ordenado nuestras anarquías, que ha definido nuestras culpabilidades y que incluso ha dado un hilillo de esperanza al sentido de existir cuando no se atesoraba el saber de hoy.. La emisión del Canal 24 horas nos mostró dos realidades. Los distraídos que se quedan en la individualista pataleta infantil que nos hace trágicamente manipulables y los patidifusos al descubrir que deben dar explicaciones al bullicio. Como si la opinión sin conocimiento valiera lo mismo que la reflexión del conocedor de aquello que se está comentando. Da igual lo que hayas trabajado previamente en un proyecto que indaga en contextos más allá de las pronosticables proclamas ideológicas.. Las historias de Cercas crecen en mirar bien el matiz, donde nace el arte de comprender de dónde venimos y por qué somos así. Incluso por qué necesitamos creer. Incluso por qué hay tertulianos que hacen credo condenando hasta aquello que eludieron leer. No vaya a ser que la realidad les estropee su propia creencia. Al final, va a ser todo cuestión de fe.