El fresco andino apenas mitigaba el ascenso de la temperatura interna. En las calles de Arequipa (Perú), donde se celebra el X Congreso Internacional de la Lengua, la policía se hacía notar en las estrechas calles de la ciudad blanca, que se preparaba para una jornada de protestas tras la crisis política interna que acabó con la destitución de Dina Boluarte la semana pasada. No era más refrescante el ambiente en el interior del Congreso, dominado por la discordia entre los dos principales organizadores españoles. La guerra abierta entre el Instituto Cervantes y la Real Academia Española vivía un nuevo episodio de invectivas cruzadas con la entrada en escena del académico Arturo Pérez-Reverte, mientras el Rey Felipe oficiaba la inauguración oficial de un Congreso subido de tono. Y su presencia supuso un bálsamo entre tanta tensión.. El Jefe del Estado participó en la ceremonia del Teatro Municipal de la localidad andina con un discurso que puso el dedo en la llaga: «Esta reunión es, también –y más allá, incluso, de la lengua– un ejemplo de comunidad de valores: una conversación en torno a lo que une, no a lo que separa. Una valiosa lección en tiempos en que se oye hablar constantemente de competencia, de rivalidad, de desconexión, de resurgimiento de bloques…, de intereses y no de cooperación», dijo el Jefe del Estado, lanzando casi un mensaje subliminal a los directivos de las instituciones enfrentadas.. Fraternidad. «Desde Arequipa, Perú, y en español, lanzamos al mundo un mensaje de concordia; en este buen idioma, que en palabras de Andrés Bello, es un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes», defendió Felipe VI, en tono conciliador, en una intervención centrada en el espacio común que es la lengua española. «Es este un lugar idóneo para celebrar la lengua española. Porque nuestra lengua es para nosotros, los hispanohablantes, lo que fue Arequipa para Vargas Llosa: la casa familiar, un espacio de más de 600 millones de hablantes, fértil en comunicación, en ciencia, en creación literaria, en ideas, en proyectos. La casa que hemos levantado entre todos y hoy se nutre de hermandad y de cultura para ese mejor futuro que anhelamos». El Rey hizo referencia a la lengua española «como parte nuclear de un todo de la Hispanidad que perdura en el tiempo y que bien puede reforzar nuestras capacidades futuras ante la creciente complejidad del mundo».. Asimismo, Felipe VI celebró la diversidad lingüística y cultural, el mestizaje que centra buena parte de la programación del CILE: «El mapa de las lenguas del mundo es casi infinito; tanto como el mapa de lenguas que existe en potencia dentro de cada uno de nosotros. Vivimos en un mundo mestizo. Ninguna lengua nació para ser barrera ni muro; y si alguna vez lo han sido, barreras, obstáculos, impedimentos, imposiciones es porque las han hecho discurrir por un camino equivocado, que desnaturaliza su función primordial: comunicar.. «Nunca recelemos de esa dimensión relacional de la lengua –prosiguió el Rey–, porque es la que le da forma y la hace evolucionar. Ni el español sería como es sin el contacto enriquecedor con otras lenguas, entre ellas, las lenguas originarias americanas ni estas serían lo que son sin la aportación de la nuestra. Qué bueno sería que esta proyección tan amplia del español sirviera, cada vez más, para potenciar la voz de las naciones hispanohablantes en foros internacionales. En un tiempo en que la diplomacia es tan necesaria, nuestra lengua ha de servir para buscar la paz y procurar el consenso», remarcó. Felipe VI hizo también referencia a otro de los temas estrella del Congreso de la Lengua,la claridad: «En estos tiempos trepidantes, de informaciones inmediatas y no siempre veraces, hay que insistir en la proximidad, la sencillez y la transparencia. La síntesis de ese discurso es el lenguaje claro y accesible», dijo el Rey, que insistió en que «la esfera de lo público incluye a los ciudadanos y eso empieza por el lenguaje». También se refirió a la inteligencia artificial, que es el eje del programa del Congreso, y reclamó para «la segunda lengua del planeta en número de hablantes nativos» un papel relevante. «No es el futuro, no es el tiempo de nuestros hijos, es ya el nuestro», recordó. Y Felipe VI se despidió citando a Vargas Llosa: «La vida es maravillosa porque tiene un fin». «Se trata de una maravillosa polisemia. La vida tiene una conclusión, un ciclo, y eso nos habla de lo precioso de cada instante, pero también fin es finalidad, el objetivo al que debemos encaminar nuestras acciones».
Felipe VI inaugura el CILE en Arequipa marcado por el enfrentamiento entre el Cervantes y la Real Academia con un discurso que critica «la competencia, la rivalidad, los bloques y la falta de cooperación»
El fresco andino apenas mitigaba el ascenso de la temperatura interna. En las calles de Arequipa (Perú), donde se celebra el X Congreso Internacional de la Lengua, la policía se hacía notar en las estrechas calles de la ciudad blanca, que se preparaba para una jornada de protestas tras la crisis política interna que acabó con la destitución de Dina Boluarte la semana pasada. No era más refrescante el ambiente en el interior del Congreso, dominado por la discordia entre los dos principales organizadores españoles. La guerra abierta entre el Instituto Cervantes y la Real Academia Española vivía un nuevo episodio de invectivas cruzadas con la entrada en escena del académico Arturo Pérez-Reverte, mientras el Rey Felipe oficiaba la inauguración oficial de un Congreso subido de tono. Y su presencia supuso un bálsamo entre tanta tensión.. El Jefe del Estado participó en la ceremonia del Teatro Municipal de la localidad andina con un discurso que puso el dedo en la llaga: «Esta reunión es, también –y más allá, incluso, de la lengua– un ejemplo de comunidad de valores: una conversación en torno a lo que une, no a lo que separa. Una valiosa lección en tiempos en que se oye hablar constantemente de competencia, de rivalidad, de desconexión, de resurgimiento de bloques…, de intereses y no de cooperación», dijo el Jefe del Estado, lanzando casi un mensaje subliminal a los directivos de las instituciones enfrentadas.. «Desde Arequipa, Perú, y en español, lanzamos al mundo un mensaje de concordia; en este buen idioma, que en palabras de Andrés Bello, es un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes», defendió Felipe VI, en tono conciliador, en una intervención centrada en el espacio común que es la lengua española. «Es este un lugar idóneo para celebrar la lengua española. Porque nuestra lengua es para nosotros, los hispanohablantes, lo que fue Arequipa para Vargas Llosa: la casa familiar, un espacio de más de 600 millones de hablantes, fértil en comunicación, en ciencia, en creación literaria, en ideas, en proyectos. La casa que hemos levantado entre todos y hoy se nutre de hermandad y de cultura para ese mejor futuro que anhelamos». El Rey hizo referencia a la lengua española «como parte nuclear de un todo de la Hispanidad que perdura en el tiempo y que bien puede reforzar nuestras capacidades futuras ante la creciente complejidad del mundo».. Asimismo, Felipe VI celebró la diversidad lingüística y cultural, el mestizaje que centra buena parte de la programación del CILE: «El mapa de las lenguas del mundo es casi infinito; tanto como el mapa de lenguas que existe en potencia dentro de cada uno de nosotros. Vivimos en un mundo mestizo. Ninguna lengua nació para ser barrera ni muro; y si alguna vez lo han sido, barreras, obstáculos, impedimentos, imposiciones es porque las han hecho discurrir por un camino equivocado, que desnaturaliza su función primordial: comunicar.. «Nunca recelemos de esa dimensión relacional de la lengua –prosiguió el Rey–, porque es la que le da forma y la hace evolucionar. Ni el español sería como es sin el contacto enriquecedor con otras lenguas, entre ellas, las lenguas originarias americanas ni estas serían lo que son sin la aportación de la nuestra. Qué bueno sería que esta proyección tan amplia del español sirviera, cada vez más, para potenciar la voz de las naciones hispanohablantes en foros internacionales. En un tiempo en que la diplomacia es tan necesaria, nuestra lengua ha de servir para buscar la paz y procurar el consenso», remarcó. Felipe VI hizo también referencia a otro de los temas estrella del Congreso de la Lengua,la claridad: «En estos tiempos trepidantes, de informaciones inmediatas y no siempre veraces, hay que insistir en la proximidad, la sencillez y la transparencia. La síntesis de ese discurso es el lenguaje claro y accesible», dijo el Rey, que insistió en que «la esfera de lo público incluye a los ciudadanos y eso empieza por el lenguaje». También se refirió a la inteligencia artificial, que es el eje del programa del Congreso, y reclamó para «la segunda lengua del planeta en número de hablantes nativos» un papel relevante. «No es el futuro, no es el tiempo de nuestros hijos, es ya el nuestro», recordó. Y Felipe VI se despidió citando a Vargas Llosa: «La vida es maravillosa porque tiene un fin». «Se trata de una maravillosa polisemia. La vida tiene una conclusión, un ciclo, y eso nos habla de lo precioso de cada instante, pero también fin es finalidad, el objetivo al que debemos encaminar nuestras acciones».
Noticias de cultura en La Razón