Los incendios que han arrasado los bosques de España este verano han puesto de manifiesto que el verdadero problema no es solo la extinción, «sería como destinar el presupuesto de salud a la medicina forense», señalan, sino la gestión de una gran área forestal que cubre la mitad del país. Para abordar esto se requiere financiamiento, pero también un consenso político, que en este momento parece inalcanzable. Esta situación es reclamanda por miles de dueños de pequeñas y grandes propiedades forestales que comparten una misma preocupación: el abandono por parte de las instituciones. «Esto solo se soluciona con acciones a largo plazo, como mínimo 25 años, mediante un contrato social», afirma el presidente de la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (COSE), Francisco Carreño, originario de Murcia, quien expresa su preocupación por los numerosos estereotipos, prejuicios y falta de conocimiento que rodean este tema. La expresión que se burlaba de la campaña contra incendios de los años ochenta, «cuando el monte arde, algo de su propiedad se quema… señor conde», atormenta a Carreño: «No, esto no tiene que ver con condes, ni con Mario Conde ni con la duquesa de Alba». Esto será abordado en el presente artículo. Continuar leyendo.
Miles de dueños se enfrentan a la burocracia y a los obstáculos administrativos para manejar millones de hectáreas que ahora se han convertido en un gran combustible para el fuego.
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Los incendios que han arrasado los bosques de España este verano han puesto de manifiesto que el verdadero problema no es solo la extinción, «sería como destinar el presupuesto de salud a la medicina forense», señalan, sino la gestión de una gran área forestal que cubre la mitad del país. Para abordar esto se requiere financiamiento, pero también un consenso político, que en este momento parece inalcanzable. Esta situación es reclamanda por miles de dueños de pequeñas y grandes propiedades forestales que comparten una misma preocupación: el abandono por parte de las instituciones. «Esto solo se soluciona con acciones a largo plazo, como mínimo 25 años, mediante un contrato social», afirma el presidente de la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (COSE), Francisco Carreño, originario de Murcia, quien expresa su preocupación por los numerosos estereotipos, prejuicios y falta de conocimiento que rodean este tema. La expresión que se burlaba de la campaña contra incendios de los años ochenta, «cuando el monte arde, algo de su propiedad se quema… señor conde», atormenta a Carreño: «No, esto no tiene que ver con condes, ni con Mario Conde ni con la duquesa de Alba». Este artículo lo explicará. España abarca 50,5 millones de hectáreas, de las cuales casi 28 millones son bosques. Esta área forestal ha estado en constante expansión durante décadas, comenzando desde las migraciones rurales a finales del siglo XIX y principios del XX, que contribuyeron al descenso demográfico en el ámbito rural durante el régimen franquista. Las personas se trasladaron a Argentina o a Barcelona, dejando atrás sus bienes, ya fueran estos oficiales o no. Esto explica por qué muchos montes ahora son simplemente el fondo que se observa al amanecer desde un alojamiento rural, un lugar que recorren los ciclistas durante los días festivos y que el fuego consume con creciente intensidad. Sin embargo, esas postales pertenecen a alguien; el 72% de la tierra es de propiedad privada, y hay una gran cantidad de propietarios que se esfuerzan por cuidar la naturaleza, a menudo sin recibir nada a cambio por ofrecer a los habitantes urbanos un ambiente saludable para disfrutar los fines de semana. Son ellos, los últimos valientes de un mundo que se desintegra rápidamente, quienes están uniéndose de una manera que nunca antes lo habían hecho para tener una voz capaz de resonar en el Congreso, donde los políticos, afectados por la crisis, están comenzando a prestar un poco más de atención.
