Una nueva ola de inconformismo joven ha salpicado a países de todo el mundo. Desde el sudeste asiático hasta Latinoamérica, pasando por África y Europa, la generación Z ha salido a la calle para derrocar a gobiernos, clamar por una sociedad más justa y exigir un futuro mejor. El éxito de las protestas ha variado en cada caso, no obstante todas parecen tener un elemento común: el rechazo al poder establecido, y el papel de las redes sociales.. Bulgaria y México han sido algunos de los últimos países en registrar un nuevo estallido de manifestaciones, encabezadas por los jóvenes nacidos a finales de la década de los 90 y principios de 2010. «La generación Z no se quedará callada», con esta consigna, miles de personas salieron a las calles de la capital búlgara, Sofía, para protestar contra el Gobierno conservador y el que será su primer presupuesto en euros. Pero el descontento va más allá.. Como recoge DW, la corrupción, los bajos salarios, o la falta de libertad de prensa han llevado a la sociedad -y en especial a los más jóvenes- a reclamar un cambio que en la última semana ha precipitado la caída del Ejecutivo tripartito. Tras una nueva jornada de protestas, el jueves el primer ministro del país, Rosen Zhelyazkov, anunció su dimisión: «Escuchamos la voz de los ciudadanos, debemos estar a la altura de las exigencias. Tanto los jóvenes como los mayores alzaron sus voces a favor de la dimisión. Hay que fomentar esa postura cívica», sostuvo al comunicar su decisión ante la Asamblea Nacional.. Apenas unas semanas antes fue el turno de México. «No estamos asociados con ningún partido ni con ninguna asociación. Solo queremos un futuro mejor para nosotros», explicó Ángel Morales, de tan solo 16 años, a EFE en una movilización el 20 de noviembre. En el país norteamericano, las protestas también han puesto el foco en la exigencia de una mayor seguridad frente a la ola de violencia del crimen organizado en determinadas zonas.. Transparencia, libertad, seguridad y oportunidades figuran entre las principales demandas, junto a la defensa de los servicios públicos, una reivindicación que cobró especial protagonismo en Marruecos. Allí, miles de jóvenes de la generación Z corearon consignas como «menos Mundial y más hospitales». Las protestas coincidieron con los preparativos del Mundial de Fútbol de 2030, que Rabat organizará junto a Portugal y España. Un evento que el Gobierno ha aprovechado para mejorar su imagen a nivel internacional, priorizando la inversión en infraestructuras y estadios frente a otras demandas sociales.. Un fenómeno cíclico. Ignacio Urquizu, profesor de Sociología Aplicada en la Universidad Complutense, explica a LA RAZÓN qué ha llevado a esta nueva generación de jóvenes -que a menudo ha sido descrita como conformista o desinteresada- a luchar contra el status quo: «A partir de los 20 años, muchas personas buscan independizarse, acceder a su primer alquiler (…) empiezan a descubrir que en la vida hay responsabilidades materiales y con los salarios actuales no les da para llegar a la vida a la que aspiran».. El docente recuerda que se trata de un fenómeno cíclico. En la década de 2010 se desató una nueva oleada de indignación juvenil, consecuencia directa del malestar generado a raíz de la crisis económica de 2008. El 15M, Occupy Wall Street y la Primavera Árabe, que abogaba por el fin de los regímenes autoritarios en estos países, fueron algunos de los movimientos más emblemáticos. En ellos empezó a cobrar relevancia el papel de unas redes que daban sus primeros pasos. En las protestas árabes, Twitter se consolidó como la plataforma nexo para la organización y difusión, no obstante, la actual X ha ido perdiendo protagonismo frente a TikTok o Discord -un servicio de mensajería instantánea centrado en comunidades y muy popular en el mundo gaming-.. Fue en esta última donde cerca de 100.000 nepalíes, la mayoría pertenecientes a la generación Z, protagonizaron el debate político sobre el futuro de su país, llegando a acordar la designación de la expresidenta del Tribunal Supremo, Shushila Karki, como primera ministra interina a través de una votación en línea. Al igual que en Marruecos, en las jornadas previas, Nepal registró protestas juveniles desatadas en esta ocasión a raíz de la decisión del Gobierno de bloquear el acceso a numerosas plataformas digitales y de mensajería como Facebook, X o YouTube.. El ejecutivo argumentaba que eran usadas por usuarios para difundir odio e información falsa o cometer delitos cibernéticos que «perturbaban la armonía social», mientras los hijos de políticos y otras élites del país -en el que un 20% de la población se encuentra bajo el umbral de la pobreza, y el nivel de desempleo entre los más jóvenes alcanza el 20,65%, según datos de Macrotrends- las empleaban para hacer gala de su lujoso estilo de vida. Las restricciones a las redes sociales, sumadas a los problemas estructurales del país asiático, contribuyen a entender esta indignación, como apunta Darío García de Viedma, investigador en el Real Instituto Elcano en el ámbito de política tecnológica y digital: «Llega un momento en el que las tensiones, y sobre todo, las frustraciones de la juventud por la desigualdad y las condiciones materiales, venían multiplicándose por las redes sociales».. Protestas virales. Las imágenes de los edificios gubernamentales como el Parlamento o la residencia del primer ministro siendo asaltados y vandalizados, así como los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y manifestantes trascendieron fronteras, llegando a dispositivos y medios de comunicación internacionales. Este carácter visual ha sido otro de los elementos distintivos de las protestas de la generación Z, contribuyendo en gran medida a su difusión: «Estoy seguro de que cuando estaban quemando el Parlamento o cuando estaban tirando a los ministros al río y persiguiéndoles río abajo, esto lo hacían en parte por la ira que acumulaban, pero también por el carácter visual. Es decir, esto se va a viralizar y si nos ha llegado a España y al resto del mundo, esta protesta es por la fortaleza de estas imágenes», concluye Viedma.. Las protestas se saldaron con la dimisión del primer ministro del país, Khadga Prasad Oli, o el ministro de Interior, Ramesh Lekhak, inaugurando una etapa de transición en Nepal, en la que los jóvenes han buscado una alternativa realista, apunta nuevamente el investigador del Instituto Elcano a LA RAZÓN: «No escogieron a una persona propia de la juventud, lo que se hizo fue buscar consensos con otros grupos políticos, y por eso proponen a esta primera ministra», que rápidamente recibió el visto bueno del presidente y del Ejército, y cuya próxima misión será convocar elecciones. «Creo que se ha hecho un buen trabajo. Los manifestantes no están aquí para destruir el sistema, sino para crear nuevos canales de conversación dentro del sistema existente. Ya vemos que los candidatos que están emergiendo están escuchando a la población joven y están intentando abordar las problemáticas principales que les llevaron a protestar», agrega Viedma.. De Nepal a Madagascar. Las revueltas nepalíes fueron seguidas de cerca por Madagascar. Las redes no solo sirven como altavoz, también han prendido la mecha en otros países con sistemas democráticos más frágiles u autoritarios. «Las protestas en Nepal fueron un momento clave en la creación del movimiento de la generación Z de Madagascar. Lo ocurrido en Nepal infundió esperanza al pueblo de Madagascar de que era posible derrocar el sistema, de que los jóvenes podían tomar las riendas de su propio destino y de que la situación del país no era inevitable. A partir de entonces, la gente empezó a alzar la voz y sus voces se unieron bajo el movimiento ‘Generación Z de Madagascar'», declaró una joven manifestante de 26 años que no quiso ser identificada a France24.. En la isla africana, donde la media de edad se sitúa por debajo de los 30 años, la generación Z mostró su descontento por los continuos cortes de electricidad y agua. Las jornadas de protestas en este caso llevaron a la huida del presidente del país, Andry Rajoelina, quien fue reemplazado por el coronel Michael Randrianirina. Su figura ganó gran popularidad entre los jóvenes tras rechazar las órdenes del ya expresidente de reprimir a los manifestantes.. Símbolos culturales de resistencia. México, Nepal, Madagascar, Marruecos, todos ellos cuentan con un rasgo más en común: el uso de una bandera con una calavera sonriente y sombrero de paja. Esta es conocida como ‘Jolly Roger’, y surge del manga y anime japonés One Piece, en el que su protagonista, Monkey D. Luffy y su tripulación, a menudo se ven forzados a luchar contra las injusticias. Nuevamente, la presencia de este símbolo identificado con la resistencia, ampliamente reconocido y compartido en distintos puntos, cuenta con antecedentes, como el uso de la máscara que oculta la identidad de Guy Fawkes en ‘V de Vendetta’ en el movimiento Occupy Wall Street. Se trata de otro elemento de cohesión dentro de la cultura popular, y especialmente cercano a las nuevas generaciones.. Aunque las causas han diferido según el contexto de cada país y sociedad, las raíces del malestar juvenil comparten un mismo sustrato: corrupción, desigualdad, deterioro institucional y ausencia de expectativas. En las ya denominadas ‘protestas de la generación Z’, las redes siguen siendo un altavoz y catalizador del descontento, transformando una vez más el modo en que los jóvenes se movilizan y comunican su descontento, y convirtiéndose en un espacio cada vez más decisivo de articulación política. También desde Serbia hasta Kenia o Indonesia, el desencanto de los ‘centennials’ se ha materializado con una coordinación global que trasciende fronteras. Queda por comprobar si esta nueva ola será capaz de traducir su impulso en un cambio político y social duradero, o si volverá a diluirse, como otras tantas expresiones de inconformismo.
Una nueva ola de inconformismo joven ha salpicado a países de todo el mundo. Desde el sudeste asiático hasta Latinoamérica, pasando por África y Europa, la generación Z ha salido a la calle para derrocar a gobiernos, clamar por una sociedad más justa y exigir un futuro mejor. El éxito de las protestas ha variado en cada caso, no obstante todas parecen tener un elemento común: el rechazo al poder establecido, y el papel de las redes sociales.. Bulgaria y México han sido algunos de los últimos países en registrar un nuevo estallido de manifestaciones, encabezadas por los jóvenes nacidos a finales de la década de los 90 y principios de 2010. «La generación Z no se quedará callada», con esta consigna, miles de personas salieron a las calles de la capital búlgara, Sofía, para protestar contra el Gobierno conservador y el que será su primer presupuesto en euros. Pero el descontento va más allá.. Como recoge DW, la corrupción, los bajos salarios, o la falta de libertad de prensa han llevado a la sociedad -y en especial a los más jóvenes- a reclamar un cambio que en la última semana ha precipitado la caída del Ejecutivo tripartito. Tras una nueva jornada de protestas, el jueves el primer ministro del país, Rosen Zhelyazkov, anunció su dimisión: «Escuchamos la voz de los ciudadanos, debemos estar a la altura de las exigencias. Tanto los jóvenes como los mayores alzaron sus voces a favor de la dimisión. Hay que fomentar esa postura cívica», sostuvo al comunicar su decisión ante la Asamblea Nacional.. Apenas unas semanas antes fue el turno de México. «No estamos asociados con ningún partido ni con ninguna asociación. Solo queremos un futuro mejor para nosotros», explicó Ángel Morales, de tan solo 16 años, a EFE en una movilización el 20 de noviembre. En el país norteamericano, las protestas también han puesto el foco en la exigencia de una mayor seguridad frente a la ola de violencia del crimen organizado en determinadas zonas.. Transparencia, libertad, seguridad y oportunidades figuran entre las principales demandas, junto a la defensa de los servicios públicos, una reivindicación que cobró especial protagonismo en Marruecos. Allí, miles de jóvenes de la generación Z corearon consignas como «menos Mundial y más hospitales». Las protestas coincidieron con los preparativos del Mundial de Fútbol de 2030, que Rabat organizará junto a Portugal y España. Un evento que el Gobierno ha aprovechado para mejorar su imagen a nivel internacional, priorizando la inversión en infraestructuras y estadios frente a otras demandas sociales.. Un fenómeno cíclico. Ignacio Urquizu, profesor de Sociología Aplicada en la Universidad Complutense, explica a LA RAZÓN qué ha llevado a esta nueva generación de jóvenes -que a menudo ha sido descrita como conformista o desinteresada- a luchar contra el status quo: «A partir de los 20 años, muchas personas buscan independizarse, acceder a su primer alquiler (…) empiezan a descubrir que en la vida hay responsabilidades materiales y con los salarios actuales no les da para llegar a la vida a la que aspiran».. El docente recuerda que se trata de un fenómeno cíclico. En la década de 2010 se desató una nueva oleada de indignación juvenil, consecuencia directa del malestar generado a raíz de la crisis económica de 2008. El 15M, Occupy Wall Street y la Primavera Árabe, que abogaba por el fin de los regímenes autoritarios en estos países, fueron algunos de los movimientos más emblemáticos. En ellos empezó a cobrar relevancia el papel de unas redes que daban sus primeros pasos. En las protestas árabes, Twitter se consolidó como la plataforma nexo para la organización y difusión, no obstante, la actual X ha ido perdiendo protagonismo frente a TikTok o Discord -un servicio de mensajería instantánea centrado en comunidades y muy popular en el mundo gaming-.. Fue en esta última donde cerca de 100.000 nepalíes, la mayoría pertenecientes a la generación Z, protagonizaron el debate político sobre el futuro de su país, llegando a acordar la designación de la expresidenta del Tribunal Supremo, Shushila Karki, como primera ministra interina a través de una votación en línea. Al igual que en Marruecos, en las jornadas previas, Nepal registró protestas juveniles desatadas en esta ocasión a raíz de la decisión del Gobierno de bloquear el acceso a numerosas plataformas digitales y de mensajería como Facebook, X o YouTube.. El ejecutivo argumentaba que eran usadas por usuarios para difundir odio e información falsa o cometer delitos cibernéticos que «perturbaban la armonía social», mientras los hijos de políticos y otras élites del país -en el que un 20% de la población se encuentra bajo el umbral de la pobreza, y el nivel de desempleo entre los más jóvenes alcanza el 20,65%, según datos de Macrotrends- las empleaban para hacer gala de su lujoso estilo de vida. Las restricciones a las redes sociales, sumadas a los problemas estructurales del país asiático, contribuyen a entender esta indignación, como apunta Darío García de Viedma, investigador en el Real Instituto Elcano en el ámbito de política tecnológica y digital: «Llega un momento en el que las tensiones, y sobre todo, las frustraciones de la juventud por la desigualdad y las condiciones materiales, venían multiplicándose por las redes sociales».. Protestas virales. Las imágenes de los edificios gubernamentales como el Parlamento o la residencia del primer ministro siendo asaltados y vandalizados, así como los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y manifestantes trascendieron fronteras, llegando a dispositivos y medios de comunicación internacionales. Este carácter visual ha sido otro de los elementos distintivos de las protestas de la generación Z, contribuyendo en gran medida a su difusión: «Estoy seguro de que cuando estaban quemando el Parlamento o cuando estaban tirando a los ministros al río y persiguiéndoles río abajo, esto lo hacían en parte por la ira que acumulaban, pero también por el carácter visual. Es decir, esto se va a viralizar y si nos ha llegado a España y al resto del mundo, esta protesta es por la fortaleza de estas imágenes», concluye Viedma.. Las protestas se saldaron con la dimisión del primer ministro del país, Khadga Prasad Oli, o el ministro de Interior, Ramesh Lekhak, inaugurando una etapa de transición en Nepal, en la que los jóvenes han buscado una alternativa realista, apunta nuevamente el investigador del Instituto Elcano a LA RAZÓN: «No escogieron a una persona propia de la juventud, lo que se hizo fue buscar consensos con otros grupos políticos, y por eso proponen a esta primera ministra», que rápidamente recibió el visto bueno del presidente y del Ejército, y cuya próxima misión será convocar elecciones. «Creo que se ha hecho un buen trabajo. Los manifestantes no están aquí para destruir el sistema, sino para crear nuevos canales de conversación dentro del sistema existente. Ya vemos que los candidatos que están emergiendo están escuchando a la población joven y están intentando abordar las problemáticas principales que les llevaron a protestar», agrega Viedma.. De Nepal a Madagascar. Las revueltas nepalíes fueron seguidas de cerca por Madagascar. Las redes no solo sirven como altavoz, también han prendido la mecha en otros países con sistemas democráticos más frágiles u autoritarios. «Las protestas en Nepal fueron un momento clave en la creación del movimiento de la generación Z de Madagascar. Lo ocurrido en Nepal infundió esperanza al pueblo de Madagascar de que era posible derrocar el sistema, de que los jóvenes podían tomar las riendas de su propio destino y de que la situación del país no era inevitable. A partir de entonces, la gente empezó a alzar la voz y sus voces se unieron bajo el movimiento ‘Generación Z de Madagascar'», declaró una joven manifestante de 26 años que no quiso ser identificada a France24.. En la isla africana, donde la media de edad se sitúa por debajo de los 30 años, la generación Z mostró su descontento por los continuos cortes de electricidad y agua. Las jornadas de protestas en este caso llevaron a la huida del presidente del país, Andry Rajoelina, quien fue reemplazado por el coronel Michael Randrianirina. Su figura ganó gran popularidad entre los jóvenes tras rechazar las órdenes del ya expresidente de reprimir a los manifestantes.. Símbolos culturales de resistencia. México, Nepal, Madagascar, Marruecos, todos ellos cuentan con un rasgo más en común: el uso de una bandera con una calavera sonriente y sombrero de paja. Esta es conocida como ‘Jolly Roger’, y surge del manga y anime japonés One Piece, en el que su protagonista, Monkey D. Luffy y su tripulación, a menudo se ven forzados a luchar contra las injusticias. Nuevamente, la presencia de este símbolo identificado con la resistencia, ampliamente reconocido y compartido en distintos puntos, cuenta con antecedentes, como el uso de la máscara que oculta la identidad de Guy Fawkes en ‘V de Vendetta’ en el movimiento Occupy Wall Street. Se trata de otro elemento de cohesión dentro de la cultura popular, y especialmente cercano a las nuevas generaciones.. Aunque las causas han diferido según el contexto de cada país y sociedad, las raíces del malestar juvenil comparten un mismo sustrato: corrupción, desigualdad, deterioro institucional y ausencia de expectativas. En las ya denominadas ‘protestas de la generación Z’, las redes siguen siendo un altavoz y catalizador del descontento, transformando una vez más el modo en que los jóvenes se movilizan y comunican su descontento, y convirtiéndose en un espacio cada vez más decisivo de articulación política. También desde Serbia hasta Kenia o Indonesia, el desencanto de los ‘centennials’ se ha materializado con una coordinación global que trasciende fronteras. Queda por comprobar si esta nueva ola será capaz de traducir su impulso en un cambio político y social duradero, o si volverá a diluirse, como otras tantas expresiones de inconformismo.
Bulgaria se ha convertido en el último escenario de estas protestas, que culminaron con la dimisión del Gobierno
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