La puntualidad en el fútbol de élite no es un asunto menor. Lejos de ser un simple detalle de cortesía, se ha convertido en un termómetro que mide la disciplina interna y la filosofía de un vestuario. La forma de gestionarla, de hecho, puede definir el carácter de un equipo, y dos ejemplos recientes en LaLiga, Getafe y Barcelona, lo demuestran con una claridad meridiana, exponiendo dos modelos de gestión completamente estricta.. En el Getafe de José Bordalás la disciplina no se negocia. El técnico alicantino ha implantado un régimen de multas económicas que no deja lugar a la interpretación ni a las excusas, con un coste para el infractor de entre 150 y 200 euros por cada minuto de retraso. La sanción, además, se endurece en los momentos clave, llegando a duplicarse en los días de partido. El dinero recaudado, eso sí, no se pierde en las arcas del club, sino que se acumula en un bote común destinado al uso y disfrute de toda la plantilla, una forma de convertir el castigo individual en un beneficio colectivo.. La situación vivida en el Fútbol Club Barcelona con la llegada de Hansi Flick al banquillo revela un enfoque similar, dejando a muchos de sus titulares en el banquillo por no presentarse a la hora acordada para preparar el partido.. Disciplina y jerarquía. Sin embargo, en las últimas horas se ha conocido que Lamine Yamal llegó tarde a la concentración del encuentro contra el PSG, y sin embargo, el ’10’ salió de titular contra los de Luis Enrique. La explicación a esta aparente indulgencia no reside en una nueva política del entrenador, sino en una intervención directa desde los despachos. Fue Deco, el director deportivo, quien pidió expresamente a Flick que hiciera una excepción con el futbolista y no le aplicara castigo alguno. Esta decisión evidencia una jerarquía y un modo de proceder muy distintos a los del Getafe, donde la autoridad del entrenador en materia disciplinaria es incuestionable.. Asimismo, esta medida resulta aún más llamativa si se compara con precedentes cercanos dentro del propio club azulgrana. Otros compañeros de vestuario como Koundé, Iñaki Peña o Raphinha sí sufrieron las consecuencias de sus retrasos en el pasado, siendo castigados con la suplencia. La vara de medir, por tanto, parece haber cambiado, dibujando un escenario donde el estatus de un jugador puede pesar más que el propio reglamento interno
La disciplina en LaLiga tiene dos varas de medir muy diferentes: desde las multas de 200 euros por minuto de Bordalás en Getafe al privilegio que salva del castigo a un Lamine Yamal impuntual en el Barça
La puntualidad en el fútbol de élite no es un asunto menor. Lejos de ser un simple detalle de cortesía, se ha convertido en un termómetro que mide la disciplina interna y la filosofía de un vestuario. La forma de gestionarla, de hecho, puede definir el carácter de un equipo, y dos ejemplos recientes en LaLiga, Getafe y Barcelona, lo demuestran con una claridad meridiana, exponiendo dos modelos de gestión completamente estricta.. En el Getafe de José Bordalás la disciplina no se negocia. El técnico alicantino ha implantado un régimen de multas económicas que no deja lugar a la interpretación ni a las excusas, con un coste para el infractor de entre 150 y 200 euros por cada minuto de retraso. La sanción, además, se endurece en los momentos clave, llegando a duplicarse en los días de partido. El dinero recaudado, eso sí, no se pierde en las arcas del club, sino que se acumula en un bote común destinado al uso y disfrute de toda la plantilla, una forma de convertir el castigo individual en un beneficio colectivo.. La situación vivida en el Fútbol Club Barcelona con la llegada de Hansi Flick al banquillo revela un enfoque similar, dejando a muchos de sus titulares en el banquillo por no presentarse a la hora acordada para preparar el partido.. Sin embargo, en las últimas horas se ha conocido que Lamine Yamal llegó tarde a la concentración del encuentro contra el PSG, y sin embargo, el ’10’ salió de titular contra los de Luis Enrique. La explicación a esta aparente indulgencia no reside en una nueva política del entrenador, sino en una intervención directa desde los despachos. Fue Deco, el director deportivo, quien pidió expresamente a Flick que hiciera una excepción con el futbolista y no le aplicara castigo alguno. Esta decisión evidencia una jerarquía y un modo de proceder muy distintos a los del Getafe, donde la autoridad del entrenador en materia disciplinaria es incuestionable.. Asimismo, esta medida resulta aún más llamativa si se compara con precedentes cercanos dentro del propio club azulgrana. Otros compañeros de vestuario como Koundé, Iñaki Peña o Raphinha sí sufrieron las consecuencias de sus retrasos en el pasado, siendo castigados con la suplencia. La vara de medir, por tanto, parece haber cambiado, dibujando un escenario donde el estatus de un jugador puede pesar más que el propio reglamento interno
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