La película el 47, es realmente un film extraordinario, bien hecho con magníficos actores, sensacionalmente bien ambientada y que merece cuantos premios le otorguen. Independientemente que se pueda estar o no de acuerdo con algunas cuestiones que plantea esta obra de ficción basada en hechos reales.. Además, refleja algo que fue sociológicamente cierto, y que vale la pena analizar sobre la realidad lingüística de Cataluña.. Si nos remontamos a principios del siglo XX, veremos como la burguesía industrial (inexistente en otras partes de España) se entremezcló con la escasa nobleza catalana (que no lo era de coto de caza y cortijo) y generó una clase económicamente dirigente que se sumó a la revolución industrial. Fue pues con sus defectos una clase productiva.. Este fenómeno hizo que desde entonces llegase en masa una inmigración que fue auténtica protagonista con su esfuerzo y sacrificio del desarrollo catalán. Esa inmigración, tuvo hijos, hijos catalanes que se sentían identificados con su tierra y muchos prosperaron, montaron tiendas, comercios, talleres, y asumieron la lengua y si se me permite el CF Barcelona como signos de identidad, eso permaneció así durante el tiempo y generación tras generación.. Podemos decir que la clase industrial poderosa (no olvidemos que Barcelona fue una sociedad esencialmente industrial, mientras Madrid lo fue política) utilizaba de forma mayoritaria socialmente el castellano, comercialmente el catalán, y en el ámbito familiar se entremezclaban ambas lenguas.. Esta clase se fue fundiendo con la nueva burguesía que prosperaba con su esfuerzo, el catalán se mantuvo como lengua de trabajo, y ganó terreno al castellano en el familiar, mientras este se mantenía en las relaciones sociales.. Al llegar al franquismo, el catalán no tuvo uso oficial (antes, salvo cortas épocas, tampoco la había tenido), ni se hizo nada oficialmente para su difusión, pero no estuvo ni mucho menos prohibido, de hecho en los Escolapios de Balmes de Barcelona yo tuve clases de catalán a principios de los setenta.. Te podías encontrar algún cretino que decía “a mí me hablas en cristiano”, pero en los comercios, en las calles, en las familias era lengua habitual, que convivía y convive sin problema con el castellano, Foix publicó toda su obra en catalán como otros muchos, la sardana se bailaba frente a la Catedral, y allí todo el mundo hablaba catalán sin problema.. La lengua es algo natural a proteger, pero no a imponer, de hecho, creo que la imposición ha hecho daño al catalán, el castellano está más presente en las redes sociales, pero la imposición nunca es buena, ya se sabe aquello de que los hijos sobreprotegidos suelen acabar mal.. Esto lo suscribe un catalán castellanoparlante, casado con una catalana catalanoparlante, cuyos hijos catalanes son absolutamente bilingües y ven las series en su idioma original, generalmente el inglés.
«Podemos decir que la clase industrial poderosa utilizaba de forma mayoritaria socialmente el castellano, comercialmente el catalán, y en el ámbito familiar se entremezclaban ambas lenguas»
La película el 47, es realmente un film extraordinario, bien hecho con magníficos actores, sensacionalmente bien ambientada y que merece cuantos premios le otorguen. Independientemente que se pueda estar o no de acuerdo con algunas cuestiones que plantea esta obra de ficción basada en hechos reales.. Además, refleja algo que fue sociológicamente cierto, y que vale la pena analizar sobre la realidad lingüística de Cataluña.. Si nos remontamos a principios del siglo XX, veremos como la burguesía industrial (inexistente en otras partes de España) se entremezcló con la escasa nobleza catalana (que no lo era de coto de caza y cortijo) y generó una clase económicamente dirigente que se sumó a la revolución industrial. Fue pues con sus defectos una clase productiva.. Este fenómeno hizo que desde entonces llegase en masa una inmigración que fue auténtica protagonista con su esfuerzo y sacrificio del desarrollo catalán. Esa inmigración, tuvo hijos, hijos catalanes que se sentían identificados con su tierra y muchos prosperaron, montaron tiendas, comercios, talleres, y asumieron la lengua y si se me permite el CF Barcelona como signos de identidad, eso permaneció así durante el tiempo y generación tras generación.. Podemos decir que la clase industrial poderosa (no olvidemos que Barcelona fue una sociedad esencialmente industrial, mientras Madrid lo fue política) utilizaba de forma mayoritaria socialmente el castellano, comercialmente el catalán, y en el ámbito familiar se entremezclaban ambas lenguas.. Esta clase se fue fundiendo con la nueva burguesía que prosperaba con su esfuerzo, el catalán se mantuvo como lengua de trabajo, y ganó terreno al castellano en el familiar, mientras este se mantenía en las relaciones sociales.. Al llegar al franquismo, el catalán no tuvo uso oficial (antes, salvo cortas épocas, tampoco la había tenido), ni se hizo nada oficialmente para su difusión, pero no estuvo ni mucho menos prohibido, de hecho en los Escolapios de Balmes de Barcelona yo tuve clases de catalán a principios de los setenta.. Te podías encontrar algún cretino que decía “a mí me hablas en cristiano”, pero en los comercios, en las calles, en las familias era lengua habitual, que convivía y convive sin problema con el castellano, Foix publicó toda su obra en catalán como otros muchos, la sardana se bailaba frente a la Catedral, y allí todo el mundo hablaba catalán sin problema.. La lengua es algo natural a proteger, pero no a imponer, de hecho, creo que la imposición ha hecho daño al catalán, el castellano está más presente en las redes sociales, pero la imposición nunca es buena, ya se sabe aquello de que los hijos sobreprotegidos suelen acabar mal.. Esto lo suscribe un catalán castellanoparlante, casado con una catalana catalanoparlante, cuyos hijos catalanes son absolutamente bilingües y ven las series en su idioma original, generalmente el inglés.
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