Las criptomonedas son el blanco constante de titulares alarmistas que las identifican como el medio de pago de criminales y con grandes estafas. Sin embargo, esta narrativa raramente nos cuenta que la tecnología subyacente, el blockchain, está, ya, transformando el mundo financiero. Un claro ejemplo son las CBDC, divisas digitales respaldadas por los bancos centrales. Proyectos como el yuan digital en China o el inminente lanzamiento del euro digital muestran que el futuro del dinero ya está aquí.
Estas monedas prometen ventajas revolucionarias. Su adopción podría significar el fin del dinero negro, gracias a una transparencia absoluta en cada transacción. Las actividades ilícitas como la evasión fiscal o el financiamiento del crimen tendrán difícil cabida dentro del sistema. Además nos permitirán realizar transferencias internacionales al instante a costes muy bajos superando las restricciones actuales. Las CBDC plantean también amenazas profundas para los bancos comerciales. Al permitir que los ciudadanos gestionen su dinero directamente, las instituciones privadas podrían perder gran parte de su relevancia y su función tradicional de intermediación.
La reciente victoria de Donald Trump y la dimisión de Gary Gensler, el hasta ahora presidente de la SEC, conocido por liderar una cruzada litigiosa marcada por unos intereses que claramente no eran los de los inversores, serán catalizadores clave en esta transformación. Trump, defensor declarado de las criptomonedas, ha abogado por claridad regulatoria para permitir que esta industria florezca. Su enfoque pragmático podría acelerar la adopción de monedas digitales y consolidar su lugar en el sistema financiero global.
El dinero digital plantea también preocupaciones más que justificadas, en lo que respecta a la privacidad y al control gubernamental. Con las monedas digitales de bancos centrales, cada transacción quedará registrada en un sistema digital altamente centralizado. Esto garantiza una transparencia absoluta, pero también significa que los gobiernos y entidades emisoras tendrán la capacidad de monitorear todos y cada uno de los movimientos financieros. Esta vigilancia total despierta temores sobre posibles abusos de poder y puede dar lugar a un sistema financiero con tintes opresivos.
El futuro financiero es inevitablemente digital. Aunque las CBDC representan una modernización necesaria, equilibrar innovación, inclusión y libertades será clave para garantizar que esta revolución suponga un avance como sociedad ¿Estamos preparados? Probablemente no.
El blockchain, está, ya, transformando el mundo financiero
Las criptomonedas son el blanco constante de titulares alarmistas que las identifican como el medio de pago de criminales y con grandes estafas. Sin embargo, esta narrativa raramente nos cuenta que la tecnología subyacente, el blockchain, está, ya, transformando el mundo financiero. Un claro ejemplo son las CBDC, divisas digitales respaldadas por los bancos centrales. Proyectos como el yuan digital en China o el inminente lanzamiento del euro digital muestran que el futuro del dinero ya está aquí.
Estas monedas prometen ventajas revolucionarias. Su adopción podría significar el fin del dinero negro, gracias a una transparencia absoluta en cada transacción. Las actividades ilícitas como la evasión fiscal o el financiamiento del crimen tendrán difícil cabida dentro del sistema. Además nos permitirán realizar transferencias internacionales al instante a costes muy bajos superando las restricciones actuales. Las CBDC plantean también amenazas profundas para los bancos comerciales. Al permitir que los ciudadanos gestionen su dinero directamente, las instituciones privadas podrían perder gran parte de su relevancia y su función tradicional de intermediación.
La reciente victoria de Donald Trump y la dimisión de Gary Gensler, el hasta ahora presidente de la SEC, conocido por liderar una cruzada litigiosa marcada por unos intereses que claramente no eran los de los inversores, serán catalizadores clave en esta transformación. Trump, defensor declarado de las criptomonedas, ha abogado por claridad regulatoria para permitir que esta industria florezca. Su enfoque pragmático podría acelerar la adopción de monedas digitales y consolidar su lugar en el sistema financiero global.
El dinero digital plantea también preocupaciones más que justificadas, en lo que respecta a la privacidad y al control gubernamental. Con las monedas digitales de bancos centrales, cada transacción quedará registrada en un sistema digital altamente centralizado. Esto garantiza una transparencia absoluta, pero también significa que los gobiernos y entidades emisoras tendrán la capacidad de monitorear todos y cada uno de los movimientos financieros. Esta vigilancia total despierta temores sobre posibles abusos de poder y puede dar lugar a un sistema financiero con tintes opresivos.
El futuro financiero es inevitablemente digital. Aunque las CBDC representan una modernización necesaria, equilibrar innovación, inclusión y libertades será clave para garantizar que esta revolución suponga un avance como sociedad ¿Estamos preparados? Probablemente no.
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