En los últimos días ha sido noticia el exfutbolista del Barça, Dani Alves, por haberse convertido en un predicador evangélico (aunque no está claro si es predicador, o solo fue un testimonio de un local protestante en Girona). Tras un proceso judicial que marcó su vida personal, Alves reapareció públicamente en la Iglesia Elim Girona, donde aseguró haber hecho “un pacto con Dios” y proclamó su conversión como un “renacer espiritual”. En sus redes sociales ya no hay rastro de fútbol: solo versículos bíblicos y mensajes de fe.. Más allá del morbo mediático, su historia revela un fenómeno creciente en España: el auge del evangelismo, una rama del cristianismo de raíz protestante que, aunque muy por debajo del catolicismo, está experimentando un notable crecimiento impulsado básicamente por la inmigración hispanoamericana.. Qué es el evangelismo y por qué crece. El evangelismo es un movimiento nacido del protestantismo histórico, pero con un énfasis mayor en la experiencia personal de conversión, el subjetivismo, la predicación directa del Evangelio y la lectura individual de la Biblia. A diferencia del protestantismo clásico de Lutero o Calvino, el evangelismo moderno, y especialmente su rama más reciente y dinámica, el neopentecostalismo, se caracteriza por un estilo emocional y poco racional, celebrativo y centrado en el “encuentro personal con Cristo”.. El neopentecostalismo, que forma parte del amplio mundo evangélico, es la única rama del protestantismo que está creciendo de forma sostenida en todo el mundo. Surgido en el siglo XX, se ha extendido con gran fuerza en Hispanoamérica, África y Asia, donde ha encontrado un terreno fértil gracias a su liturgia expresiva, su lenguaje emocional y su poca exigencia. Sus comunidades destacan por los cantos, testimonios y el énfasis en los llamados “dones del Espíritu Santo”, como la sanación o el hablar en lenguas. En muchas zonas de Hispanoamérica, este movimiento ya compite de tú a tú con el catolicismo tradicional.. En España, el evangelismo crece sobre todo por la llegada de inmigrantes hispanos. Aunque las conversiones de españoles o catalanes son residuales, el aumento demográfico de fieles hispanoamericanos está haciendo cada vez más visible la presencia de comunidades neopentecostales en el país.. Felipe II y la Barcelona blindada contra la herejía. En el siglo XVI, Europa vivía una profunda crisis religiosa. La Reforma protestante, iniciada por Martín Lutero en 1517, desafió la autoridad del Papa y dividió la cristiandad occidental. En respuesta, la Iglesia católica y las monarquías católicas, encabezadas por los Habsburgo, promovieron la Contrarreforma, que en realidad fue la auténtica reforma: la renovación espiritual e institucional que corrigió los abusos internos y defendió la fe de siempre.. En este contexto, Felipe II, rey de España, adoptó medidas drásticas para evitar que las ideas reformadas penetraran en su reino. Barcelona, por su carácter portuario y su contacto con comerciantes extranjeros, era un punto especialmente vulnerable. Por ello, el monarca decidió blindar la ciudad para mantener la ortodoxia católica.. En 1568, se prohibió a los barceloneses asistir a universidades extranjeras, donde podían ser expuestos a las nuevas doctrinas, y se vetó a los eclesiásticos franceses ejercer la docencia, temiendo la infiltración de hugonotes. Además, se instauró una rigurosa censura de libros, especialmente los procedentes del norte de Europa, y la Inquisición de Barcelona reforzó su papel como guardiana de la fe.. Felipe II entendió el poder de los libros para difundir ideas y utilizó la censura como un dique intelectual frente a la herejía. Gracias a esas medidas, Barcelona, que pudo haber sido una puerta de entrada del luteranismo o el calvinismo, se convirtió en un muro de contención del protestantismo.. Los problemas teológicos del protestantismo. A pesar de su vitalidad, el protestantismo, en todas sus formas, descansa sobre bases doctrinales problemáticas.. La primera es la Sola Scriptura, la idea de que toda doctrina cristiana debe fundarse exclusivamente en la Biblia. Sin embargo, esta enseñanza no aparece en la propia Biblia, ni fue creída por los apóstoles ni por los primeros cristianos. De hecho, la Biblia misma fue reconocida y preservada por la Iglesia, cuya autoridad precede al canon de las Escrituras. Es, por tanto, incoherente sostener que la Escritura sea la única regla de fe cuando su existencia y su interpretación dependen precisamente del Magisterio eclesial.. Al carecer de un Magisterio que interprete las Escrituras con autoridad vinculante, el protestantismo promueve el libre examen y la interpretación individual de la Biblia, lo que favorece lecturas subjetivas y contradictorias. De ahí que hoy existan miles y miles de denominaciones protestantes, surgidas cada vez que alguien propone una nueva lectura personal de la Escritura y funda su propia iglesia. Mientras tanto, la Iglesia católica mantiene un magisterio unificado con el Papa como su máxima autoridad.. Otra es la Sola Fide, que afirma que basta la fe para salvarse, sin necesidad de obras. Esta doctrina contradice numerosos pasajes bíblicos. Para la Iglesia católica, la salvación es un don gratuito de Dios que exige fe viva y obras de amor, junto con la gracia que se recibe por los sacramentos y la penitencia. El protestantismo, al reducir la salvación a una aceptación interior de fe en Cristo, elimina el valor del esfuerzo moral, la conversión continua y la cooperación con la gracia. Por eso la Iglesia ha defendido siempre la armonía entre fe y obras, Escritura y Tradición, gracia y libertad humana.. España nunca vivió un movimiento protestante de masas. Su identidad católica se mantuvo firme gracias al esfuerzo conjunto de la monarquía, el clero reformado y la educación tridentina. Pero en los últimos años, con la globalización y la inmigración, el protestantismo vuelve a entrar por otras vías, no ya a través de los libros impresos, sino de la predicación mediática y emocional de los nuevos evangelismos modernos.
El monarca trazó un plan para prevenir la expansión del protestantismo en España
En los últimos días ha sido noticia el exfutbolista del Barça, Dani Alves, por haberse convertido en un predicador evangélico (aunque no está claro si es predicador, o solo fue un testimonio de un local protestante en Girona). Tras un proceso judicial que marcó su vida personal, Alves reapareció públicamente en la Iglesia Elim Girona, donde aseguró haber hecho “un pacto con Dios” y proclamó su conversión como un “renacer espiritual”. En sus redes sociales ya no hay rastro de fútbol: solo versículos bíblicos y mensajes de fe.. Más allá del morbo mediático, su historia revela un fenómeno creciente en España: el auge del evangelismo, una rama del cristianismo de raíz protestante que, aunque muy por debajo del catolicismo, está experimentando un notable crecimiento impulsado básicamente por la inmigración hispanoamericana.. Qué es el evangelismo y por qué crece. El evangelismo es un movimiento nacido del protestantismo histórico, pero con un énfasis mayor en la experiencia personal de conversión, el subjetivismo, la predicación directa del Evangelio y la lectura individual de la Biblia. A diferencia del protestantismo clásico de Lutero o Calvino, el evangelismo moderno, y especialmente su rama más reciente y dinámica, el neopentecostalismo, se caracteriza por un estilo emocional y poco racional, celebrativo y centrado en el “encuentro personal con Cristo”.. El neopentecostalismo, que forma parte del amplio mundo evangélico, es la única rama del protestantismo que está creciendo de forma sostenida en todo el mundo. Surgido en el siglo XX, se ha extendido con gran fuerza en Hispanoamérica, África y Asia, donde ha encontrado un terreno fértil gracias a su liturgia expresiva, su lenguaje emocional y su poca exigencia. Sus comunidades destacan por los cantos, testimonios y el énfasis en los llamados “dones del Espíritu Santo”, como la sanación o el hablar en lenguas. En muchas zonas de Hispanoamérica, este movimiento ya compite de tú a tú con el catolicismo tradicional.. En España, el evangelismo crece sobre todo por la llegada de inmigrantes hispanos. Aunque las conversiones de españoles o catalanes son residuales, el aumento demográfico de fieles hispanoamericanos está haciendo cada vez más visible la presencia de comunidades neopentecostales en el país.. Felipe II y la Barcelona blindada contra la herejía. En el siglo XVI, Europa vivía una profunda crisis religiosa. La Reforma protestante, iniciada por Martín Lutero en 1517, desafió la autoridad del Papa y dividió la cristiandad occidental. En respuesta, la Iglesia católica y las monarquías católicas, encabezadas por los Habsburgo, promovieron la Contrarreforma, que en realidad fue la auténtica reforma: la renovación espiritual e institucional que corrigió los abusos internos y defendió la fe de siempre.. En este contexto, Felipe II, rey de España, adoptó medidas drásticas para evitar que las ideas reformadas penetraran en su reino. Barcelona, por su carácter portuario y su contacto con comerciantes extranjeros, era un punto especialmente vulnerable. Por ello, el monarca decidió blindar la ciudad para mantener la ortodoxia católica.. En 1568, se prohibió a los barceloneses asistir a universidades extranjeras, donde podían ser expuestos a las nuevas doctrinas, y se vetó a los eclesiásticos franceses ejercer la docencia, temiendo la infiltración de hugonotes. Además, se instauró una rigurosa censura de libros, especialmente los procedentes del norte de Europa, y la Inquisición de Barcelona reforzó su papel como guardiana de la fe.. Felipe II entendió el poder de los libros para difundir ideas y utilizó la censura como un dique intelectual frente a la herejía. Gracias a esas medidas, Barcelona, que pudo haber sido una puerta de entrada del luteranismo o el calvinismo, se convirtió en un muro de contención del protestantismo.. Los problemas teológicos del protestantismo. A pesar de su vitalidad, el protestantismo, en todas sus formas, descansa sobre bases doctrinales problemáticas.. La primera es la Sola Scriptura, la idea de que toda doctrina cristiana debe fundarse exclusivamente en la Biblia. Sin embargo, esta enseñanza no aparece en la propia Biblia, ni fue creída por los apóstoles ni por los primeros cristianos. De hecho, la Biblia misma fue reconocida y preservada por la Iglesia, cuya autoridad precede al canon de las Escrituras. Es, por tanto, incoherente sostener que la Escritura sea la única regla de fe cuando su existencia y su interpretación dependen precisamente del Magisterio eclesial.. Al carecer de un Magisterio que interprete las Escrituras con autoridad vinculante, el protestantismo promueve el libre examen y la interpretación individual de la Biblia, lo que favorece lecturas subjetivas y contradictorias. De ahí que hoy existan miles y miles de denominaciones protestantes, surgidas cada vez que alguien propone una nueva lectura personal de la Escritura y funda su propia iglesia. Mientras tanto, la Iglesia católica mantiene un magisterio unificado con el Papa como su máxima autoridad.. Otra es la Sola Fide, que afirma que basta la fe para salvarse, sin necesidad de obras. Esta doctrina contradice numerosos pasajes bíblicos. Para la Iglesia católica, la salvación es un don gratuito de Dios que exige fe viva y obras de amor, junto con la gracia que se recibe por los sacramentos y la penitencia. El protestantismo, al reducir la salvación a una aceptación interior de fe en Cristo, elimina el valor del esfuerzo moral, la conversión continua y la cooperación con la gracia. Por eso la Iglesia ha defendido siempre la armonía entre fe y obras, Escritura y Tradición, gracia y libertad humana.. España nunca vivió un movimiento protestante de masas. Su identidad católica se mantuvo firme gracias al esfuerzo conjunto de la monarquía, el clero reformado y la educación tridentina. Pero en los últimos años, con la globalización y la inmigración, el protestantismo vuelve a entrar por otras vías, no ya a través de los libros impresos, sino de la predicación mediática y emocional de los nuevos evangelismos modernos.
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