Personas esperando en la calle desde la madrugada entre consultas recurrentes al móvil, partidas improvisadas de cartas, lecturas de libros o incluso ganchillo y que forman colas que llegan a superar el centenar de metros en plena vía pública.. Son estampas cada vez más frecuentes al inicio del mes de julio en Compostela, donde el complicado acceso al mercado de la vivienda castiga a una población universitaria que cada año que pasa se enfrenta a alquileres más elevados y a una mayor competencia para acceder a aquellos pisos en mejor estado.. El cierre del curso universitario, que suele traer consigo la extinción de los contratos de temporada que rigen los alquileres de los estudiantes, lleva a que multitud de personas se concentren ante las puertas de las varias inmobiliarias que en la ciudad asignan el acceso a la bolsa de pisos en alquiler en función del orden de llegada al establecimiento.. Aunque el número de estudiantes de grado de la Universidad de Santiago (USC) se ha reducido casi a la mitad en las últimas décadas, según las estadísticas, el crecimiento poblacional de la capital gallega, la proliferación de pisos turísticos y la falta de oferta en un parque de vivienda necesitado de reformas hacen que acceder a un hogar en condiciones y asequible sea una odisea para muchos de ellos.. Escasa oferta para una elevada demanda. «Muchas de las viviendas ya no llegan a salir al mercado», explica a EFE Vicente Martínez, vicesecretario de la Asociación Galega de Inmobiliarias (Agalin), e indica que los jóvenes se comunican entre sí para repartirse las habitaciones vacías o los pisos que abandonan.. No obstante, Martínez precisa que «es raro que los que están ya instalados busquen vivienda» y expone que son los que llegan por primera vez a la ciudad, Erasmus o debutantes, los que cuentan con más dificultades para hacerse con un piso.. El directivo de Agalin señala que el precio medio de una habitación en el Ensanche, la zona más demandada por su proximidad a uno de los campus universitarios y su ubicación céntrica, puede rondar los 300 euros mensuales, una cifra que considera «aceptable».. De este modo, una vivienda completa con tres habitaciones en la zona tiene un coste aproximado de entre 800 y 900 euros.. Es, pese a todo, una cantidad considerablemente mayor que la que abonaban las familias hace unos años, puesto que, según los datos del Observatorio da Vivenda de Galicia, el coste medio de los alquileres ronda hoy los 700 euros cuando en 2016 no alcanzaba los 400.. La regulación de viviendas de uso turístico (VUT) promovida por el gobierno local no ha logrado paliar esta subida de precios, ya que, aunque las inmobiliarias constatan un regreso de inmuebles al mercado del alquiler convencional, lo hacen a precios superiores a la media.. «Suelen ser viviendas que retornan a unos precios relativamente altos», detalla Vicente Martínez, que señala que son propiedades en condiciones «óptimas» y que, aunque tienen salida entre los estudiantes porque «hay economías de todo tipo», no acostumbran a ser la opción preferente entre este colectivo.. Pisos deteriorados y necesitados de reformas. La necesidad de disponer de alternativas más asequibles provoca también que muchas de las viviendas a las que acceden los universitarios presenten defectos notables. Humedades, muebles antiguos, falta de luz o enseres de menor calidad son deficiencias habituales en unos pisos que, aún así, permanecen escasas horas en el mercado por la elevadísima demanda.. «Nos han llegado a enseñar pisos que eran auténticas barbaridades», dice a EFE Yoha Romero, estudiante de Economía en la USC, que relata anécdotas que incluyen baños sin puertas o retretes donde es imposible sentarse por la falta de espacio.. Todo ello, lamenta, a unos «precios altísimos para lo que se ofrece», lo que provoca que aquellos que encuentran viviendas en buenas condiciones no las liberen. «Todo lo que sale a mercado lo hace en malas condiciones», remarca Romero, que está en búsqueda de un piso junto a dos compañeros más.. Ante esta tesitura, son habituales los testimonios de estudiantes que optan por algo impensable hace apenas unos años: mudarse a las localidades de la periferia, a Ames o Teo, a escasos 15 minutos en coche, pero donde las opciones de transporte público son limitadas.. Un problema común a toda Galicia. La situación es extrapolable a otras urbes gallegas, especialmente A Coruña y Vigo, aunque sea Compostela la que la padece en mayor medida por el elevado peso que tiene la población universitaria entre el total de habitantes de la ciudad.
La escasa oferta de pisos y el encarecimiento castigan a los estudiantes, que pasan la noche ante las inmobiliarias para lograr una vivienda
Personas esperando en la calle desde la madrugada entre consultas recurrentes al móvil, partidas improvisadas de cartas, lecturas de libros o incluso ganchillo y que forman colas que llegan a superar el centenar de metros en plena vía pública.. Son estampas cada vez más frecuentes al inicio del mes de julio en Compostela, donde el complicado acceso al mercado de la vivienda castiga a una población universitaria que cada año que pasa se enfrenta a alquileres más elevados y a una mayor competencia para acceder a aquellos pisos en mejor estado.. El cierre del curso universitario, que suele traer consigo la extinción de los contratos de temporada que rigen los alquileres de los estudiantes, lleva a que multitud de personas se concentren ante las puertas de las varias inmobiliarias que en la ciudad asignan el acceso a la bolsa de pisos en alquiler en función del orden de llegada al establecimiento.. Aunque el número de estudiantes de grado de la Universidad de Santiago (USC) se ha reducido casi a la mitad en las últimas décadas, según las estadísticas, el crecimiento poblacional de la capital gallega, la proliferación de pisos turísticos y la falta de oferta en un parque de vivienda necesitado de reformas hacen que acceder a un hogar en condiciones y asequible sea una odisea para muchos de ellos.. Escasa oferta para una elevada demanda. «Muchas de las viviendas ya no llegan a salir al mercado», explica a EFE Vicente Martínez, vicesecretario de la Asociación Galega de Inmobiliarias (Agalin), e indica que los jóvenes se comunican entre sí para repartirse las habitaciones vacías o los pisos que abandonan.. No obstante, Martínez precisa que «es raro que los que están ya instalados busquen vivienda» y expone que son los que llegan por primera vez a la ciudad, Erasmus o debutantes, los que cuentan con más dificultades para hacerse con un piso.. El directivo de Agalin señala que el precio medio de una habitación en el Ensanche, la zona más demandada por su proximidad a uno de los campus universitarios y su ubicación céntrica, puede rondar los 300 euros mensuales, una cifra que considera «aceptable».. De este modo, una vivienda completa con tres habitaciones en la zona tiene un coste aproximado de entre 800 y 900 euros.. Es, pese a todo, una cantidad considerablemente mayor que la que abonaban las familias hace unos años, puesto que, según los datos del Observatorio da Vivenda de Galicia, el coste medio de los alquileres ronda hoy los 700 euros cuando en 2016 no alcanzaba los 400.. La regulación de viviendas de uso turístico (VUT) promovida por el gobierno local no ha logrado paliar esta subida de precios, ya que, aunque las inmobiliarias constatan un regreso de inmuebles al mercado del alquiler convencional, lo hacen a precios superiores a la media.. «Suelen ser viviendas que retornan a unos precios relativamente altos», detalla Vicente Martínez, que señala que son propiedades en condiciones «óptimas» y que, aunque tienen salida entre los estudiantes porque «hay economías de todo tipo», no acostumbran a ser la opción preferente entre este colectivo.. Pisos deteriorados y necesitados de reformas. La necesidad de disponer de alternativas más asequibles provoca también que muchas de las viviendas a las que acceden los universitarios presenten defectos notables. Humedades, muebles antiguos, falta de luz o enseres de menor calidad son deficiencias habituales en unos pisos que, aún así, permanecen escasas horas en el mercado por la elevadísima demanda.. «Nos han llegado a enseñar pisos que eran auténticas barbaridades», dice a EFE Yoha Romero, estudiante de Economía en la USC, que relata anécdotas que incluyen baños sin puertas o retretes donde es imposible sentarse por la falta de espacio.. Todo ello, lamenta, a unos «precios altísimos para lo que se ofrece», lo que provoca que aquellos que encuentran viviendas en buenas condiciones no las liberen. «Todo lo que sale a mercado lo hace en malas condiciones», remarca Romero, que está en búsqueda de un piso junto a dos compañeros más.. Ante esta tesitura, son habituales los testimonios de estudiantes que optan por algo impensable hace apenas unos años: mudarse a las localidades de la periferia, a Ames o Teo, a escasos 15 minutos en coche, pero donde las opciones de transporte público son limitadas.. Un problema común a toda Galicia. La situación es extrapolable a otras urbes gallegas, especialmente A Coruña y Vigo, aunque sea Compostela la que la padece en mayor medida por el elevado peso que tiene la población universitaria entre el total de habitantes de la ciudad.
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