El bombero del Parque Sur de València Jorge Ondo, que fue movilizado la noche del 29 de octubre de 2024 y actuó en las emergencias los días posteriores, asegura que lo que más le impactó de la dana fue «el amanecer del día siguiente, con la gente deambulando sin rumbo y coches amontonados por cualquier parte».
Así lo asegura en una entrevista con EFE cuando se va a cumplir un año de la dana, en la que detalla que supo que le iban a movilizar cuando empezó a ver imágenes de lo que estaba pasando, y de hecho le llamaron para que fuese al parque, al que pudo llegar ya avanzada la noche por los problemas que encontró en la V-30 y en Picanya.
«Me asignaron para ir a Horno Alcedo -una de las tres pedanías afectadas de València-. Había dos grupos, uno para el abordaje del pueblo y el mío que íbamos en embarcaciones hinchables, que van a remo. Antes de llegar,ya estaba todo anegado», señala Ondo, cuyo equipo, con dos buceadores y otro bombero fue movilizado para rescates acuáticos en superficie.
«Nos llamaron para el rescate de una chica que estaba en la gasolinera de Horno Alcedo con otra mujer. He pasado por ahí mil veces y resulta dantesco».
Tardaron mucho tiempo en llegar porque de camino fueron encontraron «gente en coches, enganchadas, en las en farolas, sobre azoteas», e incluso un camionero que estaba durmiendo y cuando se despertó estaba rodeado de agua y no podía salir.
A las personas que iban rescatando las llevaron a un concesionario de coches que tenía una primera altura para que estuvieran a las fueron transfiriendo a Policía Local.
Recuerda la enorme dificultad de los desplazamientos por la extraordinaria fuerza de la corriente al entrar en la V-31, que hizo incluso que en un momento «se perdiera el manejo de la embarcación», aunque una vez llegaron a la zona de los concesionarios pudieron recuperar el control de la barca.
Cuenta que los rescates de esa noche fueron «complicados» y había «riesgo», pero están «adiestrados y preparados» para ese tipo de situaciones.
«Cuando se hizo de día y vimos lo que había, nos pegó un bajón brutal; vimos la magnitud de la tragedia y la realidad de lo que pasaba», cuenta Ondo, que al día siguiente sobre las 6 horas fue enviado al Puesto de Mando Avanzado (PMA) ubicado en el puente de la pedanía de La Torre.
Recuerda que ya no había agua, solo barro, y en una rotonda de La Torre «había cuatro coches, uno encima de otro»; también encontraron coches en los árboles, farolas y tapando patios: «parecía una broma, no podía ser real».
«Lo que más me impactó fue al amanecer en La Torre ver a toda la gente deambulando sin rumbo, con la cara desencajada, que buscaban a familiares y seres queridos y coches amontonados, fue una desesperación», parecía «un ataque zombi».
«Pedían ayuda, preguntaban si venía más agua; era algo un poco fuera de control. Esa situación nos sobrepasó, nos llamó la atención y nos desencajó», añade.
Durante los 20 días siguientes formó parte de un grupo de rescate acuático que peinó el río en la zona de la V-30 y la Albufera, al principio desde Manises hasta Pinedo, «buscando desaparecidos y posibles víctimas» y luego, en todo el lago.
«De manera simultánea, dimos apoyo a la ONG de bomberos y la zona de Sedaví y Alfafar y lo que nos compete como bomberos municipales, ayudando a la gente por ascensores inutilizados, garajes completamente inundados y achicando agua», detalla.
La dana nos ha hecho mejores
Afirma que la dana ha enseñado a «ser mejores personas», a «tener un poquito más de humanidad y sobre todo, pensar que nos puede tocar», por lo que «tenemos que ser más responsables y más consecuentes con nuestros actos».
Pero sobre todo, destaca que «hay que ser más cautos» y como prevención, hay que «hacer mucho más caso a la información que llega».
«A nivel nacional hemos aprendido todos un poco; cada uno tiene que estar en su sitio, en lo que le compete», concluye.
Jorge Ondo estuvo destinado en Horno de Alcedo (Valencia)
El bombero del Parque Sur de València Jorge Ondo, que fue movilizado la noche del 29 de octubre de 2024 y actuó en las emergencias los días posteriores, asegura que lo que más le impactó de la dana fue «el amanecer del día siguiente, con la gente deambulando sin rumbo y coches amontonados por cualquier parte».
Así lo asegura en una entrevista con EFE cuando se va a cumplir un año de la dana, en la que detalla que supo que le iban a movilizar cuando empezó a ver imágenes de lo que estaba pasando, y de hecho le llamaron para que fuese al parque, al que pudo llegar ya avanzada la noche por los problemas que encontró en la V-30 y en Picanya.
«Me asignaron para ir a Horno Alcedo -una de las tres pedanías afectadas de València-. Había dos grupos, uno para el abordaje del pueblo y el mío que íbamos en embarcaciones hinchables, que van a remo. Antes de llegar,ya estaba todo anegado», señala Ondo, cuyo equipo, con dos buceadores y otro bombero fue movilizado para rescates acuáticos en superficie.
«Nos llamaron para el rescate de una chica que estaba en la gasolinera de Horno Alcedo con otra mujer. He pasado por ahí mil veces y resulta dantesco».
Tardaron mucho tiempo en llegar porque de camino fueron encontraron «gente en coches, enganchadas, en las en farolas, sobre azoteas», e incluso un camionero que estaba durmiendo y cuando se despertó estaba rodeado de agua y no podía salir.
A las personas que iban rescatando las llevaron a un concesionario de coches que tenía una primera altura para que estuvieran a las fueron transfiriendo a Policía Local.
Recuerda la enorme dificultad de los desplazamientos por la extraordinaria fuerza de la corriente al entrar en la V-31, que hizo incluso que en un momento «se perdiera el manejo de la embarcación», aunque una vez llegaron a la zona de los concesionarios pudieron recuperar el control de la barca.
Cuenta que los rescates de esa noche fueron «complicados» y había «riesgo», pero están «adiestrados y preparados» para ese tipo de situaciones.
«Cuando se hizo de día y vimos lo que había, nos pegó un bajón brutal; vimos la magnitud de la tragedia y la realidad de lo que pasaba», cuenta Ondo, que al día siguiente sobre las 6 horas fue enviado al Puesto de Mando Avanzado (PMA) ubicado en el puente de la pedanía de La Torre.
Recuerda que ya no había agua, solo barro, y en una rotonda de La Torre «había cuatro coches, uno encima de otro»; también encontraron coches en los árboles, farolas y tapando patios: «parecía una broma, no podía ser real».
«Lo que más me impactó fue al amanecer en La Torre ver a toda la gente deambulando sin rumbo, con la cara desencajada, que buscaban a familiares y seres queridos y coches amontonados, fue una desesperación», parecía «un ataque zombi».
«Pedían ayuda, preguntaban si venía más agua; era algo un poco fuera de control. Esa situación nos sobrepasó, nos llamó la atención y nos desencajó», añade.
Durante los 20 días siguientes formó parte de un grupo de rescate acuático que peinó el río en la zona de la V-30 y la Albufera, al principio desde Manises hasta Pinedo, «buscando desaparecidos y posibles víctimas» y luego, en todo el lago.
«De manera simultánea, dimos apoyo a la ONG de bomberos y la zona de Sedaví y Alfafar y lo que nos compete como bomberos municipales, ayudando a la gente por ascensores inutilizados, garajes completamente inundados y achicando agua», detalla.
La dana nos ha hecho mejores
Afirma que la dana ha enseñado a «ser mejores personas», a «tener un poquito más de humanidad y sobre todo, pensar que nos puede tocar», por lo que «tenemos que ser más responsables y más consecuentes con nuestros actos».
Pero sobre todo, destaca que «hay que ser más cautos» y como prevención, hay que «hacer mucho más caso a la información que llega».
«A nivel nacional hemos aprendido todos un poco; cada uno tiene que estar en su sitio, en lo que le compete», concluye.
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