La Ría de Arousa es uno de esos diminutos brazos de mar que, en Galicia, salpican la costa adentrándose, aquí y allá, en el interior. Lugares resguardados que, enfatizan las malas lenguas, hicieron el agosto para traficantes y maleantes; pero lugares difíciles de igualar, a fin de cuentas.. Basta, para ello, un rápido vistazo a la parroquia de Santiago de Carril, donde el mar transcurre casi siempre limpio, tanto que su tono transita de ese azul oscuro del Atlántico a un turquesa impropio de estos lares, conocidos, en última instancia, por el cultivo del marisco, en concreto de la almeja, que configura una de las fiestas gastronómicas más populares de Galicia.. Carril se fundó como villa a comienzos del siglo XVI y en 1512 ya tenía puerto; uno de los más importantes de la región hacia 1750. Para comprender su peso en esa época basta un dato: en 1814 fue autorizado para embarque y desembarque con América.. Su cercanía con Santiago provocó que durante muchos años esta dársena fuese considerada como el puerto de la capital gallega. Una relación reforzada por el ferrocarril cuando, el 15 de septiembre de 1873 se inauguraba el primer tramo ferroviario de Galicia uniendo las localidades de Carril y Conxo (hoy ya Santiago).. Carril tenía entonces un peso mucho mayor que el de Vilagarcía. Situación que se fue invirtiendo a lo largo del siglo XX, principalmente con la ampliación del ferrocarril que provocó el traslado de la estación de referencia hasta la villa, quedándose Carril como apeadero.. La antigua estación terminará por albergar el Museo del Ferrocarril, una de las visitas inexcusables. El recinto ofrece un trayecto hacia el pasado acompañado de maquetas, paneles, proyecciones y juegos interactivos. Un espacio en el que tampoco faltan las reproducciones de trenes a distintas escalas.. La almeja. Pero más allá del tren y de la historia, si algo se respira en Carril es cultura marinera. En un entorno único, frente a otra isla, la de Cortegada, se suman siglos de tradición, de quehaceres y relatos vinculados con ese mar que hoy, sin ir más lejos, da trabajo a 650 familias en el pueblo, empleadas todas ellas en los parques de cultivo de la almeja.. Este bivalvo ha llegado a convertirse en el principal motor económico de Carril y uno de los más importantes de Vilagarcía de Arousa. Los ‘parquistas’ -así se les conoce a los trabajadores de los parques de cultivo- cuidan allí de la mejor selección de semillas que deriva en una almeja única, beneficiada en su crianza por la confluencia del río Ulla con el agua del mar, que propicia un ecosistema muy rico para alimentación de estos bivalvos.. Porque, huelga decirlo, Carril no se entendería sin su almeja, por derecho propio el habitante más celebre de la antigua villa. La ría, ahí en Arousa, ofrece infinitud de bateas, esas construcciones que salpican el agua y en las que crece el mejillón; o alumbra, también, berberechos y navajas.. La fiesta de la almeja. Pero nada que ver con la almeja de Carril, la almeja fina o Ruditapes decussatus, de mayor calidad y sabor y, también, con un mayor instinto de supervivencia: es la que más tiempo aguanta viva fuera del agua, lo que favorece su comercialización disparando su valor en el mercado.. Una fama que se extiende más allá de Galicia y que ha derivado en una de las fiestas gastronómicas por excelencia. Desde 1991, a finales de agosto -en concreto, el domingo siguiente al 16 de agosto, festividad de San Roque, patrón de Vilagarcía de Arousa- Carril se engalana para celebrar su Fiesta de la Almeja.. Más allá del deleite gastronómico, los aficionados a la cocina tienen aquí la oportunidad de participar en un concurso en el que se premian las mejores recetas con la almeja como ingrediente principal. Una prueba en la que se entregan las Almejas de Oro, de Plata y los galardones al ‘parquista’ más joven y al ‘parquista’ de honor.. Durante un fin de semana puede degustarse la almeja criada en los arenales de Carril en las más variadas preparaciones, pero especialmente a la marinera y acompañada de vino albariño.. La fiesta se celebra en la Alameda, junto a la lonja y con vistas a la isla de Cortegada -que se puede visitar aprovechando el viaje-, integrada en el Parque Nacional das Illas Atlánticas.. Una almeja que ofrece, también, otro tipo de planes, como los talleres de marisqueo en grupo, puestos en marcha por la Asociación de Mariscadoras Amarcarril.. Desarrollados en diversos parques de cultivo, estos talleres muestran, de una manera práctica y directa, las distintas labores del marisqueo: extracción de ejemplares, las artes y su manejo, la gestión de tallas, las especies, depredadores y demás labores técnicas empleadas en la fase de cultivo y extracción de los mariscos.
Este bibalvo aguanta más tiempo vivo fuera del agua, lo que favorece su comercialización y dispara su valor en el mercado
La Ría de Arousa es uno de esos diminutos brazos de mar que, en Galicia, salpican la costa adentrándose, aquí y allá, en el interior. Lugares resguardados que, enfatizan las malas lenguas, hicieron el agosto para traficantes y maleantes; pero lugares difíciles de igualar, a fin de cuentas.. Basta, para ello, un rápido vistazo a la parroquia de Santiago de Carril, donde el mar transcurre casi siempre limpio, tanto que su tono transita de ese azul oscuro del Atlántico a un turquesa impropio de estos lares, conocidos, en última instancia, por el cultivo del marisco, en concreto de la almeja, que configura una de las fiestas gastronómicas más populares de Galicia.. Carril se fundó como villa a comienzos del siglo XVI y en 1512 ya tenía puerto; uno de los más importantes de la región hacia 1750. Para comprender su peso en esa época basta un dato: en 1814 fue autorizado para embarque y desembarque con América.. Su cercanía con Santiago provocó que durante muchos años esta dársena fuese considerada como el puerto de la capital gallega. Una relación reforzada por el ferrocarril cuando, el 15 de septiembre de 1873 se inauguraba el primer tramo ferroviario de Galicia uniendo las localidades de Carril y Conxo (hoy ya Santiago).. Carril tenía entonces un peso mucho mayor que el de Vilagarcía. Situación que se fue invirtiendo a lo largo del siglo XX, principalmente con la ampliación del ferrocarril que provocó el traslado de la estación de referencia hasta la villa, quedándose Carril como apeadero.. La antigua estación terminará por albergar el Museo del Ferrocarril, una de las visitas inexcusables. El recinto ofrece un trayecto hacia el pasado acompañado de maquetas, paneles, proyecciones y juegos interactivos. Un espacio en el que tampoco faltan las reproducciones de trenes a distintas escalas.. La almeja. Pero más allá del tren y de la historia, si algo se respira en Carril es cultura marinera. En un entorno único, frente a otra isla, la de Cortegada, se suman siglos de tradición, de quehaceres y relatos vinculados con ese mar que hoy, sin ir más lejos, da trabajo a 650 familias en el pueblo, empleadas todas ellas en los parques de cultivo de la almeja.. Este bivalvo ha llegado a convertirse en el principal motor económico de Carril y uno de los más importantes de Vilagarcía de Arousa. Los ‘parquistas’ -así se les conoce a los trabajadores de los parques de cultivo- cuidan allí de la mejor selección de semillas que deriva en una almeja única, beneficiada en su crianza por la confluencia del río Ulla con el agua del mar, que propicia un ecosistema muy rico para alimentación de estos bivalvos.. Porque, huelga decirlo, Carril no se entendería sin su almeja, por derecho propio el habitante más celebre de la antigua villa. La ría, ahí en Arousa, ofrece infinitud de bateas, esas construcciones que salpican el agua y en las que crece el mejillón; o alumbra, también, berberechos y navajas.. La fiesta de la almeja. Pero nada que ver con la almeja de Carril, la almeja fina o Ruditapes decussatus, de mayor calidad y sabor y, también, con un mayor instinto de supervivencia: es la que más tiempo aguanta viva fuera del agua, lo que favorece su comercialización disparando su valor en el mercado.. Una fama que se extiende más allá de Galicia y que ha derivado en una de las fiestas gastronómicas por excelencia. Desde 1991, a finales de agosto -en concreto, el domingo siguiente al 16 de agosto, festividad de San Roque, patrón de Vilagarcía de Arousa- Carril se engalana para celebrar su Fiesta de la Almeja.. Más allá del deleite gastronómico, los aficionados a la cocina tienen aquí la oportunidad de participar en un concurso en el que se premian las mejores recetas con la almeja como ingrediente principal. Una prueba en la que se entregan las Almejas de Oro, de Plata y los galardones al ‘parquista’ más joven y al ‘parquista’ de honor.. Durante un fin de semana puede degustarse la almeja criada en los arenales de Carril en las más variadas preparaciones, pero especialmente a la marinera y acompañada de vino albariño.. La fiesta se celebra en la Alameda, junto a la lonja y con vistas a la isla de Cortegada -que se puede visitar aprovechando el viaje-, integrada en el Parque Nacional das Illas Atlánticas.. Una almeja que ofrece, también, otro tipo de planes, como los talleres de marisqueo en grupo, puestos en marcha por la Asociación de Mariscadoras Amarcarril.. Desarrollados en diversos parques de cultivo, estos talleres muestran, de una manera práctica y directa, las distintas labores del marisqueo: extracción de ejemplares, las artes y su manejo, la gestión de tallas, las especies, depredadores y demás labores técnicas empleadas en la fase de cultivo y extracción de los mariscos.
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