En el corazón de la Serra dos Ancares, en el municipio de Cervantes (Lugo), se alza el Castillo de Doiras, una fortaleza del siglo XV rodeada de misterio, historia y naturaleza. Pero más allá de sus imponentes muros de piedra y su estratégica ubicación, este castillo guarda una de las leyendas más fascinantes de Galicia: la trágica historia de Aldara, la doncella cierva.. El Castillo de Doiras, también conocido como Castillo de la Ponte de Doiras o Castillo da Ferrería, se sitúa sobre un promontorio rocoso a 747 metros de altitud, entre los valles del Rego de Vilarello y el Rego de Riamonte. Su ubicación, rodeada de laderas escarpadas, le otorgaba condiciones defensivas casi inexpugnables, convirtiéndolo en una fortaleza ideal para el control del territorio.. Construido en el siglo XV, posiblemente sobre un antiguo asentamiento castrexo, el castillo cuenta con una base rectangular de 25 metros de largo por 20 de ancho, muros de mampostería de pizarra de hasta 8 metros de altura y una majestuosa torre del homenaje de 14 metros.. En su interior, conserva dependencias menores y un aljibe cubierto por una bóveda. El enclave, cercano a antiguas rutas de comunicación como la Vía XIX y el Camino de Santiago, le otorgaba una importancia estratégica en la región.. La trágica leyenda de Aldara, la mujer cierva. Pero si algo ha inmortalizado al Castillo de Doiras en la memoria popular, es la leyenda de Aldara. Esta historia, envuelta en misterio y dramatismo, ha sido transmitida a lo largo de generaciones, dejando huella en el imaginario gallego.. Se dice que Aldara, una hermosa joven que vivía en el castillo con su padre Froiaz y su hermano Egas, estaba prometida a Aras, el hijo de un señor de un castillo vecino. La boda parecía inminente, pero un día Aldara desapareció sin dejar rastro. Su padre y su hermano, junto con criados y vecinos, buscaron por los bosques y montes cercanos sin éxito. Se pensó que la joven habría sido víctima de algún animal salvaje, como un lobo o un oso, y poco a poco, la tragedia fue asumida.. Sin embargo, el tiempo revelaría un giro macabro en el destino de Aldara. Años después, en un día de nieve, su hermano Egas salió a cazar. En el bosque, se encontró con una cierva blanca, de una belleza tan extraordinaria que parecía una visión. Egas, emocionado, disparó su flecha, hiriendo de muerte al animal. Al no poder cargar con la cierva entera, decidió cortar una de sus patas delanteras como prueba de su hazaña.. Al regresar al castillo, Egas mostró el trofeo a su padre. Pero lo que sacó de su zurrón no fue una pata de cierva, sino una mano humana: una mano blanca y delicada, con un anillo familiar que ambos reconocieron al instante. Era el anillo que llevaba Aldara cuando desapareció.. orrorizados, padre e hijo regresaron al lugar de la cacería y encontraron el cuerpo sin vida de Aldara, herida en el pecho y sin la mano que había sido cortada. La joven había sido víctima de un hechizo, condenada a vagar convertida en una cierva blanca, hasta que la fatal flecha de su hermano puso fin a su vida.. La tradición y su simbolismo. La leyenda de Aldara, como muchas otras de la mitología gallega, refleja temas como la transformación mágica, el vínculo con la naturaleza y la tragedia familiar. La figura de la cierva blanca es recurrente en el folclore celta y simboliza la pureza, el misterio y lo sobrenatural. Esta historia, además, enlaza con otras leyendas europeas donde los animales salvajes son en realidad seres encantados, condenados por algún hechizo o maldición.. El Castillo de Doiras, con su ubicación aislada entre montañas y bosques, refuerza la atmósfera de misterio que rodea la leyenda. Las nieblas de la Serra dos Ancares parecen custodiar esta historia, como si Aldara aún vagara por los alrededores, esperando ser liberada de su trágico destino.. En la actualidad, el Castillo de Doiras sigue siendo un símbolo del patrimonio gallego y un lugar de visita imprescindible para los amantes de la historia y las leyendas. Propiedad del Concello de Cervantes y la Deputación de Lugo desde 2024, la fortaleza es un testimonio del paso del tiempo y de las historias que han marcado la identidad de la región.
Con una torre del homenaje de 14 metros, el relato de la fortaleza se extiende en el tiempo a través de Aldara, una hermosa joven que vivía allí con su familia
En el corazón de la Serra dos Ancares, en el municipio de Cervantes (Lugo), se alza el Castillo de Doiras, una fortaleza del siglo XV rodeada de misterio, historia y naturaleza. Pero más allá de sus imponentes muros de piedra y su estratégica ubicación, este castillo guarda una de las leyendas más fascinantes de Galicia: la trágica historia de Aldara, la doncella cierva.. El Castillo de Doiras, también conocido como Castillo de la Ponte de Doiras o Castillo da Ferrería, se sitúa sobre un promontorio rocoso a 747 metros de altitud, entre los valles del Rego de Vilarello y el Rego de Riamonte. Su ubicación, rodeada de laderas escarpadas, le otorgaba condiciones defensivas casi inexpugnables, convirtiéndolo en una fortaleza ideal para el control del territorio.. Construido en el siglo XV, posiblemente sobre un antiguo asentamiento castrexo, el castillo cuenta con una base rectangular de 25 metros de largo por 20 de ancho, muros de mampostería de pizarra de hasta 8 metros de altura y una majestuosa torre del homenaje de 14 metros.. En su interior, conserva dependencias menores y un aljibe cubierto por una bóveda. El enclave, cercano a antiguas rutas de comunicación como la Vía XIX y el Camino de Santiago, le otorgaba una importancia estratégica en la región.. La trágica leyenda de Aldara, la mujer cierva. Pero si algo ha inmortalizado al Castillo de Doiras en la memoria popular, es la leyenda de Aldara. Esta historia, envuelta en misterio y dramatismo, ha sido transmitida a lo largo de generaciones, dejando huella en el imaginario gallego.. Se dice que Aldara, una hermosa joven que vivía en el castillo con su padre Froiaz y su hermano Egas, estaba prometida a Aras, el hijo de un señor de un castillo vecino. La boda parecía inminente, pero un día Aldara desapareció sin dejar rastro. Su padre y su hermano, junto con criados y vecinos, buscaron por los bosques y montes cercanos sin éxito. Se pensó que la joven habría sido víctima de algún animal salvaje, como un lobo o un oso, y poco a poco, la tragedia fue asumida.. Sin embargo, el tiempo revelaría un giro macabro en el destino de Aldara. Años después, en un día de nieve, su hermano Egas salió a cazar. En el bosque, se encontró con una cierva blanca, de una belleza tan extraordinaria que parecía una visión. Egas, emocionado, disparó su flecha, hiriendo de muerte al animal. Al no poder cargar con la cierva entera, decidió cortar una de sus patas delanteras como prueba de su hazaña.. Al regresar al castillo, Egas mostró el trofeo a su padre. Pero lo que sacó de su zurrón no fue una pata de cierva, sino una mano humana: una mano blanca y delicada, con un anillo familiar que ambos reconocieron al instante. Era el anillo que llevaba Aldara cuando desapareció.. orrorizados, padre e hijo regresaron al lugar de la cacería y encontraron el cuerpo sin vida de Aldara, herida en el pecho y sin la mano que había sido cortada. La joven había sido víctima de un hechizo, condenada a vagar convertida en una cierva blanca, hasta que la fatal flecha de su hermano puso fin a su vida.. La tradición y su simbolismo. La leyenda de Aldara, como muchas otras de la mitología gallega, refleja temas como la transformación mágica, el vínculo con la naturaleza y la tragedia familiar. La figura de la cierva blanca es recurrente en el folclore celta y simboliza la pureza, el misterio y lo sobrenatural. Esta historia, además, enlaza con otras leyendas europeas donde los animales salvajes son en realidad seres encantados, condenados por algún hechizo o maldición.. El Castillo de Doiras, con su ubicación aislada entre montañas y bosques, refuerza la atmósfera de misterio que rodea la leyenda. Las nieblas de la Serra dos Ancares parecen custodiar esta historia, como si Aldara aún vagara por los alrededores, esperando ser liberada de su trágico destino.. En la actualidad, el Castillo de Doiras sigue siendo un símbolo del patrimonio gallego y un lugar de visita imprescindible para los amantes de la historia y las leyendas. Propiedad del Concello de Cervantes y la Deputación de Lugo desde 2024, la fortaleza es un testimonio del paso del tiempo y de las historias que han marcado la identidad de la región.
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