La forma en la que dormimos actualmente dista mucho de cómo lo hacían nuestros antepasados. Descansar ocho horas de un tirón no era lo habitual en la Edad Media o en la época del Imperio Romano. En su lugar, la noche se dividía en dos partes, con un primer y un segundo sueño, que con la llegada de la Revolución Industrial y la aparición de la iluminación artificial se perdió.. Darren Rhodes, profesor de Psicología Cognitiva y director del Laboratorio de Cognición Temporal Ambiental de la Universidad de Keele (Reino Unido), explica en un artículo en The Conversation cómo durante la mayor parte de la historia de la humanidad las personas solían dormir en dos turnos cada noche.. Cada una de estas fases duraba varias horas, indica Rhodes, separadas por un período de vigilia de una hora o más en mitad de la noche. Así, constan registros históricos de Europa, África, Asia y otros lugares que «describen cómo, tras la puesta del sol, las familias se acostaban temprano, se despertaban alrededor de la medianoche y luego volvían a dormir hasta el amanecer».. Este intervalo durante la medianoche se aprovechaba «para realizar tareas domésticas como avivar el fuego o cuidar de los animales», mientras que otras «permanecían en la cama para rezar o reflexionar sobre los sueños que acababan de tener», así como para «leer, escribir o conversar tranquilamente con familiares o vecinos». «Muchas parejas aprovechaban este despertar nocturno para la intimidad», añade este experto.. Esa noche dividida en dos turnos ya aparece mencionada en la literatura de la época del poeta griego Homero o el poeta romano Virgilio, donde se hacía referencia a una «hora que pone fin al primer sueño».. Sin embargo, con la llegada de la iluminación artificial en los siglos XVIII y XIX, y la Revolución Industrial, el segundo sueño desapareció. «Primero las lámparas de aceite, luego el alumbrado de gas y, finalmente, la luz eléctrica, comenzaron a convertir la noche en un tiempo de vigilia más aprovechable. En lugar de acostarse poco después del atardecer, la gente empezó a quedarse despierta hasta más tarde, iluminada por las lámparas», aclara Rhodes.. La luz durante la noche comenzó a alterar los ritmos circadianos y a hacer que el cuerpo humano fuera menos propenso a despertarse tras unas pocas horas de sueño que se consolidó con la Revolución Industrial, que «transformó no solo la forma en que las personas trabajaban, sino también la forma en que dormían».. En este sentido, los horarios de las fábricas «fomentaban un único bloque de descanso», y a principios del siglo XX, la idea de dormir ocho horas de forma ininterrumpida ya había reemplazado el hábito antiguo de los dos periodos de sueño.. Ello no implica que todavía a día de hoy haya personas que se despierte sin motivo alguno durante la madrugada. Rhodes apunta que «los despertares breves son normales y suelen ocurrir durante las transiciones entre las distintas fases del sueño, como cerca de la fase REM, asociada a sueños vívidos».. Sobre cómo actuar en ese periodo de insomnio, el profesor señala que la terapia cognitivo-conductual «aconseja levantarse de la cama tras unos 20 minutos despierto, realizar una actividad tranquila con luz tenue, como leer, y volver cuando tengas sueño».. Otra técnica que sugieren los expertos en sueño es «tapar el reloj y dejar de medir el tiempo cuando tienes dificultades para dormir. Una aceptación serena del estado de vigilia, junto con la comprensión de cómo nuestra mente percibe el tiempo, puede ser la forma más segura de volver a descansar», concluye.
En la época de la Grecia antigua o el Imperio Romano, lo habitual era que la noche estuviese dividida en dos partes.
La forma en la que dormimos actualmente dista mucho de cómo lo hacían nuestros antepasados. Descansar ocho horas de un tirón no era lo habitual en la Edad Media o en la época del Imperio Romano. En su lugar, la noche se dividía en dos partes, con un primer y un segundo sueño, que con la llegada de la Revolución Industrial y la aparición de la iluminación artificial se perdió.. Darren Rhodes, profesor de Psicología Cognitiva y director del Laboratorio de Cognición Temporal Ambiental de la Universidad de Keele (Reino Unido), explica en un artículo en The Conversation cómo durante la mayor parte de la historia de la humanidad las personas solían dormir en dos turnos cada noche.. Cada una de estas fases duraba varias horas, indica Rhodes, separadas por un período de vigilia de una hora o más en mitad de la noche. Así, constan registros históricos de Europa, África, Asia y otros lugares que «describen cómo, tras la puesta del sol, las familias se acostaban temprano, se despertaban alrededor de la medianoche y luego volvían a dormir hasta el amanecer».. Este intervalo durante la medianoche se aprovechaba «para realizar tareas domésticas como avivar el fuego o cuidar de los animales», mientras que otras «permanecían en la cama para rezar o reflexionar sobre los sueños que acababan de tener», así como para «leer, escribir o conversar tranquilamente con familiares o vecinos». «Muchas parejas aprovechaban este despertar nocturno para la intimidad», añade este experto.. Esa noche dividida en dos turnos ya aparece mencionada en la literatura de la época del poeta griego Homero o el poeta romano Virgilio, donde se hacía referencia a una «hora que pone fin al primer sueño».. Sin embargo, con la llegada de la iluminación artificial en los siglos XVIII y XIX, y la Revolución Industrial, el segundo sueño desapareció. «Primero las lámparas de aceite, luego el alumbrado de gas y, finalmente, la luz eléctrica, comenzaron a convertir la noche en un tiempo de vigilia más aprovechable. En lugar de acostarse poco después del atardecer, la gente empezó a quedarse despierta hasta más tarde, iluminada por las lámparas», aclara Rhodes.. La luz durante la noche comenzó a alterar los ritmos circadianos y a hacer que el cuerpo humano fuera menos propenso a despertarse tras unas pocas horas de sueño que se consolidó con la Revolución Industrial, que «transformó no solo la forma en que las personas trabajaban, sino también la forma en que dormían».. En este sentido, los horarios de las fábricas «fomentaban un único bloque de descanso», y a principios del siglo XX, la idea de dormir ocho horas de forma ininterrumpida ya había reemplazado el hábito antiguo de los dos periodos de sueño.. Ello no implica que todavía a día de hoy haya personas que se despierte sin motivo alguno durante la madrugada. Rhodes apunta que «los despertares breves son normales y suelen ocurrir durante las transiciones entre las distintas fases del sueño, como cerca de la fase REM, asociada a sueños vívidos».. Sobre cómo actuar en ese periodo de insomnio, el profesor señala que la terapia cognitivo-conductual «aconseja levantarse de la cama tras unos 20 minutos despierto, realizar una actividad tranquila con luz tenue, como leer, y volver cuando tengas sueño».. Otra técnica que sugieren los expertos en sueño es «tapar el reloj y dejar de medir el tiempo cuando tienes dificultades para dormir. Una aceptación serena del estado de vigilia, junto con la comprensión de cómo nuestra mente percibe el tiempo, puede ser la forma más segura de volver a descansar», concluye.
