Ya no se dirá más “conectamos con Guadalix de la Sierra». Gran Hermano entra en su edición número 20 estrenando nueva casa, en Tres Cantos. El programa que inauguró el viaje sin retorno a la tele-realidad que, ahora, llevamos en nuestro bolsillo, necesitaba un nuevo lugar acorde a los nuevos tiempos. Porque, hoy, el espectador ya protagoniza su propio reality desde el centro emisor que es su móvil y sus redes sociales, así que GH debía ir más allá para ofrecer una experiencia que no proporciona la viralidad.. Para diferenciarse, la tele debe reivindicar el espectáculo visual elaborado que, como público, nos permite desengrasar monotonías e imaginar otros mundos que están en este. Y el primer paso era mudarse de vivienda. La antigua no tenía demasiadas posibilidades por anchura y altura. Estaba amortizada. La nueva, en cambio, es bastante más amplia, lo que ha permitido bajar aún más las cámaras para que estén a la altura de los ojos de los concursantes. Antes si lo hacían se desvelaba un claustrofóbico techo.. Lejos queda cuando en GH1 observábamos el reality como si fueran cámaras de videovigilancia. Con los años la evolución técnica incluso ha permitido quitar el grueso del laberinto de cámaras detrás de espejos para optar por objetivos robotizados que nos acercan con más proximidad a lo que acontece en el interior.. En esta edición, las cámaras pasan de 63 a 85. Más espacios para vivir, más cámaras para mostrar ‘la vida en directo’. Pero también las estancias están organizadas de otra manera que moviliza la convivencia. Adiós a la mesa gigante de comedor que era poco práctica para el día a día. La cocina cuenta con mesas más pequeñas para la conversación en confianza y en confidencia. También hay dos cuartos de tocadores, pues las personas que se suelen presentar a estos concursos pasan mucho tiempo retocándose para el vídeo de TikTok. En este caso, para las galas del programa. Se han embellecido los rincones donde surge la murmuración que ocupa tanto tiempo en un concurso de estas características. Además se incorpora un gimnasio. GH ya hace tiempo que necesita más acciones que estar tirados en el sofá: la gente quiere programas en los que sucedan situaciones, hay que realizar actividades y juegos para ser televisivamente interesantes y que los conflictos surjan de motivaciones realistas. No que solo sean ruido fruto de los roces del aburrimiento.. En ese sentido, la casa, como el buen decorado de un buen show o una buena sitcom, cuenta con muchas entradas y salidas para animar situaciones inesperadas. Las mismas habitaciones están comunicadas visualmente: los tocadores, el gimnasio, el salón… a través de persianas venecianas, celosías y cristaleras se cuela la luz. Y la curiosidad, también. Lo que favorece la trama y, a la vez, propicia que la casa de Gran Hermano sea un lugar más bonito de ver. No es una cárcel. Las habitaciones transmiten tener ventanales a lugares que el público puede imaginar a su antojo, ya no son un cubículo agobiante como antes.. De hecho, el decorado, con mucha madera, plantas y color, remite más a un resort donde pasar las vacaciones. Es la otra clave que impulsa el éxito de formatos como La isla de las tentaciones. Los realities de la actualidad requieren la posibilidad de mostrar un universo aspiracional en el ojo de la audiencia. El espectador agradece que le trasladen más allá de la rutina. Eso siempre ha sido la tele que nos hizo amar la tele: que la sociedad mitifique los lugares, no los vea como decorados intercambiables. Y eso se consigue invirtiendo en iconografía. No es baladí que, por tanto, en esta edición una habitación tenga tapizada en la pared una langosta gigante y la otra unos pavos reales.. A través de nuestro móvil asistimos a un debate incendiario constante, que nos ha arrastrado el modo de uso de algunas redes sociales. Como consecuencia, la audiencia más generalista agradece una tele que nos reúna desde las emociones cotidianas que hace más grande el humor. Y ahí, también, el buen reality se hace fuerte: el que es como una serie en la que se enamoran, en la que se arrebatan, pero también en la se relativizan con la inteligencia de la risa. ¿Lo conseguirá el casting? De momento, la casa es una escenografía luminosa para que corra más aire que oscuridad. Falta nos hace.
La productora Zeppelin ha construido una nueva casa, a tono con los nuevos tiempos, para el reality más emblemático de Telecinco.
20MINUTOS.ES – Televisión
Ya no se dirá más “conectamos con Guadalix de la Sierra». Gran Hermano entra en su edición número 20 estrenando nueva casa, en Tres Cantos. El programa que inauguró el viaje sin retorno a la tele-realidad que, ahora, llevamos en nuestro bolsillo, necesitaba un nuevo lugar acorde a los nuevos tiempos. Porque, hoy, el espectador ya protagoniza su propio reality desde el centro emisor que es su móvil y sus redes sociales, así que GH debía ir más allá para ofrecer una experiencia que no proporciona la viralidad.. Para diferenciarse, la tele debe reivindicar el espectáculo visual elaborado que, como público, nos permite desengrasar monotonías e imaginar otros mundos que están en este. Y el primer paso era mudarse de vivienda. La antigua no tenía demasiadas posibilidades por anchura y altura. Estaba amortizada. La nueva, en cambio, es bastante más amplia, lo que ha permitido bajar aún más las cámaras para que estén a la altura de los ojos de los concursantes. Antes si lo hacían se desvelaba un claustrofóbico techo.. Lejos queda cuando en GH1 observábamos el reality como si fueran cámaras de videovigilancia. Con los años la evolución técnica incluso ha permitido quitar el grueso del laberinto de cámaras detrás de espejos para optar por objetivos robotizados que nos acercan con más proximidad a lo que acontece en el interior.. En esta edición, las cámaras pasan de 63 a 85. Más espacios para vivir, más cámaras para mostrar ‘la vida en directo’. Pero también las estancias están organizadas de otra manera que moviliza la convivencia. Adiós a la mesa gigante de comedor que era poco práctica para el día a día. La cocina cuenta con mesas más pequeñas para la conversación en confianza y en confidencia. También hay dos cuartos de tocadores, pues las personas que se suelen presentar a estos concursos pasan mucho tiempo retocándose para el vídeo de TikTok. En este caso, para las galas del programa. Se han embellecido los rincones donde surge la murmuración que ocupa tanto tiempo en un concurso de estas características. Además se incorpora un gimnasio. GH ya hace tiempo que necesita más acciones que estar tirados en el sofá: la gente quiere programas en los que sucedan situaciones, hay que realizar actividades y juegos para ser televisivamente interesantes y que los conflictos surjan de motivaciones realistas. No que solo sean ruido fruto de los roces del aburrimiento.. 1.150 metros cuadrados para la convivencia. 250 metros cuadrados para el plató de pruebas.. 300 metros cuadrados para el nuevo control de realización, donde las botoneras clásicas han dado paso a las pantallas táctiles.. En ese sentido, la casa, como el buen decorado de un buen show o una buena sitcom, cuenta con muchas entradas y salidas para animar situaciones inesperadas. Las mismas habitaciones están comunicadas visualmente: los tocadores, el gimnasio, el salón… a través de persianas venecianas, celosías y cristaleras se cuela la luz. Y la curiosidad, también. Lo que favorece la trama y, a la vez, propicia que la casa de Gran Hermano sea un lugar más bonito de ver. No es una cárcel. Las habitaciones transmiten tener ventanales a lugares que el público puede imaginar a su antojo, ya no son un cubículo agobiante como antes.. De hecho, el decorado, con mucha madera, plantas y color, remite más a un resort donde pasar las vacaciones. Es la otra clave que impulsa el éxito de formatos como La isla de las tentaciones. Los realities de la actualidad requieren la posibilidad de mostrar un universo aspiracional en el ojo de la audiencia. El espectador agradece que le trasladen más allá de la rutina. Eso siempre ha sido la tele que nos hizo amar la tele: que la sociedad mitifique los lugares, no los vea como decorados intercambiables. Y eso se consigue invirtiendo en iconografía. No es baladí que, por tanto, en esta edición una habitación tenga tapizada en la pared una langosta gigante y la otra unos pavos reales.. Detalle de una habitación del nuevo Gran HermanoMediaset | Enrique Cidoncha. A través de nuestro móvil asistimos a un debate incendiario constante, que nos ha arrastrado el modo de uso de algunas redes sociales. Como consecuencia, la audiencia más generalista agradece una tele que nos reúna desde las emociones cotidianas que hace más grande el humor. Y ahí, también, el buen reality se hace fuerte: el que es como una serie en la que se enamoran, en la que se arrebatan, pero también en la se relativizan con la inteligencia de la risa. ¿Lo conseguirá el casting? De momento, la casa es una escenografía luminosa para que corra más aire que oscuridad. Falta nos hace.
