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  Cultura  “Quedar a tomar un café es de tristes”: así piensan los detractores y defensores de las citas sin esfuerzo
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“Quedar a tomar un café es de tristes”: así piensan los detractores y defensores de las citas sin esfuerzo

4 de noviembre de 2025
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“El café solo lo tomo por la mañana si me he quedado a dormir”. Así de tajante responde Inma Benedito, autora de Too match es una oda al desamor con forma de libro. Un diario de citas fracasadas (PLAZA & JANES, 2025), a la pregunta de qué le parece una tendencia cada vez más extendida en el mundo de las citas: las coffee dates. El informe en el que Tinder analiza las tendencias en las quedadas románticas señala que en 2025, el 39 % de las personas solteras priorizan los encuentros carentes de alcohol, y dentro de esta preferencia, quedar para tomar un café es una de las opciones preferidas de quienes buscan pareja. Algo que no convence en absoluto a Lena Nguyen, abogada especializada en divorcios. “He visto a mujeres malgastar horas de su vida con hombres que no invierten en ellas más de lo que vale un café latte. Dicen que se trata de conocerte pero en realidad, se trata de dar algo sin dar nada en absoluto. El problema es que demasiadas mujeres lo aceptan y el estándar que se pone en la primera cita marca lo que se va exigir de la relación de ahí en adelante. Los hombres que van en serio no se plantean dar el mínimo: planean, invierten y crean experiencias porque entienden que tu tiempo vale más de lo que cuesta un café. Se lo digo siempre a mis pacientes: no se necesitan grandes gestos, pero sí que se esfuercen”, explica. “Si un hombre te invita a una coffee date, mándale una factura de 600 dólares. Eso es lo que cuesta tu tiempo, tu energía y tu presencia”, dice.. A favor de las citas espresso. Sin embargo, en los comentarios del vídeo son muchos quienes se muestran en desacuerdo con la abogada. “Cuando estaba soltera y conocía a chicos por apps, quería quedar lo más rápido posible por si no me interesaba y no quería perder el tiempo”, dice una usuaria. “No estoy de acuerdo… Las citas con café son más seguras para la mayoría de las mujeres”, dice otra. Lara Ferreiro, psicóloga experta en relaciones de pareja, coincide plenamente con quienes abrazan este tipo de citas. “Una cita para tomar un café no es vaga; sino que supone apostar por la intencionalidad sin artificios: tiempo acordado, espacio seguro y conversación profunda. He visto personas que del café han pasado al altar. Es más: no recomiendo que la primera cita sea una cena. Estoy a favor de la intencionalidad versus la parafernalia. Lo importante es conectar y el café conlleva una conversación lúdica”, asegura. “Estas citas dejan ver qué busca el otro y tienen lugar de día, en un entorno público y seguro, por lo que reduce los riesgos y la ansiedad en tantas ocasiones traen consigo las primeras citas. Creo que es el mejor cribado inicial. En estos encuentros, lo importante es la compatibilidad conversacional. Yo recomiendo que la primera cita sea de entre 45 a 60 minutos”, dice a S Moda.. Lucía es una productora de 42 años abstemia que como tal, está más que acostumbrada a este tipo de citas, aunque reconoce que muchas personas se extrañan ante la propuesta. “No es extraño que salten con el clásico: ‘¿Un café? ¡¿Y por qué no unos vinos o unas cervezas?!’, pero luego lo comprenden. Considero que estas citas son más seguras en tanto en cuanto la otra persona intuye que si quedas por la mañana, no estás buscando solo beber y sexo. La otra persona lo recibe como una invitación a conocerse poco a poco. Y estas quedadas implican que si una persona quiere quedar a las 12 de la mañana un domingo, no va a tener una resaca descomunal del sábado”, explica. “Cuando lo hablo con mis amigas me dicen que es una buena opción para conocer a alguien. Quedan un sábado por la tarde y si no les gusta la otra persona, siempre está la excusa de que han quedado para salir después con amigos”, comenta.. Citas confusas. Y es entonces cuando entra en juego esa posibilidad de “huir” de la cita. La coach Esther Sarphatie lo tiene claro: “Deja que te lleven a cenar y si no te gusta, eres una mujer adulta. Pide disculpas y vete”, asegura. “Creo que nadie tendría que aceptar que una primera cita se orqueste alrededor de un café. Quizás te parezca conveniente porque así no tienes que pasar toda la tarde con un extraño que puede no gustarte, pero cuando un hombre solo te invita a un café demuestra estar esforzándose lo mínimo posible. Y si aceptas este tipo de citas, demuestra que te conformas con ese mínimo. Eso es un reflejo de cómo te ves a ti misma”, dice en un vídeo. “Esas citas suenan a un encuentro laboral. Me siento media hora y veo si el otro merece la pena. Y es entonces cuando la coffee date se convierte en una pérdida de tiempo”, sentencia. De hecho, hay quienes creen que este tipo de citas resultan confusas, pues la intencionalidad de esas quedadas no queda clara. Verónica Portillo, autora de Amar bien, querer mejor (RBA Libros, 2025), cree necesario explicar las intenciones antes de la cita, pues piensa que al haber coffee dates de todo tipo, estos encuentros pueden tenerse con amigos, familiares o compañeros de trabajo. “Es importante hacer estas aclaraciones cuando hay intención romántica por parte de alguna de las partes para que la otra persona lo sepa y pueda mostrar su interés. Pero sí creo que estas citas pueden ser una buena forma de conocerse con tranquilidad. Suponen que dos personas se conozcan y charlen tranquilamente y en función de lo que luego suceda y sientan, ya tendrán más oportunidades para seguir reforzando el vínculo. Creo que es vital recordar lo importante que es tener presente que no hay prisa y que si hay interés, ya habrá más tiempo que compartir. Puede ser un inicio estupendo”, dice la psicoterapeuta de parejas.. ¿Un café? No, gracias. Inma Benedito, cuyo libro se nutre de más de cien citas, recalca lo mucho que le incomoda esta forma de conocer gente. “Hay muchas maneras de plantear un primer encuentro y creo que quedar a tomar un café es de tristes. No es por el café en sí, sino por la connotación que trae consigo la propuesta antes de tomarlo. La gente te propone un café porque se sobreentiende que te tomas uno y para casa (de lo contrario, acabaríamos espídicas). En otras palabras: ‘Como no estoy segura de cuánto tiempo estoy dispuesta a invertir en conocerte, prefiero partir de un mínimo. Y ya si me gusta, siempre estaremos a tiempo de pasar a las cañas…”, explica. “Para mí denota una aversión al riesgo: incapacidad de asumir una mala cita, de afrontar el irse antes porque no me ha gustado. Como si no estuviéramos dispuestas a mojarnos. Y en el amor hay que mojarse”, comenta a S Moda. “Y alguien se pide un café y yo me pido una caña, por ejemplo y, después del café no quiere tomar nada, pues toca inventar una excusa, pero la excusa no va a ser el café. El café solo lo tomo por la mañana si me he quedado a dormir”, confiesa.. Queda claro que este tipo de citas tienen detractores y fans, y Lena Nguyen aclara como broche que ambas dos posturas suponen una reacción a la misma realidad. “El dating ha hecho que el esfuerzo sea optativo. Tras años de frustración, muchas mujeres ya ni esperan que el otro se esfuerce”, asegura. Tal vez, como dice Benedito, en el amor haya que mojarse, pero no todo el mundo tenga claro que haya que hacerlo en café.. Seguir leyendo

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“El café solo lo tomo por la mañana si me he quedado a dormir”. Así de tajante responde Inma Benedito, autora de Too match es una oda al desamor con forma de libro. Un diario de citas fracasadas (PLAZA & JANES, 2025), a la pregunta de qué le parece una tendencia cada vez más extendida en el mundo de las citas: las coffee dates. El informe en el que Tinder analiza las tendencias en las quedadas románticas señala que en 2025, el 39 % de las personas solteras priorizan los encuentros carentes de alcohol, y dentro de esta preferencia, quedar para tomar un café es una de las opciones preferidas de quienes buscan pareja. Algo que no convence en absoluto a Lena Nguyen, abogada especializada en divorcios. “He visto a mujeres malgastar horas de su vida con hombres que no invierten en ellas más de lo que vale un café latte. Dicen que se trata de conocerte pero en realidad, se trata de dar algo sin dar nada en absoluto. El problema es que demasiadas mujeres lo aceptan y el estándar que se pone en la primera cita marca lo que se va exigir de la relación de ahí en adelante. Los hombres que van en serio no se plantean dar el mínimo: planean, invierten y crean experiencias porque entienden que tu tiempo vale más de lo que cuesta un café. Se lo digo siempre a mis pacientes: no se necesitan grandes gestos, pero sí que se esfuercen”, explica. “Si un hombre te invita a una coffee date, mándale una factura de 600 dólares. Eso es lo que cuesta tu tiempo, tu energía y tu presencia”, dice. A favor de las citas espressoSin embargo, en los comentarios del vídeo son muchos quienes se muestran en desacuerdo con la abogada. “Cuando estaba soltera y conocía a chicos por apps, quería quedar lo más rápido posible por si no me interesaba y no quería perder el tiempo”, dice una usuaria. “No estoy de acuerdo… Las citas con café son más seguras para la mayoría de las mujeres”, dice otra. Lara Ferreiro, psicóloga experta en relaciones de pareja, coincide plenamente con quienes abrazan este tipo de citas. “Una cita para tomar un café no es vaga; sino que supone apostar por la intencionalidad sin artificios: tiempo acordado, espacio seguro y conversación profunda. He visto personas que del café han pasado al altar. Es más: no recomiendo que la primera cita sea una cena. Estoy a favor de la intencionalidad versus la parafernalia. Lo importante es conectar y el café conlleva una conversación lúdica”, asegura. “Estas citas dejan ver qué busca el otro y tienen lugar de día, en un entorno público y seguro, por lo que reduce los riesgos y la ansiedad en tantas ocasiones traen consigo las primeras citas. Creo que es el mejor cribado inicial. En estos encuentros, lo importante es la compatibilidad conversacional. Yo recomiendo que la primera cita sea de entre 45 a 60 minutos”, dice a S Moda.Lucía es una productora de 42 años abstemia que como tal, está más que acostumbrada a este tipo de citas, aunque reconoce que muchas personas se extrañan ante la propuesta. “No es extraño que salten con el clásico: ‘¿Un café? ¡¿Y por qué no unos vinos o unas cervezas?!’, pero luego lo comprenden. Considero que estas citas son más seguras en tanto en cuanto la otra persona intuye que si quedas por la mañana, no estás buscando solo beber y sexo. La otra persona lo recibe como una invitación a conocerse poco a poco. Y estas quedadas implican que si una persona quiere quedar a las 12 de la mañana un domingo, no va a tener una resaca descomunal del sábado”, explica. “Cuando lo hablo con mis amigas me dicen que es una buena opción para conocer a alguien. Quedan un sábado por la tarde y si no les gusta la otra persona, siempre está la excusa de que han quedado para salir después con amigos”, comenta. Citas confusasY es entonces cuando entra en juego esa posibilidad de “huir” de la cita. La coach Esther Sarphatie lo tiene claro: “Deja que te lleven a cenar y si no te gusta, eres una mujer adulta. Pide disculpas y vete”, asegura. “Creo que nadie tendría que aceptar que una primera cita se orqueste alrededor de un café. Quizás te parezca conveniente porque así no tienes que pasar toda la tarde con un extraño que puede no gustarte, pero cuando un hombre solo te invita a un café demuestra estar esforzándose lo mínimo posible. Y si aceptas este tipo de citas, demuestra que te conformas con ese mínimo. Eso es un reflejo de cómo te ves a ti misma”, dice en un vídeo. “Esas citas suenan a un encuentro laboral. Me siento media hora y veo si el otro merece la pena. Y es entonces cuando la coffee date se convierte en una pérdida de tiempo”, sentencia. De hecho, hay quienes creen que este tipo de citas resultan confusas, pues la intencionalidad de esas quedadas no queda clara. Verónica Portillo, autora de Amar bien, querer mejor (RBA Libros, 2025), cree necesario explicar las intenciones antes de la cita, pues piensa que al haber coffee dates de todo tipo, estos encuentros pueden tenerse con amigos, familiares o compañeros de trabajo. “Es importante hacer estas aclaraciones cuando hay intención romántica por parte de alguna de las partes para que la otra persona lo sepa y pueda mostrar su interés. Pero sí creo que estas citas pueden ser una buena forma de conocerse con tranquilidad. Suponen que dos personas se conozcan y charlen tranquilamente y en función de lo que luego suceda y sientan, ya tendrán más oportunidades para seguir reforzando el vínculo. Creo que es vital recordar lo importante que es tener presente que no hay prisa y que si hay interés, ya habrá más tiempo que compartir. Puede ser un inicio estupendo”, dice la psicoterapeuta de parejas.¿Un café? No, graciasInma Benedito, cuyo libro se nutre de más de cien citas, recalca lo mucho que le incomoda esta forma de conocer gente. “Hay muchas maneras de plantear un primer encuentro y creo que quedar a tomar un café es de tristes. No es por el café en sí, sino por la connotación que trae consigo la propuesta antes de tomarlo. La gente te propone un café porque se sobreentiende que te tomas uno y para casa (de lo contrario, acabaríamos espídicas). En otras palabras: ‘Como no estoy segura de cuánto tiempo estoy dispuesta a invertir en conocerte, prefiero partir de un mínimo. Y ya si me gusta, siempre estaremos a tiempo de pasar a las cañas…”, explica. “Para mí denota una aversión al riesgo: incapacidad de asumir una mala cita, de afrontar el irse antes porque no me ha gustado. Como si no estuviéramos dispuestas a mojarnos. Y en el amor hay que mojarse”, comenta a S Moda. “Y alguien se pide un café y yo me pido una caña, por ejemplo y, después del café no quiere tomar nada, pues toca inventar una excusa, pero la excusa no va a ser el café. El café solo lo tomo por la mañana si me he quedado a dormir”, confiesa.Queda claro que este tipo de citas tienen detractores y fans, y Lena Nguyen aclara como broche que ambas dos posturas suponen una reacción a la misma realidad. “El dating ha hecho que el esfuerzo sea optativo. Tras años de frustración, muchas mujeres ya ni esperan que el otro se esfuerce”, asegura. Tal vez, como dice Benedito, en el amor haya que mojarse, pero no todo el mundo tenga claro que haya que hacerlo en café. Seguir leyendo

  

“El café solo lo tomo por la mañana si me he quedado a dormir”. Así de tajante responde Inma Benedito, autora de Too match es una oda al desamor con forma de libro. Un diario de citas fracasadas (PLAZA & JANES, 2025), a la pregunta de qué le parece una tendencia cada vez más extendida en el mundo de las citas: las coffee dates. El informe en el que Tinder analiza las tendencias en las quedadas románticas señala que en 2025, el 39 % de las personas solteras priorizan los encuentros carentes de alcohol, y dentro de esta preferencia, quedar para tomar un café es una de las opciones preferidas de quienes buscan pareja. Algo que no convence en absoluto a Lena Nguyen, abogada especializada en divorcios. “He visto a mujeres malgastar horas de su vida con hombres que no invierten en ellas más de lo que vale un café latte. Dicen que se trata de conocerte pero en realidad, se trata de dar algo sin dar nada en absoluto. El problema es que demasiadas mujeres lo aceptan y el estándar que se pone en la primera cita marca lo que se va exigir de la relación de ahí en adelante. Los hombres que van en serio no se plantean dar el mínimo: planean, invierten y crean experiencias porque entienden que tu tiempo vale más de lo que cuesta un café. Se lo digo siempre a mis pacientes: no se necesitan grandes gestos, pero sí que se esfuercen”, explica. “Si un hombre te invita a una coffee date, mándale una factura de 600 dólares. Eso es lo que cuesta tu tiempo, tu energía y tu presencia”, dice.. A favor de las citas espresso. Sin embargo, en los comentarios del vídeo son muchos quienes se muestran en desacuerdo con la abogada. “Cuando estaba soltera y conocía a chicos por apps, quería quedar lo más rápido posible por si no me interesaba y no quería perder el tiempo”, dice una usuaria. “No estoy de acuerdo… Las citas con café son más seguras para la mayoría de las mujeres”, dice otra. Lara Ferreiro, psicóloga experta en relaciones de pareja, coincide plenamente con quienes abrazan este tipo de citas. “Una cita para tomar un café no es vaga; sino que supone apostar por la intencionalidad sin artificios: tiempo acordado, espacio seguro y conversación profunda. He visto personas que del café han pasado al altar. Es más: no recomiendo que la primera cita sea una cena. Estoy a favor de la intencionalidad versus la parafernalia. Lo importante es conectar y el café conlleva una conversación lúdica”, asegura. “Estas citas dejan ver qué busca el otro y tienen lugar de día, en un entorno público y seguro, por lo que reduce los riesgos y la ansiedad en tantas ocasiones traen consigo las primeras citas. Creo que es el mejor cribado inicial. En estos encuentros, lo importante es la compatibilidad conversacional. Yo recomiendo que la primera cita sea de entre 45 a 60 minutos”, dice a S Moda.. Lucía es una productora de 42 años abstemia que como tal, está más que acostumbrada a este tipo de citas, aunque reconoce que muchas personas se extrañan ante la propuesta. “No es extraño que salten con el clásico: ‘¿Un café? ¡¿Y por qué no unos vinos o unas cervezas?!’, pero luego lo comprenden. Considero que estas citas son más seguras en tanto en cuanto la otra persona intuye que si quedas por la mañana, no estás buscando solo beber y sexo. La otra persona lo recibe como una invitación a conocerse poco a poco. Y estas quedadas implican que si una persona quiere quedar a las 12 de la mañana un domingo, no va a tener una resaca descomunal del sábado”, explica. “Cuando lo hablo con mis amigas me dicen que es una buena opción para conocer a alguien. Quedan un sábado por la tarde y si no les gusta la otra persona, siempre está la excusa de que han quedado para salir después con amigos”, comenta.. Citas confusas. Y es entonces cuando entra en juego esa posibilidad de “huir” de la cita. La coach Esther Sarphatie lo tiene claro: “Deja que te lleven a cenar y si no te gusta, eres una mujer adulta. Pide disculpas y vete”, asegura. “Creo que nadie tendría que aceptar que una primera cita se orqueste alrededor de un café. Quizás te parezca conveniente porque así no tienes que pasar toda la tarde con un extraño que puede no gustarte, pero cuando un hombre solo te invita a un café demuestra estar esforzándose lo mínimo posible. Y si aceptas este tipo de citas, demuestra que te conformas con ese mínimo. Eso es un reflejo de cómo te ves a ti misma”, dice en un vídeo. “Esas citas suenan a un encuentro laboral. Me siento media hora y veo si el otro merece la pena. Y es entonces cuando la coffee date se convierte en una pérdida de tiempo”, sentencia. De hecho, hay quienes creen que este tipo de citas resultan confusas, pues la intencionalidad de esas quedadas no queda clara. Verónica Portillo, autora de Amar bien, querer mejor (RBA Libros, 2025), cree necesario explicar las intenciones antes de la cita, pues piensa que al haber coffee dates de todo tipo, estos encuentros pueden tenerse con amigos, familiares o compañeros de trabajo. “Es importante hacer estas aclaraciones cuando hay intención romántica por parte de alguna de las partes para que la otra persona lo sepa y pueda mostrar su interés. Pero sí creo que estas citas pueden ser una buena forma de conocerse con tranquilidad. Suponen que dos personas se conozcan y charlen tranquilamente y en función de lo que luego suceda y sientan, ya tendrán más oportunidades para seguir reforzando el vínculo. Creo que es vital recordar lo importante que es tener presente que no hay prisa y que si hay interés, ya habrá más tiempo que compartir. Puede ser un inicio estupendo”, dice la psicoterapeuta de parejas.. ¿Un café? No, gracias. Inma Benedito, cuyo libro se nutre de más de cien citas, recalca lo mucho que le incomoda esta forma de conocer gente. “Hay muchas maneras de plantear un primer encuentro y creo que quedar a tomar un café es de tristes. No es por el café en sí, sino por la connotación que trae consigo la propuesta antes de tomarlo. La gente te propone un café porque se sobreentiende que te tomas uno y para casa (de lo contrario, acabaríamos espídicas). En otras palabras: ‘Como no estoy segura de cuánto tiempo estoy dispuesta a invertir en conocerte, prefiero partir de un mínimo. Y ya si me gusta, siempre estaremos a tiempo de pasar a las cañas…”, explica. “Para mí denota una aversión al riesgo: incapacidad de asumir una mala cita, de afrontar el irse antes porque no me ha gustado. Como si no estuviéramos dispuestas a mojarnos. Y en el amor hay que mojarse”, comenta a S Moda. “Y alguien se pide un café y yo me pido una caña, por ejemplo y, después del café no quiere tomar nada, pues toca inventar una excusa, pero la excusa no va a ser el café. El café solo lo tomo por la mañana si me he quedado a dormir”, confiesa.. Queda claro que este tipo de citas tienen detractores y fans, y Lena Nguyen aclara como broche que ambas dos posturas suponen una reacción a la misma realidad. “El dating ha hecho que el esfuerzo sea optativo. Tras años de frustración, muchas mujeres ya ni esperan que el otro se esfuerce”, asegura. Tal vez, como dice Benedito, en el amor haya que mojarse, pero no todo el mundo tenga claro que haya que hacerlo en café.

 

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