Lo que comenzó como una jornada de recolección de hongos terminó en una escena de alto riesgo cuando 15 granadas de mano activas fueron descubiertas en un bosque cercano a la prisión de Weiterstadt, en el estado alemán de Hesse. Los artefactos estaban a apenas 1.200 metros del centro penitenciario, junto a un sendero y un curso de agua, lo que provocó una respuesta inmediata de las autoridades locales.. La zona fue asegurada y se llevaron a cabo detonaciones controladas para neutralizar el peligro. El fiscal superior Robert Hartmann supervisó el operativo, destacando la necesidad de una intervención “meticulosa y precautoria” para proteger a la población.. El análisis preliminar reveló que las granadas eran de fabricación yugoslava y mostraban signos de envejecimiento, lo que sugiere que podrían llevar años ocultas. El Hessisches Landeskriminalamt está realizando una investigación forense para determinar su origen, antigüedad y posibles manipulaciones.. Se ha abierto un procedimiento penal contra persona(s) desconocida(s), mientras se examinan posibles rutas de tránsito de material bélico en la región. Las autoridades mantienen hermetismo absoluto para no comprometer la investigación.. El hallazgo ha reavivado el recuerdo del atentado de 1993 contra la misma prisión, cuando cinco enmascarados detonaron 200 kilos de explosivos, en lo que se considera el último gran golpe del grupo RAF. Aunque no hay indicios concluyentes de conexión, la coincidencia ha generado inquietud.. La prisión de Weiterstadt, reconstruida tras aquel ataque, es hoy el centro penitenciario más importante de Hesse. El misterio en torno a las granadas sigue sin resolverse, y el caso mantiene en vilo tanto a los investigadores como a la opinión pública.
El hallazgo accidental por recolectores de setas desató un operativo de seguridad cerca de la prisión de Weiterstadt
Lo que comenzó como una jornada de recolección de hongos terminó en una escena de alto riesgo cuando 15 granadas de mano activas fueron descubiertas en un bosque cercano a la prisión de Weiterstadt, en el estado alemán de Hesse. Los artefactos estaban a apenas 1.200 metros del centro penitenciario, junto a un sendero y un curso de agua, lo que provocó una respuesta inmediata de las autoridades locales.. La zona fue asegurada y se llevaron a cabo detonaciones controladas para neutralizar el peligro. El fiscal superior Robert Hartmann supervisó el operativo, destacando la necesidad de una intervención “meticulosa y precautoria” para proteger a la población.. El análisis preliminar reveló que las granadas eran de fabricación yugoslava y mostraban signos de envejecimiento, lo que sugiere que podrían llevar años ocultas. El Hessisches Landeskriminalamt está realizando una investigación forense para determinar su origen, antigüedad y posibles manipulaciones.. Se ha abierto un procedimiento penal contra persona(s) desconocida(s), mientras se examinan posibles rutas de tránsito de material bélico en la región. Las autoridades mantienen hermetismo absoluto para no comprometer la investigación.. El hallazgo ha reavivado el recuerdo del atentado de 1993 contra la misma prisión, cuando cinco enmascarados detonaron 200 kilos de explosivos, en lo que se considera el último gran golpe del grupo RAF. Aunque no hay indicios concluyentes de conexión, la coincidencia ha generado inquietud.. La prisión de Weiterstadt, reconstruida tras aquel ataque, es hoy el centro penitenciario más importante de Hesse. El misterio en torno a las granadas sigue sin resolverse, y el caso mantiene en vilo tanto a los investigadores como a la opinión pública.
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