Las presiones de Donald Trump sobre Jerome Powell no son una novedad en la política estadounidense. En 1965, Lyndon Johnson necesitaba dinero barato para financiar una guerra en dos frentes, uno en Vietnam y el otro bajo la bandera de la Gran Sociedad. Al frente de la Reserva Federal estaba William McChesney Martin, quien presidió la institución desde 1951 a 1970, el autor de la ilustrativa metáfora monetaria: “La función de la Reserva Federal es retirar la ponchera justo cuando la fiesta se pone interesante”.. Seguir leyendo
Trump se enfrenta a un coste del servicio de una deuda que eclipsa todo lo que Johnson o Nixon jamás contemplaron
Las presiones de Donald Trump sobre Jerome Powell no son una novedad en la política estadounidense. En 1965, Lyndon Johnson necesitaba dinero barato para financiar una guerra en dos frentes, uno en Vietnam y el otro bajo la bandera de la Gran Sociedad. Al frente de la Reserva Federal estaba William McChesney Martin, quien presidió la institución desde 1951 a 1970, el autor de la ilustrativa metáfora monetaria: “La función de la Reserva Federal es retirar la ponchera justo cuando la fiesta se pone interesante”.. En los 15 años al frente de la Reserva Federal, McChesney había llegado a representar al ideal del estadista monetario de posguerra: un hombre que se tomaba la banca central tan en serio como un juez se toma la ley. En diciembre de 1965, McChesney decidió que era hora de hacer realidad esa idea y con la economía estadounidense en plena efervescencia, impulsada por el doble gasto de la guerra de Vietnam y las ambiciones internas de la Gran Sociedad, elevó ligeramente la tasa de descuento en 50 puntos básicos. Inmediatamente fue convocado al rancho del presidente Johnson y recibió una avalancha de invectivas acompaña de agitación de brazos y, según los relatos de la época, incluso Johnson lo empujó contra la pared.. Más información. El FMI advierte sobre las presiones de Trump a la Reserva Federal. El mensaje era claro, había que deshacer la subida de la tasa de descuento. Sin embargo, McChesney se mantuvo firme y esto enfureció aún más al presidente, quien consideró esa posición como una afrenta constitucional. Sus palabras fueron: “Seguiste adelante e hiciste algo que desapruebo. Afectará a todo mi mandato. Mis hijos se están muriendo en Vietnam y no imprimirás el dinero que necesito”. La tasa de descuento se mantuvo inalterada por un tiempo hasta que la Reserva Federal comenzó a suavizar su postura y la oferta monetaria comenzó a fluir con mayor facilidad. En mayo de 1967 McChesney recortó discretamente la tasa de descuento en 50 puntos básicos, devolviéndola al 4,0 %. Cuando se mantuvo firme a finales de 1965, la inflación rondaba un modesto 2,4 %; para finales de la década había superado el 6 %.. El historiador económico Allan Meltzer calificó 1965 como “el año crucial en que la situación se desbordó”. Robert Hetzel, historiador de la Reserva Federal, responsabilizó a McChesney de la gran inflación. Y este, en su fiesta de jubilación de 1970, tuvo un momento de franqueza poco común para un banquero central, miró a su alrededor y simplemente dijo: “He fracasado”.. Años más tarde, Richard Nixon actuó de manera similar con quien había sido primero su asesor económico y después presidente de la Reserva Federal, Arthur Burns. Nixon organizó una campaña sostenida de asedio psicológico contra él entre 1970 y 1972. Burns era considerado la imagen misma del economista erudito: pipa en mano, patrón oro en el corazón y una creencia inquebrantable en que la política monetaria debía estar basada en principios económicos y al margen de la política.. En el verano de 1971, The Wall Street Journal publicó que Burns y el secretario del Tesoro, John Connally, estaban discutiendo la absorción total de la Reserva Federal por el Tesoro mientras que Burns, en medio del proceso, pretendía lograr un aumento salarial del 50 %. No era cierto, pero la información había sido suministrada por Connally con el consentimiento de Nixon para humillar y desacreditar a Burns en público. Tres meses más tarde, Arthur Burns se rindió. La tasa de descuento, que antes se mantenía en el 6 %, se redujo al 4,5% en el verano de 1972 y entre finales de 1970 y finales de 1972 la oferta monetaria se disparó –tanto M1 como M2 crecieron un 50 %– y las cifras de desempleo comenzaron a descender.. En 1971, Richard Nixon necesitaba una victoria electoral aplastante y un crédito más fácil era la vía más segura hacia la prosperidad en las urnas. Había prometido que no se repetiría la situación de 1960 y consiguió exactamente lo que quería: una economía acelerada y, en noviembre, una reelección. En el verano de aquel año, Estados Unidos rompió oficialmente el vínculo del dólar con el oro desmantelando el marco de Bretton Woods. El resultado fue rápido y severo: el dólar, en términos de oro, se desplomó; la inflación, que había rondado un relativamente moderado 2,7 %, superó el 7 % en un año; y cuando el embargo petrolero árabe golpeó en septiembre de 1973, la tasa de inflación no solo aumentó, sino que se disparó superando con creces el 12 %. William McChesney, así como Arthur Burns, cedieron ante la voluntad presidencial y renunciaron a la ortodoxia económica, y ambos contribuyeron a desencadenar la inflación galopante de la década de 1970.. Hoy, Donald Trump se enfrenta a un asombroso coste del servicio de una deuda nacional que eclipsa todo lo que Johnson o Nixon jamás contemplaron. Los dos presidentes tenían razones de peso para que los tipos bajaran, pero la inflación resultante fue rápida, devastadora e histórica. Donald Trump está siendo fiel a esa tradición presidencial intervencionista y combina la presión y el hostigamiento sobre Jerome Powell y otros miembros de la Reserva Federal, como es el caso de la gobernadora Lisa Cook, para conseguir que se decida lo que él pretende. Ahora queda por ver si Powell será fiel a la histórica posición complaciente de presidentes de la Fed sometidos a presión y si, como consecuencia, la inflación cumple con la tradición alcista de esos casos. Lo racional sería esperar que no ocurriera, pero lo razonable lleva a creer lo contrario, que cederá. La historia no se repite, los comportamientos humanos sí lo hacen.. Carlos Balado es profesor de OBS Business School y director de Eurocofín.
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