Su nombre sorprendió a muchos, sino a todos. A pesar de figurar en bastantes quinielas, la realidad es que no estaba en lo más alto de la nómina y apenas figuraba como una de las favoritas en las casas de apuestas, esos lugares que han convertido el Premio Nobel de Literatura en un deporte de riesgo y emoción. La escritora, muy huidiza, que ha decidido mantener silencio después de anunciarle este reconocimiento, que ha vuelto a poner a Corea del Sur en el mapa, un país conocido recientemente por la serie «El juego del calamar» y por su reciente crisis política. La escritora, que ha recibido este reconocimiento coincidiendo con la publicación de su último libro en España, «Imposible decir adiós» (Random House), declaró este sábado, como informa Efe, que involucra todo su cuerpo en el ejercicio de la escritora, «todos los detalles sensoriales» para intentar que sus frases suenen reales, «como ser mortal con sangre corriendo por su cuerpo». El discurso que ha leído antes de esta ceremonia de recepción lo tituló «La luz y el hilo». Sus obras comienzan de una pregunta, un planteamiento que se hace y, como reconoció, «cuando llego al final de esas preguntas, que no es lo mismo que cuando encuentro las repuestas, es cuando llego al final del proceso de escritura. En ese momento, ya no soy la misma que cuando empecé». La autora, que ayer compareció vestida de riguroso negro, el color de la elegancia en la corte de Felipe II y, por lo visto, también en Suecia hoy en día, se dio a conocer con «La vegetariana», que se llevó el Premio Booker Internacional en 2017 y exploraba algo tan extendido como la violencia, pero, en esta ocasión desde unas premisas y una mirada totalmente original. Su última obra sigue esa senda, pero se centra en la represión de Gwangju, muy conocida en su país. «Hacía tiempo que había perdido un sentido de confianza profundamente arraigada en los humanos», reconoció ella misma durante su visita a Suecia. «¿Por qué el mundo es tan violento y doloroso? Y, sin embargo, ¿cómo puede ser el mundo tan bello?» y a la vez tan cruel. La escritora no ha encontrado respuesta y parece que el mundo de hoy no está dispuesto a dársela.. wf_cms.rss.read_more. ]]>
La autora, que quiso mantener el silencio al recibir este reconocimiento, ha asistido a la ceremonia de entrega días después de ofrecer un discurso
Su nombre sorprendió a muchos, sino a todos. A pesar de figurar en bastantes quinielas, la realidad es que no estaba en lo más alto de la nómina y apenas figuraba como una de las favoritas en las casas de apuestas, esos lugares que han convertido el Premio Nobel de Literatura en un deporte de riesgo y emoción. La escritora, muy huidiza, que ha decidido mantener silencio después de anunciarle este reconocimiento, que ha vuelto a poner a Corea del Sur en el mapa, un país conocido recientemente por la serie «El juego del calamar» y por su reciente crisis política. La escritora, que ha recibido este reconocimiento coincidiendo con la publicación de su último libro en España, «Imposible decir adiós» (Random House), declaró este sábado, como informa Efe, que involucra todo su cuerpo en el ejercicio de la escritora, «todos los detalles sensoriales» para intentar que sus frases suenen reales, «como ser mortal con sangre corriendo por su cuerpo». El discurso que ha leído antes de esta ceremonia de recepción lo tituló «La luz y el hilo». Sus obras comienzan de una pregunta, un planteamiento que se hace y, como reconoció, «cuando llego al final de esas preguntas, que no es lo mismo que cuando encuentro las repuestas, es cuando llego al final del proceso de escritura. En ese momento, ya no soy la misma que cuando empecé». La autora, que ayer compareció vestida de riguroso negro, el color de la elegancia en la corte de Felipe II y, por lo visto, también en Suecia hoy en día, se dio a conocer con «La vegetariana», que se llevó el Premio Booker Internacional en 2017 y exploraba algo tan extendido como la violencia, pero, en esta ocasión desde unas premisas y una mirada totalmente original. Su última obra sigue esa senda, pero se centra en la represión de Gwangju, muy conocida en su país. «Hacía tiempo que había perdido un sentido de confianza profundamente arraigada en los humanos», reconoció ella misma durante su visita a Suecia. «¿Por qué el mundo es tan violento y doloroso? Y, sin embargo, ¿cómo puede ser el mundo tan bello?» y a la vez tan cruel. La escritora no ha encontrado respuesta y parece que el mundo de hoy no está dispuesto a dársela.
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